Artículos de Opinión

La Carta Democrática Latinoamericana y Venezuela.

Descarnada descripción de la dramática situación venezolana, y el accidentado proceso revocatorio en curso, con escasas probabilidades de hacerse realidad.

A la abierta y violenta pugna entre el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, y el Presidente Maduro de Venezuela, se suma la invocación del Secretario a la Carta Democrática Latinoamericana del 2011. En extensa comunicación de 132 páginas, remitida a los Representantes  Permanentes, se detalla la situación venezolana, y se convoca a una urgente reunión del Consejo Permanente de la OEA, entre el 10 y 20 de junio en curso, para “una apreciación colectiva”, y decidir las gestiones diplomáticas apropiadas, inclusive los Buenos Oficios.  Se basa, tanto en la Carta de la OEA, el Derecho Internacional y específicamente en la Carta Democrática, para “normalizar la institucionalidad”. Se enfatiza el que corresponde únicamente al Secretario General, según la Resolución 1080 (1991), esta convocatoria; si bien los países también la han solicitado antes para Haití, y los propios países interesados en los casos de Venezuela (2002 por Chávez); Nicaragua (2004 y 2005); Ecuador (2005 y 2010); Bolivia (2005 y 2008); y Honduras por el golpe (2009), bajo el principio de solidaridad regional. 
Se citan igualmente el Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático del MERCOSUR, el Protocolo Adicional al Tratado Constitutivo de UNASUR, y su cumplimiento de buena fe según el Derecho de los Tratados. La violación del artículo 3 de la Carta de la OEA que incluye, entre los elementos esenciales de la democracia, “la separación e independencia de los poderes públicos”.  Almagro se autocalifica diciendo: “Debo ser el más acérrimo defensor de derechos. Debo ser el más pobre en términos económicos, debo ser el que sufre la desigualdad desde abajo, debo ser el que no tiene voz, o debo ser el que su voz no es escuchada, debo ser el discriminado, debo ser el que sufre la falta de protección de sus derechos civiles o políticos o económicos o sociales o culturales. Debo ser la voz de los que no tienen voz, o, de aquellos a quienes se les acalla la voz”. La citación se refiere largamente al orden democrático; el humanitario (acceso a la salud y medicinas, menos 80%); alimentos; reducción del PIB  (8%); inflación (700%); deuda externa (130 mil millones de dólares, 6 años de producción petrolera); criminalidad; inseguridad; corrupción; presos políticos; y en detalle, a la separación de poderes y la confrontación de la Asamblea Nacional con el Tribunal Supremo de Justicia. Resalta la denuncia de Venezuela el 2012, de la Convención Americana de Derechos Humanos  (1959); así como las continuas violaciones a la libertad de expresión y de prensa. La OEA pareciera por ahora privilegiar el diálogo que la aplicación de la Carta, por estar dividida frente a Maduro.
Conocemos sus insultos y su grosera alusión a lo que podría hacer Almagro con su Carta Democrática, haciéndola un rollo como un tubito. Y sigue organizado marchas de repudio a una agresión externa imaginaria. Lo que deja en claro la posición de su Gobierno, y si aceptaría recibir algunas personalidades facilitadoras, como ex presidentes regionales, para interceder y evitar un estallido popular o un enfrentamiento violento, o un pronunciamiento militar; lo que también alude la citación. En síntesis, hace una descarnada descripción de la dramática situación venezolana, y el accidentado proceso revocatorio en curso, con escasas probabilidades de hacerse realidad. El informe acusa, además, que se pretende aceptarlo sólo el 2017, para poner en marcha el mecanismo de si Maduro pierde, lo nombran Vicepresidente. Y al asumir el actual, Diosdado Cabello, renuncia y vuelve Maduro a la Presidencia.
Una comprometida y decidida posición de Almagro, que la sintetiza citando a Desmond Tutu (el Obispo Sudafricano): “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”. (Santiago, 02 junio 2016)

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