Cartas al Director

Los Derechos Humanos y la Infancia.

Rafael Rosell A.

6 de agosto de 2018


Hace pocos días se dio a conocer el informe final de Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas que dice en uno de sus párrafos: "el Estado de Chile es responsable por graves violaciones de los derechos enunciados en la convención -internacional sobre los derechos del niño-, considerando que el sistema de protección ha resultado de una amplia vulneración de miles niños, niñas y adolescentes (NNA) bajo la tutela del Estado durante un largo periodo de tiempo. Habla de 40 años”.
Desde hace muchos años este Comité reiteraba a Chile, como el que clama en el desierto, entre otros temas, que se incorporara plenamente el principio del interés superior del niño en todos los programas, políticas y procedimientos judiciales y administrativos y se aplicara el principio del respeto de la opinión del niño. El Comité recomendaba que Chile siguiera promoviendo la colocación en hogares de acogida como forma de tutela alternativa y que el ingreso en ellas se utilice sólo como medida de último recurso.
Con respecto a esto, es el momento de plantear el cambio de hogares a familias de acogida, estoy seguro que hay muchas familias dispuesta a dar su amor y protección a niños en situación de exclusión. Una de las formas de superar la violación de los derechos del niño perpetrada por el Estado de Chile es hacer un profundo cambio cultural, fortalecer la familia, interviniendo aquellas de donde proviene el niño, niña y adolescente y llamar a muchas familias dispuestas a dar cariño, calor de hogar y recibirlos con alegría. La institucionalización pierde el afecto y los transforma en estadísticas, dejan de ser sujetos para convertirse en objetos de una planilla de cálculo.
El segundo tema que señalé en ese momento y lo reitero ahora es la necesidad de una Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación donde los chilenos no solamente sepamos la verdad de lo ocurrido con nuestros niños, niñas y adolescentes muertos y ultrajados, sino que el Estado repare el daño causado a los familiares de ellos y el alma de Chile pueda recuperarse de este dolor. Tal vez en ese momento podamos decir con fuerza “nunca más”.

 

Rafael Rosell Aiquel

Decano

Facultad de Derecho y Gobierno

U. San Sebastián

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