En su reciente cuenta pública, el presidente Boric ha enfatizado que la cultura «crea empleo y oportunidades». Con su anuncio de duplicar las jornadas de celebración del Día de los Patrimonios busca no solo fomentar el disfrute cultural, sino también dinamizar el sector cultural y turístico, generando mayor actividad económica y visibilidad para las instituciones y gestores patrimoniales. La decisión de instaurar un segundo día es un gesto político que subraya la importancia que el gobierno le otorga al patrimonio y la cultura como pilares del desarrollo social y la identidad nacional. Es una forma de visibilizar y celebrar la riqueza cultural de Chile de manera más frecuente.
Esta ampliación debe seguir haciéndose con la ciudadanía, que es muy menudo la primera línea de defensa contra el deterioro, el vandalismo, el robo o el desarrollo inmobiliario que amenaza bienes patrimoniales. Su capacidad de identificar y denunciar estas amenazas es crucial. En muchos casos, son las propias comunidades (juntas de vecinos, agrupaciones culturales, familias) las que llevan a cabo acciones de limpieza, mantenimiento o restauración de espacios y objetos patrimoniales, supliendo la ausencia de recursos públicos o actuando de manera complementaria.
Las familias y comunidades son los principales custodios de la memoria histórica y las tradiciones. La transmisión oral, la enseñanza de oficios y la participación en rituales o festividades aseguran que el patrimonio siga vivo y relevante para las nuevas generaciones. El patrimonio se valora al ser usado y vivido. A través de la participación en festividades, el consumo de gastronomía local, la visita a sitios históricos o la práctica de bailes tradicionales, la ciudadanía actúa como una promotora activa de su patrimonio, atrayendo visitantes y fomentando un turismo cultural sostenible que sea respetuoso y que beneficie a la comunidad local.
José Albucco
Académico Universidad Católica Silva Henríquez
Creador del blog Patrimonio y Arte