Artículos de Opinión

Los muros de Trump.

Todo parece indicar que el muro con México es, por encima de lo conflictivo, más un pretexto que un objetivo real indispensable, para la construcción de otro muro, esta vez invisible, entre la administración de Trump y la Cámara de Representantes.

El muro con México prometido en la campaña de Trump, ha vuelto a ser un tema esencial. Parecía semi-olvidado, aunque ha resurgido de manera drástica, si bien ya no se insiste en que será México el que lo pague. Peña Nieto se opuso arduamente y todavía más López Obrador. Trump busca que lo financie el presupuesto nacional norteamericano, y en más complicadas circunstancias, pues ha sido utilizado por el Presidente para extorsionar al Parlamento. Si no hay financiamiento extraordinario para el muro, subsistirá el cierre parcial del Gobierno, dure cuanto dure y sean cuales sean las consecuencias. Una situación, que de perdurar, sería inédita. Hasta ha amenazado que podría verse obligado a declarar una emergencia nacional. De nada han servido los acercamientos, reuniones, consejos y esfuerzos buscados para encontrar una solución satisfactoria para las posiciones irreconciliables; y por las consecuencias prácticas para una administración, y muchos de sus funcionarios paralizados o a media máquina, con todo lo que implica en sueldos, beneficios, servicios y otros numerosos aspectos administrativos, hoy sin trabajar o con un funcionamiento mínimo.
Todo parece indicar que el muro con México es, por encima de lo conflictivo, más un pretexto que un objetivo real indispensable, para la construcción de otro muro, esta vez invisible, entre la administración de Trump y la Cámara de Representantes, que  ahora está en manos de los demócratas con una nueva Líder, Nancy Pelosi, y sus posibilidades de alcanzar mayor proyección electoral. Una verdadera amenaza para el control político y la reelección que busca Trump, y que parece dispuesto a combatir, aislar, y detener, antes de que pudiere materializarse, con todos los medios a su alcance, aunque sea recurriendo al cierre parcial del Gobierno por el tiempo que sea menester.
La afirmación del Presidente de que también hay demócratas, y no sólo republicanos, entre los afectados por el cierre, confirma dicha sospecha, al hacerlos igualmente responsables de la paralización, que ya dura más de lo previsto que en ocasiones pasadas y otras administraciones.
Ciertamente, hay más hechos que también se añaden y que la actual administración utiliza en pro del muro con México. Se apoya en el agravamiento del tema migratorio demostrado en la multitudinaria caravana de miles de caminantes provenientes de varios países centroamericanos, que llegó a la frontera y que presionan diariamente por ingresar a Estados Unidos como sea, hoy mayoritariamente estacionados en México. Para el electorado que eligió a Trump, precisamente para controlar lo que denuncia como un peligro a la seguridad nacional, se ha visto incentivado y corroborado con la caravana, como una realidad y no una mera especulación teórica.
Todos estos argumentos han sido considerados e invocados con relación a las migraciones y el muro para controlarla, pero no explican por si solos, la intransigencia y el enfrentamiento político de trastienda, que se ha desatado y que, fiel a su estilo que prioriza la confrontación, Trump desea sacar ventaja ensamblándolos.
Estamos frente a una lucha por la primacía política de país,  y de más largo alcance, donde el muro con México, sólo es una parte de una estrategia mucho más amplia. De otra manera, un asunto comparativamente menos trascendente y que divide al electorado norteamericano en cuanto a su urgencia y enorme gasto asociado (y qué decir de la opinión pública internacional totalmente en contra), no debería alcanzar la virulencia, el empecinamiento, y las serias consecuencias de ser condicionado al normal funcionamiento de la administración del país, poniéndola en un estado de excepción irregular y variadas consecuencias para tantos ciudadanos.
Imposible anticipar quién saldrá vencedor en esta monumental disputa. Quien lo sea efectivamente, o que se aprecie como triunfador para los votantes, tendrá un punto de ventaja que podría proyectarse en las próximas elecciones presidenciales, tanto para la reelección de Trump, o para su reemplazo por una figura demócrata en ascenso, como Nancy Pelosi. Ninguno parece dispuesto a ceder por ahora.
En consecuencia, hay más de un muro que está en juego, el material con México, y el otro inmaterial, esencialmente político, para impedir que surja un contrincante peligroso. (Santiago, 7 enero 2019)

 

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