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El cine cuenta, a través de la ficción, la realidad que los medios de comunicación no pueden o no quieren contar.

A través del cine y de la literatura se cuenta una realidad que los medios de comunicación muchas veces no pueden, o no quieren, contar. Una verdad aparente que pasa por la verdad misma, pero que no es la verdad.

5 de agosto de 2019

En una reciente publicación del medio español Confilegal se da a conocer el artículo “El cine cuenta, a través de la ficción, la realidad que los medios de comunicación no pueden o no quieren contar”.
Se sostiene que el cine le debe mucho a la Justicia. Para ser más exactos a su terminología. Todos recordamos algunas películas míticas como “Testigo de cargo”, “Veredicto final”, “Doce hombres sin piedad” o “Ausencia de malicia”. A través del cine y de la literatura se cuenta una realidad que los medios de comunicación muchas veces no pueden, o no quieren, contar. Una verdad aparente que pasa por la verdad misma, pero que no es la verdad.
De acuerdo al texto, este último título citado, por ejemplo, «Ausencia de malicia», está más al día de lo que algunos podemos pensar.
Luego, se pregunta quién no recuerda aquel fantástico film dirigido por Sydney Pollack y protagonizado por Paul Newman y Sally Field, donde se muestra cómo los poderes públicos se sirven, a veces, de los medios de comunicación filtrando aquellas informaciones que conviene a sus intereses -algo que vemos habitualmente-, en un juego inmoral en el que ambos salen beneficiados, pero a consta de vulnerar las leyes y perjudicar a ciudadanos inocentes, llegando incluso a arruinar la vida de una persona, ocasionando su muerte.
El póster promocional de la película: «¿Es un hombre culpable hasta que no se pruebe su inocencia?: Suponga que una mañana coge un periódico, y su vida es noticia de primera página. Todo lo que dice es correcto, pero no es verdad».
Y sobre la libertad de expresión y la presunción de incocencia gira esta historia.
Toda la trama se ampara en una mal entendida «libertad de prensa», defendida por la protagonista femenina, Sally Fields, que quiere a toda costa conseguir una exclusiva.
En la ambición del funcionario del Estado que quiere resolver un caso de desaparición.
Y en la defensa que hace Paul Newman al verse implicado en esta desaparición, únicamente por los antecedentes mafiosos de su familia. Todos ellos en algún momento toman decisiones que vulneran la legalidad o la ética, camuflando su responsabilidad bajo la expresión de “ausencia de malicia”.
Pero el término “Ausencia de malicia”, se asegura,  no es el adecuado jurídicamente para definir las infracciones que los protagonistas de la película cometen. Puesto que no se trata de una típica imprudencia o comisión de una acción sin intencionalidad o ausencia de malicia.
Todos los protagonistas saben que sus actos pueden tener unas consecuencias y aún así, los realizan.
Por eso, se añade, estaríamos hablando de un dolo eventual, que es el conocimiento y la aceptación previa  por parte de una persona de la posibilidad de que se produzca una determinada consecuencia como resultado de su actuación.
Y, a pesar de ello, no desisten de su empeño.
El dolo eventual se produce cuando el resultado obtenido es distinto querido por el autor de un delito.
Sin embargo, no siendo querido, el resultado ha sido previsto como posible.
Y es que, dice el texto, no debemos olvidar que en las decisiones que tomamos en la vida, no es suficiente con no tener ánimo de hacer el mal, sino que es preciso pensar en los «daños colaterales» que pueden ocasionar nuestras acciones y decisiones a personas inocentes, que no tienen culpa de nada.

 

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