Cartas al Director

El proceso por el cual se ha de redactar una nueva Constitución ya tiene lo suficiente para funcionar.

Marcelo Alvarado Lincopi

24 de mayo de 2021


Está la voluntad soberana que ratificó afirmativamente que desea un proceso de transformaciones, a través del cambio constitucional, y están electos los y las personas que integrarán la Convención Constitucional, como órgano constituyente.

Ahora bien, hay que dilucidar ciertas cuestiones a la hora de afirmar tendencias y opiniones. Este proceso constituyente posee elementos de su esencia que lo hacen particular, no tan sólo en nuestra historia constitucional, sino en la comparación con los procesos semejantes que han debido afrontar otras naciones. Es así como es posible identificar, a la luz de los resultados obtenidos a lo largo de estos meses tanto en las contiendas electorales como en las deliberaciones legislativas, tres cuestiones de la esencia de este particular proceso de redacción constitucional.

En primer lugar, este trance constituyente ha de incorporar, puesto que así lo ha ratificado la voluntad soberana en elecciones, bastantes escaños de carácter independiente de los partidos políticos; en segundo lugar, es posible corroborar, con los originarios datos brutos de la elección de los días 15 y 16 de mayo, que las mujeres fueron las candidaturas más votadas, lo que revela que, en realidad, la ausencia del carácter paritario de nuestras instituciones ha sido causa de exclusiones realizadas ex-ante de las mismas elecciones; finalmente, en tercer lugar, la deliberación legislativa, acompañada de un largo historial de promesas, movimientos políticos y debates públicos, ha hecho aún más particular este proceso, respecto de la historia constitucional chilena, incorporando escaños reservados a representantes de las primeras naciones, o pueblos originarios, a la deliberación constituyente.

Es dentro de este panorama donde la Convención Constitucional, más la ciudadanía atenta al desarrollo de este proceso, se ve enfrentada a sus primeros importantes desafíos: realizar un reglamento y elegir a un/a integrante que presida la Convención. Los elementos de la esencia, anteriormente mencionados, circunscriben el cumplimiento de tales desafíos ya mencionados, en razón de preservar la auténtica causa que ha impulsado este proceso excepcional que requerirá de elementos que lo legitimen durante los próximos decenios.

Es por ello que, en primer lugar, el reglamento de la Convención Constitucional deberá guiar cauces que democraticen, incorporando organizaciones de la sociedad civil, la discusión interna de la Convención, deberá establecer principios de transparencia y probidad, deberá establecer las comisiones que trabajarán las materias que se fijen, deberá prescribir un protocolo de prevención y sanción del acoso sexual en la Convención, también un protocolo que se encargue de compatibilizar las laborales de cuidado con el trabajo en la Convención, deberá establecer un protocolo de respeto y entendimiento intercultural y otras cuestiones relevantes en torno a la realización y requisitos de los diversos trámites; en segundo lugar, respecto de la presidencia de la Convención Constitucional, estimo conveniente que quien ocupe tal cargo reúna en su persona todos los elementos que son de la esencia de este proceso constituyente, esto es, una mujer indígena que, hasta este presente histórico, no era parte de la política institucionalizada.

 

Marcelo Alvarado Lincopi

Estudiante de Derecho en la Universidad Alberto Hurtado

Ayudante de las cátedras de Historia del Derecho y de Derecho Constitucional.

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