Cartas al Director

La virtud de la justicia.

Belisario Prats

28 de mayo de 2019


Es posible establecer distintos conceptos de justicia. Sólo por mencionar algunos ejemplos podemos citar la justicia como legalidad; como el modo de atenuar las desigualdades sociales; o la forma en que la moral se proyecta en el campo del derecho, etc.
Estas distintas formas de conceptualizar la justicia obedecen a lo que Kelsen describió como el “relativismo de la justicia”, vale decir, no existe un solo significado para dicha virtud, y por lo mismo tampoco podemos imponer nuestra propia forma de definirla.
Hablar de la justicia, como virtud cardinal, supone referirse a uno de los grandes pensadores de la antigüedad: Aristóteles, quien la define como el equilibrio que se aleja de los extremos no deseados. Dicho equilibrio resulta entonces un elemento clave al momento de hablar de esta virtud. Al respecto este gran filósofo nos dice que ubicando esta virtud en el centro, en los extremos aparece por una parte “quien comete el acto de injusticia” y por la otra “quien sufre el acto de injusticia.”.
Lo más importante de esta virtud cardinal es que engloba a las otras virtudes cardinales, cuales son la moderación, la prudencia y la fortaleza de espíritu.
La moderación o templanza es una virtud cardinal que supone el control de la ira. En nuestra sociedad, en el día a día, esta virtud se olvida muchas veces. Y en especial en el trato entre todos los que participamos en el mundo del derecho; en la sala de audiencia; en el aula de clases; y  entre quienes deben dar el ejemplo a la ciudadanía, atendiendo a sus cargos públicos.
La virtud de la prudencia supone actuar con el conocimiento necesario, sin calificar o descalificar anticipadamente a quien tenemos al frente. La gran infracción a la prudencia consiste en prejuzgar, esto es, emitir juicios anticipadamente sin el suficiente conocimiento. En nuestra sociedad, siendo habitual prejuzgar, es muy alto el riesgo de cometer graves errores, irreparables para la dignidad, el honor y el prestigio del afectado.
Finalmente, la fortaleza de espíritu, como virtud cardinal, se traduce en vencer el miedo a las reacciones que generarán nuestras decisiones, evitando que en ellas se refleje la injusticia.
En consecuencia, en nuestro actuar, ya sea en la realidad jurídica o en cualquier otra actividad, debe predominar la moderación,  la prudencia, y la fortaleza de espíritu. Sólo así  la virtud de la justicia se verá fortalecida y alejaremos el riesgo de vivir en una sociedad en la que predomine la injusticia y la falta de empatía.

 

Belisario Prats 
Académico e investigador de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Universidad Pedro de Valdivia

 

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  1. Muchas gracias. Soy profesor de Filosofía y voy a hacer uso del texto para llevar a la reflexión y compartir ideas sobre la justicia a mis estudiantes.