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Está en juego el alcance de la libertad de expresión.

CS de EE.UU. inició audiencias para escuchar a pastelero que se negó a grabar mensaje en una torta de boda para celebrar un matrimonio homosexual.

El caso ha suscitado gran atención en los medios de comunicación en EE.UU. porque está en juego el alcance de la libertad de expresión.

12 de diciembre de 2017

La Corte Suprema de EE.UU. inicio audiencias para escuchar argumentos en caso de pastelero que se negó por razones de conciencia a grabar mensaje en una torta de boda para celebrar un matrimonio homosexual acusado de violar la ley estatal anti-discriminación.
En 2012, una pareja homosexual entró a una pastelería en Denver (Colorado) y encargó al pastelero una torta de boda en la que debía grabarse un mensaje de celebración de su matrimonio.
El propietario de la pastelería respondió que no podía grabar un mensaje que celebrara el matrimonio homosexual. Iba en contra de su conciencia.
La pareja denunció al pastelero ante la Comisión de Derechos Civiles de Colorado, que les dio la razón y dictaminó que había violado la ley estatal anti-discriminación.
El dueño de la pastelería apeló la decisión, y el caso “Masterpiece Cakeshop vs. Colorado Civil Rights Commission” ha llegado  a la Corte Suprema de los Estados Unidos, que ha empezado a escuchar los argumentos de las dos partes.
El caso ha suscitado gran atención en los medios de comunicación en EE.UU. porque está en juego el alcance de la libertad de expresión.
Como en tantas otras batallas de valores, los puntos de vista están muy polarizados. Las aproximaciones más progresistas sostienen que hay que redefinir la libertad de expresión y limitarla, para que nadie pueda invocarla contra lo que es legal en EE.UU., como por ejemplo, el matrimonio de personas del mismo sexo.
Quienes defienden al pastelero afirman que no discriminó a la pareja por ser homosexual y que de hecho no le pregunta a cada cliente que entra en su pastelería por su orientación sexual sino que se negó a diseñar un mensaje con el que está en desacuerdo y que ninguna persona y ninguna identidad política tiene la autoridad legal de obligar a alguien a respaldar una causa que considera ofensiva.
Esta misma discusión ya se dio en el Reino Unido en 2016, curiosamente también cuando una pastelería de Belfast, Irlanda del Norte, se opuso a decorar una torta de boda con un mensaje de celebración de un matrimonio homosexual.
En un artículo de opinión publicado en The Guardian, Peter Tatchell, uno de los activistas más prominentes del movimiento gay, apoyó a los dueños de la pastelería, y escribió:
“Me apena decirlo, como un veterano activista en la causa de la igualdad del colectivo LGBT en Irlanda del Norte, donde el matrimonio de personas del mismo sexo y las donaciones de sangre de homosexuales siguen prohibidos […] ¿Deben los impresores musulmanes ser obligados a publicar caricaturas de Mahoma? ¿O los judíos a publicar las palabras de un negacionista del holocausto? ¿O unos pasteleros gays aceptar órdenes para grabar una tarta con eslóganes homofóbicos? […] Desde mi punto de vista, va contra la libertad obligar a los negocios a ayudar a la promoción de ideas a las que sus propietarios objetan conscientemente. La discriminación contra las personas debería ser ilegal, pero no contra las ideas”.
El Estado debería ser escrupulosamente neutral en este tipo de conflictos y dejar que se resuelvan entre los particulares, sostienen algunos: con dos pastelerías.

 

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