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Medidas adoptadas por Japón para la implementación de la Agenda 2030.

En el caso del ODS 5 sobre igualdad de género, los indicadores son el porcentaje de mujeres en el parlamento, años de escolaridad femenina, participación femenina en la fuerza laboral o brecha salarial.

13 de diciembre de 2018

En una reciente publicación de la Biblioteca del Congreso Nacional (BCN) se da a conocer el artículo “Medidas adoptadas por Japón para la implementación de la Agenda 2030”.
Sostiene que luego de la conformación de un consejo de ministros, liderado por el propio Shinzo Abe, el país nipón llevó a cabo una serie de mesas redondas donde se dio origen a los Principios Rectores de Implementación, que sirven como una estrategia nacional para impulsar los Objetivos de Desarrollo Sotenible (ODS) y sus metas.
Gracias, dice la BCN, a una visión colaborativa con los países en desarrollo a través de la cooperación internacional y a un trabajo de alineación entre indicadores sociales, económicos e institucionales con los ODS, Japón es uno de los principales impulsores de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 a nivel global.

Los ODS en la proyección internacional de Japón

El texto relata que luego de la firma de la resolución que dio nacimiento a la Agenda 2030 el 25 de septiembre de 2015, han sido distintas las formas en que los países miembros de Naciones Unidas que suscribieron dicho compromiso, han llevado a cabo acciones en el corto plazo para materializar su cumplimiento. Aunque se trata de los mismos 17 objetivos divididos en las áreas social, ambiental, económica e institucional, cada Estado ha asumido la agenda mediante pautas diferentes, pues existen diversas necesidades, urgencias, pero también avances, ya que los objetivos coinciden con políticas que fueron impulsadas previamente al acuerdo.
Esto fue lo que sucedió con Japón, que antes de la formulación de la Agenda 2030 ya había avanzado en la implementación de políticas para construir una sociedad sostenible, con base en reformas sociales, económicas y ambientales. Parte de este camino avanzado se explica porque los japoneses desde hace tres décadas impulsan un ambicioso programa nacional de seguridad humana, que se fundamenta en la solución de problemas estructurales tan heterogéneos como el manejo de desastres, crisis en materia de salud y, más recientemente, equidad de género.
Tal sistema nacional de seguridad humana ha sido intencionalmente proyectado al resto del mundo a través de su política exterior y su agencia de cooperación internacional. Son muchas las naciones acreedoras de los programas nipones de cooperación. En este contexto, Japón señaló en su Primer Informe Voluntario que en todos sus programas se incluirá a la Agenda 2030 y la necesidad de promocionar sus ODS. De esta manera, el país nipón tiene como misión ser un modelo de reconocimiento mundial en la aplicación de medidas para alcanzar los 17 objetivos y sus metas.

Consejo de ministros para la implementación

A continuación, la BCN, comenta que a pocos meses de firmado el acuerdo, el Gobierno japonés comenzó con las acciones a través del establecimiento de un consejo de ministros, llamado “Líderes en la Promoción de los ODS”. Aunque integrado por todos los ministros, el Primer Ministro es quien lo encabeza y su objetivo principal es potenciar la cooperación entre ministerios y otras agencias gubernamentales, a modo de que la implementación de la agenda sea realmente integral. A tal efecto, el consejo realiza mesas redondas con privados y academias, incluidas ONG y Organismos Internacionales donde se recogen comentarios y propuestas para incorporarlos a la agenda de trabajo.
Esto se ve reflejado en los resultados de la segunda reunión de líderes, realizada en diciembre de 2016 donde se adoptó una de las consideraciones más valoradas por los participantes, la formación de Principios Rectores de Implementación. De esta manera se dio origen a una estrategia nacional, cuyo fin es abordar los principales retos para la implementación de la Agenda 2030 y cuya visión se resume en la idea “conviértete en un líder para que en un futuro los logros en materia económica, social y medioambiental se alcancen de forma integrada, sostenible y sin dejar que nadie se quede atrás”.
Tal estrategia no solo está compuesta de los principios rectores para la implementación, además jerarquiza cuáles son prioridades en el corto plazo. Para ello ordenó ocho principios y los ODS asociados a cada uno, a modo que el trabajo en la implementación de las metas siga el orden propuesto en la estrategia:

  1. – Empoderamiento de todas las personas: 1, 4, 5, 8, 10, 12 

  2. – Logro de buena salud y longevidad: 3 

  3. – Creación de mercados, revitaización de zonas rurales y promoción de la ciencia y la tecnología: 2, 8, 9, 11 

  4. – Uso sostenible de la tierra a través de infraestructura de calidad: 2, 6, 9, 11 

  5. – Conservación de la energía renovable: 7, 12, 13 

  6. – Conservación del medioambiente y biodiversidad: 2, 3, 14, 15 

  7. – Paz y seguridad: 16 

  8. – Fortalecimiento del medio para la implementación: 17

De esta manera, el objetivo de esta estrategia es movilizar a todos los ministerios a asociarse para implementar medidas y encausar recursos de manera coherente.

Mediciones establecidas para contribuir con la implementación de los ODS

En efecto, asegura la BCN, Japón ha avanzado en algunos de los ODS desde hace décadas, sin embargo en su informe voluntario se reconoce que aún queda mucho trabajo por realizar. En este sentido, reconoce que desde el punto de vista ambiental es necesario redoblar esfuerzos. Para ello, la implementación del Acuerdo de París es considerada clave, pero también del Plan de Contramedidas por el Calentamiento Global y la Contribución Nacional Intencionalmente Determinada (INDC) de Japón. Todos estos acuerdos van en conjunto con políticas nacionales, como la Estrategia Nacional de Biodiversidad de Japón (2012- 2020).
Sin embargo, entre las acciones realizadas de forma más inmediata es la utilización de indicadores para medir los progresos en la Agenda 2030. De esta manera, luego de realizar un proceso de identificación, el Gobierno vinculó sus principales indicadores económicos, sociales, demográficos, ambientales, entre otros, con los ODS. Este ordenamiento en el manejo y propósito de los datos producidos por el Estado le dan un sentido de mayor compromiso con los compromisos asumidos.
El documento ejemplifica que, el ODS 2 de hambre cero se vincula a mediciones como el rendimiento de cereales por hectárea, o la prevalencia en el retraso del crecimiento. En el caso del ODS 5 sobre igualdad de género, los indicadores son el porcentaje de mujeres en el parlamento, años de escolaridad femenina, participación femenina en la fuerza laboral o brecha salarial. Por su parte, el ODS 15 sobre la vida en los ecosistemas terrestres, tiene a su disposición la lista roja de animales en extinción, el cambio de superficie forestal y las áreas verdes protegidas.
En el caso del ODS 16 sobre paz, justicia e instituciones sólidas, los indicadores escogidos son homicidios por cada 100 mil habitantes, población carcelaria, porcentaje de personas que se sienten seguros caminando por la noche, o el índice de percepción de la corrupción. En total son 140 indicadores que año a año son comparados en función de sus logros, en la medida que hay avances, el indicador recibe el color verde. Cuando se mantiene recibe el color amarillo, mientras que cuando retrocede, se identifica con rojo.
De esta forma, si en la globalidad de indicadores, la cantidad de colores en verde aumenta en relación con el año anterior se determina que hay progresos en la implementación de la agenda. Por el contrario, aquellos ODS con mayor cantidad de indicadores en rojo son los que se priorizarán en acciones a futuro.

La Agenda 2030 en Chile y América Latina

Enseguida, la BCN dice que aunque Chile no ha avanzado de la misma manera que Japón, fue uno de los países que presentó el Informe Nacional Voluntario en junio de 2017. En el se señala la creación de un Consejo Nacional para la Implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, donde se integran los ministros de Relaciones Exteriores, Economía, Desarrollo Social y Medioambiente. Asimismo, expresa la organización de una Red Gubernamental ODS, que la conforman grupos de trabajo integrados por organismos públicos, empresas, academia y sociedad civil.
El Informe Luz sobre la Implementación de la Agenda 2030 en Chile, publicado dos años después de su lanzamiento señala que la agenda de desarrollo sostenible sigue siendo un desafío, no solo para su instalación, también dentro del imaginario de los ciudadanos, del sector privado, incluso del gobierno. Asimismo, el documento plantea que uno de los desafíos que debe enfrentar nuestro país es aclarar la confusión entre desarrollo y crecimiento económico, pues consigue la la esfera de lo económico prevalezca por sobre lo social y lo ambiental.
Una de las razones por las cuales nuestro país no ha avanzado lo suficiente, añade la BCN, podría explicarse por una falta de visión regional y, por el contrario, una sesgada mirada local. Al menos esta es la interpretación que realiza María Fernanda Noboa, decana del Centro de Prospectiva Estratégica, quien sostiene que es una tarea de todos los países de la región. “El primer desafío es comprender que estamos en un mundo global donde todo está interrelacionado, por lo tanto necesitamos una mirada común que nos permita enfrentar los problemas complejos, esto significa que los desafíos están vinculados con la necesidad de afinar nomenclaturas en todos los ámbitos para institucionalizar la Agenda y alcanzar sus objetivos, aunque estén propuestos de manera diferenciada”, señaló.
Con esto explica que, el trabajo en conjunto no condiciona los avances individuales de cada país. “Chile adquirirá sus propios compromisos, pero siempre pensando que es desde la región donde tienen que surgir esas inquietudes teniendo parámetros, modelos de evaluación e indicadores claros que permitan hacer un seguimiento y control de como se cumplen los desafíos y donde ha habido tropezones”, agregó.
De igual manera, la experta se refirió al papel relevante que cumplen los liderazgos, principalmente los gobiernos, en la implementación de la Agenda. “Más que una falta de una voluntad política que suena como a culpa, los países están de forma endogámica mirándose a sí mismos. Las complejidades del cambio y sus transiciones no les permite ver que el trabajo no puede hacerse al unísono sino que de forma colaborativa, es decir que la visión estratégica tiene que ser de relación con el fin de ir a un objetivo. Indudablemente esto requiere de una decisión político, pero más aún, un compromiso ético, una responsabilidad social de los actores involucrados en impulsar el cambio”, sentenció.

 

Vea texto íntegro del documento

 

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