Cartas al Director

Cascos Blancos en Siria: un elemento de la guerra informativa.

Rafael Rosell A.

10 de agosto de 2018


El pasado mes de abril el mundo se conmocionó por un supuesto ataque con armas químicas perpetrado por el Gobierno sirio contra la población civil. La consecuencia fue una incursión aérea liderada por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. La única prueba, un video realizado por la organización Cascos Blancos. Los testimonios de los civiles, plasmados en esta columna en esa oportunidad, desmintieron el ataque químico y relataron la incursión de esta falsa organización humanitaria que expusimos como agentes de inteligencia occidentales en territorio sirio con el objetivo de apoyar a los terroristas en el terreno.
Aún así la agresión militar contra Siria se produjo sin prueba alguna, violando el Derecho Internacional Humanitario, convirtiendo a esta organización, con la suma de acciones que se han descubierto, en un elemento clave de la nueva guerra informativa.
Los miembros de la aparente ONG, elemento clave de la propaganda de guerra, fueron evacuados con el triunfo de las fuerzas regulares sirias, en una operación conjunta llevada a cabo por la OTAN e Israel.
La evacuación los Cascos Blancos de Siria demuestra que se trató de evitar que se desenmascarara públicamente la actividad provocadora de esa organización. La iniciativa de ayudar a los miembros del grupo para escapar de su propia tierra natal es un indicio de que sus promotores pretendían evitar que se desvele su labor principal.
El hecho de que los llamados activistas humanitarios que supuestamente trabajaban por el bien del pueblo sirio, debieron ser salvados de su propio país, sobre todo después de la amnistía anunciada por el Gobierno sirio, demuestra que los Cascos Blancos tenían razones para temer que sus delitos fueran descubiertos.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reveló que Israel evacuó a 800 personas, miembros de la organización Cascos Blancos y sus familias, de Siria y las trasladó a Jordania, a petición del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y otros líderes mundiales.
Por otro lado, hubo informes de que cuatro comandantes yihadistas de alto rango recibían un salvoconducto de las fuerzas israelíes fuera de Siria, cuando el ejército sirio se acercaba a los últimos baluartes terroristas ubicados alrededor de la ciudad sudoeste de Daraa y la provincia de Quneitra.
Tampoco fue una coincidencia que las operaciones de evacuación fueran acompañadas de ataques aéreos israelíes contra las instalaciones del gobierno sirio en la provincia de Hama.

Desenmascarando a los Cascos Blancos

La seudo ONG está registrada en los Países Bajos, se fundó en marzo de 2013 en Turquía y está dirigida por James Le Mesurier, un británico especialista en temas de seguridad y ex oficial de la inteligencia militar de su país. Le Mesurier cuenta con una notable trayectoria participando en algunos de los escenarios en los que ha intervenido la OTAN, incluyendo Bosnia y Kosovo, Irak, Líbano y Palestina. Es egresado de la Real Academia Militar británica de élite de Sandhurst, y también participó en puestos de alto nivel en las Naciones Unidas, la Unión Europea, y en el Ministerio de Exteriores del Reino Unido.
Le Mesurier es un hombre vinculado al aparato de inteligencia occidental dirigiendo los destinos de los Cascos Blancos. Un monto de 13 millones de dólares fue depositado en las arcas de los Cascos Blancos durante 2013 y los primeros informes indican que estas donaciones vinieron de los Estados Unidos, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico, como por otra parte, los recibe el llamado Observatorio Sirio de Derechos Humanos y el Consejo Nacional Sirio, el gobierno paralelo financiado por Washington, con conexiones también con la Organización de George Soros. Otro donante es la USAID, la pantalla humanitaria de la CIA para el desarrollo internacional. Precisamente, un informe de la USAID de julio de 2015 especifica que han suministrado más de 16 millones de dólares en asistencia a los Cascos Blancos.
Le Mesurier, estuvo en Turquía en el momento adecuado, justo cuando surgió la necesidad de crear un equipo de Defensa Civil en Siria, unos meses antes de que ocurriera el ya famoso y universalmente desacreditado ataque con armas químicas en la ciudad de Ghouta, en agosto de 2013, un evento que se ha demostrado, sin lugar a dudas, que fue un ataque de falsa bandera.
Es importante resaltar que todo lo que rodea a la mitología del Casco Blanco es generada por un aparato de medios de comunicación y de marketing muy sofisticado supervisado y conducido, entre otras, por una de las compañías de relaciones públicas de George Soros.
Sin embargo, hoy existe toda una biblioteca de imágenes de propaganda sobre los Cascos Blancos que han demostrado ser falsas o inexactas, pero quizás la más impactante y más ampliamente publicitada es el material de archivo de lo que parece ser su participación en una ejecución del Frente Al Nusra de un civil en Hreitan, al norte de Alepo. Esta es quizás una de las acusaciones más concluyente de la connivencia de los Cascos Blancos con el grupo terrorista.
Rusia insistió en que ese incidente en Duma fue un "montaje" para justificar los ataques de Occidente contra un Estado soberano, como sucedió anteriormente en Irak y Libia. Además, varios testigos presenciales y presuntas víctimas que aparecieron en ese video ofrecieron sus testimonios en la sede de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) de La Haya, donde relataron no haber observado signos del uso de armas químicas y que todo había sido un montaje de los Cascos Blancos.
Ahora hay algo curioso sobre la última recuperación de activos terroristas en Siria. Los Estados Unidos e Israel no están tomando ninguno de los 800 militantes para el reasentamiento. La periodista británica Vanessa Beeley, quien ha hecho mucho para exponer la verdadera naturaleza macabra de los Cascos Blancos y sus vínculos terroristas, explica que tanto Estados Unidos como Israel se dan cuenta de que al acoger a tales "refugiados de guerra" están invitando a terroristas a sus propias sociedades.
Las autoridades occidentales están jugando con fuego. No solo corren el riesgo de la seguridad pública de futuros incidentes terroristas. También están avivando las llamas de la xenofobia, el racismo y las guerras culturales contra muchos refugiados inocentes que han recibido refugio en países occidentales.

 

Rafael Rosell A.

Decano Facultad de Derecho y Gobierno

U. San Sebastián

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