La Corte Suprema de Pennsylvania rechazó la acción intentada por comerciantes y la industria de las bebidas en contra del impuesto a los refrescos y otras bebidas azucaradas en Filadelfia.
Cabe recordar que el establecimiento del impuesto a las bebidas azucaradas de Filadelfia ha inspirado a otras ciudades en el país a aprobar medidas similares. El tributo es formalmente llamado el impuesto a la bebida azucarada, pero su aplicación es más extensa e incluye algunas bebidas con sustitutos de azúcar.
Los detractores del tributo han sostenido que el referido impuesto habría repercutido en la merma de mano de obra del rubro conjuntamente con una baja en el PIB local.
En su sentencia, el máximo Tribunal del Estado de Pennsylvania sostuvo que la tasa de 1.5 centavos de dólar por onza (28 gramos) está destinada a distribuidores y comerciantes, y no duplica de forma ilegal otro impuesto, gravando así las ventas a un nivel minorista, un costo que recae directo en el consumidor, pero que el impuesto a las bebidas aplica al nivel de distribuidor y en las transacciones entre comerciantes.
Por otra parte, el voto disidente estuvo por sostener que el impuesto duplica otros ya implementados en ventas minoristas de las gaseosas en la ciudad, lo que viola la Ley Sterling que data de la época de la Gran Depresión.
De cargarlo por completo a los consumidores, el impuesto a las gaseosas podría incrementar el costo de seis botellas de 16 onzas (454 gramos) en 1.44 dólares.
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