Artículos de Opinión

Guerra comercial Estados Unidos-China, ¿y Chile?

Chile, no puede ni debe tomar banderas por uno u otro, sino todo lo contrario, buscando mantenerse en el equilibrio necesario equidistante.

Si las dos más grandes potencias mundiales se enfrentan comercialmente, no se requiere mucho análisis para saber que habrá consecuencias para todo el resto del mundo. Si añadimos que para Chile, ambos países, representan los dos primeros socios comerciales, podemos estar seguros que habrá todo tipo de efectos y que nos será muy difícil enfrentarlos. Lo peor, es que ya es una realidad y no hay señales de que esté por terminar, o de que se hayan encontrado los paliativos necesarios para contrarrestarla. Se podría inclusive afirmar de que, para peor, esta confrontación recién comienza y podría ampliarse a otros campos de la relación bilateral de los dos poderosos contrincantes. Con toda razón, mucho se ha escrito al respecto. Estas líneas van sólo como un aporte adicional y sin pretender abarcarlo todo y menos pretender una solución.
El objetivo inicial no parecía extremadamente extraño. Estados Unidos buscaba equilibrar la balanza comercial con China, la que desde hacía tiempo, les favorecía. Una situación bastante recurrente entre socios comerciales, y en la que el más perjudicado busca la manera de no seguir siéndolo. Nada extraño o inusual, entre socios comerciales con una amplia gama y variedad de intercambios, donde se producen desequilibrios, más bien lo raro sería, de que fueran equivalentes. Pero estamos en presencia de otros muchos factores a considerar, cuando se trata, no solo, de las dos primeras economías mundiales, sino que también, las que representan unas de las principales potencias militares, con todo lo que implica para la paz y seguridad del planeta, con un largo historial de pugnas en variadas áreas y lugares estratégicos. Un aspecto fundamental y con múltiples campos de confrontación, existentes o potenciales, y que las divergencias económico-comerciales, han desdibujado del foco de atención internacional por ser muy visibles, y que como consecuencia, de que se han incrementado. Por lo que todo desentendimiento entre ambos alcanza una mayor dimensión y gravedad para todos, más allá de lo puramente económico.
Estaba en el programa de Donald Trump, y no solamente con China, sino que también con otros países, aunque el tema ha resultado mucho más difícil de poner en práctica. Como los encuentros que parecían prometedores entre Trump y Xi Jinping, no alcanzaron resultados concretos,  Estados Unidos pasó a la acción, y desde mediados de 2018 comenzó un sostenido aumento arancelario a los productos chinos, el que no pareciera detenerse y cada día aumenta a más y variados artículos. Tampoco pareciera referirse sólo a ellos, sino que implican también, medidas para-arancelarias u otras acciones unilaterales, además, para comprender servicios, inversiones, cooperación, y variadas otras formas de comerciar.
Para ellas, Estados Unidos ha fijado objetivos específicos de protección, los que han repercutido en la abundante producción norteamericana fabricada en China a menor costo, y en la siempre recurrente protección de la propiedad intelectual e industrial, que desde hace años los enfrentan.
Por cierto, los efectos no se han hecho esperar. China a recurrido repetidamente a los procedimientos de solución de controversias, incluidos los paneles, de la Organización Mundial de Comercio (OMC),  para defender el libre comercio, tan proclamado ahora por China, como lo fue en el pasado por los propios Estados Unidos. Todavía sin que Estados Unidos los acepte. Como las presiones no han logrado los avances esperados, ya que China no parece dispuesta a bajar los brazos y resignarse a ceder sin dar la lucha, ha recurrido a las medidas más extremas, autorizadas por la OMC cuando las demás no prosperan, que son la aplicación de retorsiones, y que autorizan al perjudicado a elevar legalmente los aranceles en la medida en que se los han aumentado, a fin de equilibrar las acciones. Por lo general, las partes enfrentadas, luego de incrementar tales medidas, finalmente se dan cuenta de que son más perjudiciales que beneficiosas, y consienten en negociar y alcanzar la normalidad, rebajando los aranceles aumentados.
Todavía no se aprecia ningún resultado ni impera la sensatez esperada. Las medidas se redoblan y ponen en práctica por ambos, eso sí con mayor prudencia por China que bien conoce sus propias limitaciones, no obstante su poderío, porque en fin de cuentas resultará más perjudicada, tarde o temprano. Trump lo sabe, y por ello aumenta la presión negociadora, ya que su economía, que por ahora parece haberse robustecido y muestra cifras positivas, al estar mayormente centrada en el comercio interno, resulta un objetivo tangible, y sumamente necesario para su reelección a corto plazo. Eso sí, no es una fórmula imbatible, y ya comienzan a verse afectados los importadores de productos chinos con los aranceles cada día más altos, así como de manera clara, aquella amplia variedad de productos norteamericanos fabricados en China, y que por años han disfrutado de grandes ventajas de una producción más barata y competitiva. Consecuencias que muy pronto podrán hacerse presente, y repercutir en la economía local norteamericana, con precios más elevados, carencias, y un dólar en aumento. Es decir, riesgos que se agudizarán de continuar igual la estrategia, y que comprometerán las bonanzas coyunturales. Es decir, pueden llevar a la propia Administración de Trump, a tener que buscar los acuerdos que por ahora posterga, a menos de arriesgar lo obtenido y que le permite mostrar la economía y el comercio fuertes, como lo prometió en campaña, y que todavía puede presentar como un logro obtenido para su reelección.
China por su parte, depende mucho más de su comercio exterior que en el pasado, y por sobre la propaganda en la que asegura tienen todo bajo control o que está suficientemente bien preparado y que no hay que subestimarlo en su poderío, comienza a dar muestras de que ha sido tocado fuertemente, como es lógico, y sus crecimiento se ha visto rebajado, no solo en la actualidad, sino que también en sus proyecciones. No hay riesgos políticos para Xi Jingping, no tiene ni tendrá elecciones que sortear, pero todo punto menos en su crecimiento, atentaría seriamente contra su poder mundial, y su bienestar interno. Una situación que no podría prolongar largamente. Ambas partes saben perfectamente las fortalezas y debilidades de la otra, por lo que serán los puntos más vulnerables de las dos, lo que oportunamente podrían llevarlas a negociar y contentarse con un mejor equilibrio comercial, pero sobre todo, sin llevar la confrontación al extremo de comprometerlo todo. El momento es saber cuando volverá a imponerse la prudencia y lo razonable. El mundo está a la espera y lo necesita.
Sobre todo Chile, pues no puede ni debe tomar banderas por uno u otro, sino todo lo contrario, buscando mantenerse en el equilibrio necesario equidistante. De ahí que nuestras autoridades han dado muestras de priorizarlo. Visitas y encuentros con ambos líderes. Viajes fructíferos y múltiples áreas de interés, no sólo comercial sino que con más amplios acuerdos en inversiones y proyectos, como se ha anunciado y destacado, tanto en el Mensaje Presidencial, como en la invitación a los importantes foros a efectuarse hacia fines de año en nuestro país, y giras de nuestras autoridades y del propio Presidente al G 7. Momentos en que Chile podrá afianzar sus objetivos y robustecer su presencia. Nuestra abierta y variada matriz económico-comercial, con la gran variedad de Acuerdos Comerciales vigentes y en estudio, lo requieren y los hacen urgentes, dentro de un escenario mundial fragilizado, y cuyos efectos estamos sintiendo en nuestra propia situación económica.
Una guerra comercial que tiene variados efectos para la relación entre Estados Unidos y China, como es natural, pero que igualmente nos afecta y repercute en nuestro propio desarrollo, y en muchos casos podría superarnos, de no adoptar los resguardos apropiados, los que están en marcha, y los que serán indispensables si la crisis se prolonga. (Santiago, 3 junio 2019)

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