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Papa Francisco denuncia que derecho a la vida es el primer derecho “pisoteado”.

El Pontífice condenó el «egoísmo» del aborto, que se trate a los ancianos como «un peso» y el desprecio a la familia «elemento natural y fundamental de la sociedad».

15 de enero de 2018

El Papa Francisco expuso el tradicional discurso de principios de año dirigido al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede en torno al septuagésimo aniversario de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que tuvo lugar el 10 de diciembre de 1948.
Cabe señalar que el Santo Padre alertó frente a la distorsión de dichos derechos tanto en su aplicación como interpretación a raíz de la revolución ideológica que tuvo su máxima expresión en las algaradas callejeras de la primavera de 1968 en París.
En este contexto, sostuvo el Pontífice, que “duele constatar cómo muchos derechos fundamentales están siendo todavía hoy pisoteados”. El primero entre todos, advierte, es el derecho a la vida” que no sólo se ve violentado por las guerras o la violencia, sino con formas “más sutiles”.
Por ello se refirió la amenaza del aborto sobre los seres humanos, manifestándose preocupado al ser “descartados antes de nacer; no deseados, a veces sólo porque están enfermos o con malformaciones o por el egoísmo de los adultos“.
Asimismo, condenó los movimientos favorables a la eutanasia que hacen que los ancianos sean “tantas veces descartados, sobre todo si están enfermos, porque se les considera un peso”. 
Además, el Santo Padre reprochó los atentados contra la vida humana las situaciones en las que las mujeres “sufren violencias y vejaciones también en el seno de las propias familias”, así como la “trata de personas”.
También, expuso que “el desinterés por las familias trae además otra dramática consecuencia como es la caída de la natalidad”.
A continuación, el Pontífice se refirió al derecho a formar una familia  entendida como “elemento natural y fundamental de la sociedad” reconocido por la Declaración de 1948.
En esa línea lamentó que, en especial en Occidente, la familia “esté considerada como una institución superada” frente a la preferencia por los “vínculos fugaces”. A raíz de ello hizo un llamado “urgente” para que “se lleven a cabo políticas concretas que ayuden a las familias, de las que por otra parte depende el futuro y el desarrollo de los Estados”.
Como consecuencia de los anterior, arguye que “el desinterés por las familias trae además otra dramática secuela como es la caída de la natalidad” y que “estamos ante un verdadero invierno demográfico”, que “es un signo de sociedades que tienen dificultad para afrontar los desafíos del presente y que, volviéndose cada vez más temerosas respecto al futuro, terminan por encerrarse en sí mismas”.
Luego, Papa Francisco también ha reflexionado sobre el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, “que incluye la libertad de cambiar de religión” y que “a menudo no se respeta”. 
Por último, criticó que el hecho religioso se convierta con frecuencia “en un motivo para justificar ideológicamente nuevas formas de extremismo o un pretexto para la exclusión social, e incluso para la persecución en diversas formas de los creyentes”.

 

Vea discurso

 

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