Artículos de Opinión

Reflexiones de la pandemia.*

La pandemia inflinge sufrimiento y privaciones. También socava la confianza en el futuro, frustrando esperanzas y planes, dejándonos confundidos y desorientados. Sin embargo, también hay cambios alentadores, que, a menudo, aceleran procesos en camino antes de la pandemia.

All the king’s horses and all the king’s men

Al no ser un experto médico o un epidemiólogo, no escribiré sobre la enfermedad y la lucha para mitigarla o superarla; mis reflexiones son las de uno de los muchos “no expertos” quienes están conmocionados en medio de la devastación a tantas vidas y los cambios asombrosos en la mayoría de los aspectos de la vida a los que, en muchos países, todos han debido acostumbrarse.

La pandemia inflinge sufrimiento y privaciones. También socava la confianza en el futuro, frustrando esperanzas y planes, dejándonos confundidos y desorientados.

Sin embargo, también hay cambios alentadores, que, a menudo, aceleran procesos en camino antes de la pandemia. Uno que agradezco, especialmente, es la presentación por parte del Servicio Nacional de Salud de Inglaterra, de las consultas por video con el médico. Como todas las innovaciones, se pueden usar mal pero también pueden mejorar la capacidad de los médicos para ayudar a sus pacientes. Quizás más importante que las innovaciones específicas es la forma en que las personas se han unido para ayudar a sus comunidades a hacer frente a la pandemia. Junto con la enérgica movilización social y la creciente preocupación mutua, se da cuenta, incluso, entre algunos escépticos anteriores, de la importancia del liderazgo y el gobierno para dar dirección a la respuesta pública a la enfermedad y sus efectos debilitantes. Desafortunadamente, la pandemia también creó más oportunidades para el poder político arbitrario, un ejemplo doloroso es la negación de la capacidad de las mujeres para obtener abortos o usar clínicas de fertilidad. No menos deprimente ha sido el aumento del abuso doméstico y las crecientes manifestaciones de prejuicios raciales y étnicos, de chovinismo e intolerancia.

¿Un tiempo posterior a la pandemia vería un retorno a la vida tal como la conocimos o el profundo trauma que estamos experimentando ahora cambiará la vida en el tiempo? Tiendo a pensar los cambios como considerables y mientras más dure la pandemia, serán mayores. Se arraigarán “nuevas formas de hacer las cosas”, algunas “adoptadas”, porque las personas piensan que mejoran las “viejas maneras” y muchas “adoptadas como peores”, pero necesarias, para hacer frente a la pandemia. El “costo” de abandonarlos será grande y para muchas personas que se han acostumbrado a ellas, son, como decimos, la “nueva normalidad”. Para dar un posible ejemplo: las corporaciones que emplean a miles de trabajadores de oficina pueden descubrir enormes ahorros cuando sus empleados trabajan desde casa. Es por eso que se diseñarán nuevas formas de usar las oficinas para mantener a los trabajadores interactuando personalmente y funcionando como equipos, tal vez llevando a todos a la oficina una vez por semana y comenzará una lucha para mejorar las condiciones de trabajo en casa.

Se producirá un impacto considerable en el transporte público y el tráfico por carretera, en el costo de locales comerciales y alojamiento residencial, posiblemente desplazando más servicios e instalaciones urbanas fuera del centro, etc. Mi punto es que los cambios no necesitan ser planificados, es muy probable su aparición en la medida que las personas hagan lo “mejor posible” respecto de las condiciones que los constriñen.

¿Los cambios traerán mejoras o agravarán los males de la sociedad? Imposible saberlo pero hay razones para pensar en encontrar orientación en las fundamentos que han cambiado, de consiguiente, nuestros criterios para juzgar las “prácticas sociales” tendrán que cambiar.

Algunos comentarios sobre tres temas pueden ilustrar el punto.

1) La globalización, entendida aquí como estrechos lazos comerciales y de fabricación, extensos intercambios culturales y medios de comunicación interconectados, hizo posible la pandemia y es crucial para su supresión. Los meses recientes han visto los esfuerzos de extender y cimentar la cooperación internacional. Asimismo, vió una explosión de chovinismo y enconada hostilidad, comúnmente basada en teorías conspirativas inventadas, expandidas por líderes ansiosos de escapar a la responsabilidad al hacer caer culpa sobre otros países y, a la vez, buscar expandir su influencia alrededor del mundo por medio del socavamiento de la cooperación internacional. Es muy posible que la presente popularidad del aislacionismo será, a la vez, de vida breve y, ciertamente, de influencia profunda. Considerando las muchas maneras en que eventos en una parte del mundo afectan a las personas en países lejanos, “incentivos” para incluir eventos más allá de los límites estatales, inconsistentes con aislacionismo, serán muy poderosos. La forma más efectiva de hacer esto, evitar el aislacionismo, es a través de acuerdos negociados, considerando el “dar y recibir” por todos, que es lo que entendemos por cooperación. La práctica internacional  y las instituciones internacionales anteriores a la pandemia eran inestables y llevaban a consecuencias indeseables porque ellas tienden a incrementar el poder de algunos países o partes de dichos países al interior de los mismos comprometiendo la capacidad de otros para encontrar cooperación con las culturas nacionales, las tradiciones nacionales de  fomentar lealtad cívica y coexistencia. Es por estos fundamentos que el aislacionismo fomentado por la pandemia puede generar nuevas formas de cooperación más respetuosas de las tradiciones culturales en todo el mundo pudiendo integrarlas en los acuerdos internacionales más que destruirlas. Paradójicamente, el crecimiento del aislacionismo en los Estados Unidos y su retirada de su supuesto papel de liderazgo mundial pueden, si tenemos suerte, facilitar los experimentos para encontrar un nuevo equilibrio en la autonomía y la cooperación en el campo internacional (e introducir estándares más altos de bienestar humano y ambiental y control del clima). Es posible  que Estados Unidos no desee ver que eso suceda y China puede verse atraída por una guerra fría contra Estados Unidos. Para asegurar una cooperación global, más estable y justa, mucho depende de la resolución del resto del mundo.

2) Cuando pensamos en las libertades personales y en la lucha contra la discriminación, podemos quedar impresionados por los enormes avances en algunas partes del globo, en la condición de las mujeres y de diversos grupos desfavorecidos. Estas luchas continúan y tienen un largo camino por recorrer. Pero varias libertades personales como la privacidad, la libertad de expresión y libertades relacionadas han estado en retroceso por mucho tiempo y por muchas causas, no siendo la menor de ellas la lucha contra el terrorismo, el lavado de dinero y la ciberdelincuencia. La pandemia está contribuyendo a la erosión de estas libertades, quizás especialmente, aunque no sólo, debido a la importancia de la prueba y el seguimiento para limitar las infecciones. Las reacciones a  la disminución  a las libertades personales varían, pero muchas personas las acogen con agrado, no siempre dándose cuenta de su verdadero alcance o naturaleza. Después de todo, se deberían a la búsqueda de movimientos dignos. La verdad elemental de que las libertades no son gratuitas, que tenemos que pagar un precio por tenerlas, ya no es tan obvia para la mayoría de la gente. El resultado es un conflicto entre la retórica de la libertad a toda costa y la realidad de una voluntad cada vez menor a correr riesgos de daño o perjuicio, provenientes de ataques terroristas, criminales o del virus, como precio por disfrutar de esas libertades. Tal vez, tras la pandemia, la cultura pública se enfrente con mayor honestidad a este conflicto y adopte un rumbo más sostenible en lo que respecta al precio de las libertades, teniendo en cuenta su importancia para las oportunidades de tener una vida gratificante, así como la forma en que un culto ciego a la libertad a cualquier precio compromete la posibilidad de tener esa vida. También podemos darnos cuenta de que, si bien hay muchas respuestas insostenibles a la búsqueda del precio correcto que hay que pagar por esas libertades, no hay una única respuesta correcta, y las diferentes tradiciones pueden tener formas conflictivas pero aceptables de responder a la pregunta.

3) Hay otro conflicto oculto en muchas opiniones populares. Un conflicto entre la creencia en la democracia como única forma legítima de gobierno y la creencia de la importancia de basar la política en una ciencia sólida. Repetir el “mantra” que la ciencia proporciona conocimiento sobre las consecuencias de diversas políticas, pero los políticos democráticamente ungidos deben elegir entre ellas y asumir la responsabilidad de sus elecciones, aunque no sea del todo falso, no es en absoluto útil. Ignora el hecho puesto de relieve en recientes controversias sobre las respuestas a la pandemia: la ciencia no sirve en manos de científicos no sólo afectados por la política general sino también por la política interna de la vida científica. Tampoco proporciona alguna orientación sobre la forma de alcanzar las decisiones políticas en base a la ciencia y las estructuras institucionales que deben permitir hacerlo. Tal vez debería haber ciertos ámbitos respecto de los cuales algunas instituciones científicas deberían tomar las decisiones, guiadas por un marco flexible de políticas determinadas por instituciones democráticas, de manera análoga a la forma en que en algunos países el Banco Central es autónomo en sus decisiones, con sujeción a una definición de sus objetivos generales, determinados por instituciones democráticas. Dada la variedad de materias sobre las que la ciencia tiene algo que decir y la enorme variedad de culturas políticas de los distintos países, hay muchas maneras de responder a la pregunta, y deben probarse diversos acuerdos institucionales con la esperanza de reconciliar la política basada en el conocimiento con la supervisión democrática. Sólo todos aguardamos que la forma en que la pandemia nos ha obligado a enfrentar estas cuestiones fomente replanteamiento equilibrado e ilustrado de culturas e instituciones políticas en las que vivimos. (Santiago, 13 agosto 2020)
* Traducción con permiso del autor por el profesor e investigador Doctor en Derecho Sergio Peña-Neira, MA. DEA.LLB Profesor Asociado Universidad Mayor, Profesor e Investigador en el Centro de Sociedad y Salud, Escuela de Derecho y Doctorado en Políticas Públicas, Fac de Estudios interdisciplinarios. Miembro de la Sociedad chilena de Filosofía Jurídica y Social, Sociedad chilena de Derecho internacional, European Society of International Law, International Law Association. Miembro de Phillip Jesup Competition como juez y del Climate Colab de la universidad MIT en Estados Unidos. Postdoctorados en la universidad KCL y en la U. d Cambridge (Lauterpacht).

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