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viernes 20 de junio de 2025

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El robo de armamento de guerra a centinelas

La repetición de robos a cuarteles militares en la Región de Valparaíso revela una preocupante vulnerabilidad en la defensa de instalaciones estratégicas. Las restricciones impuestas a los centinelas en el uso de sus armas no solo comprometen su seguridad, sino también la integridad del aparato estatal que están llamados a proteger.

El surgimiento de una nueva modalidad de robo, consistente en asaltar a los vigilantes y centinelas de reparticiones militares robo de armamentos a vigilantes y centinelas que protegen reparticiones militares, obliga a reflexionar, porque en definitiva las fuerzas armadas, interpretadas como sus hombres y su armamento, las instituciones que aseguran la supervivencia del Estado. Ya van tres los robos de esta naturaleza, todos en la Región de Valparaíso, en las ciudades de Concón, Viña del Mar y Valparaíso.

El primero de estos robos ocurrió en la madrugada del 17 de julio de 2024, en el fundo Las Salinas de Viña del Mar, de propiedad de la Armada, que se ubica entre los edificios navales de la Armada, de la recta de Las Salinas y la población Gómez Carreño. En la oportunidad personal naval que estaba de guardia, como vigilantes del fundo naval, fueron a controlar a cuatro personas que consumían alcohol al interior del recinto que ellos vigilaban. Los cuatro sujetos, de los cuales uno estaba armado, reaccionaron en forma agresiva al control naval, golpearon a los dos marinos y les quitaron sendos fusiles M 16 que portaban. Los marinos estaban imposibilitados de defenderse con su armamento, porque sus fusiles estaban cargados con balas de salva.

El segundo de estos robos ocurrió, en la madrugada del jueves 25 de febrero de 2025, a la entrada del Fuerte Aguayo, en Concón, oportunidad en que otros cuatro sujetos dispararon, desde el interior del Campo de Entrenamiento «Almirante Bascuñán», así bautizado en homenaje al contralmirante Fernando Bascuñán Arancibia, que fue el primer Comandante General del Cuerpo IM (el papá de Willy, de Los Cuatro Cuartos), para luego intimidar a los infantes de marina que se encontraban de guardia, robarles los cascos, los chalecos antibalas, los fusiles, especies personales y la munición que se encontraba en el lugar.

El tercer robo se materializó recién, en la madrugada del 18 de junio de 2025, y afectó al regimiento Maipo, en Playa Ancha, Valparaíso. En la oportunidad seis sujetos agredieron, con cuchillos a los dos soldados, que cumplían funciones de centinelas, a los cuales golpearon y les robaron sus fusiles.

Los tribunales competentes para conocer de estos tres delitos son los juzgados de Garantía de Viña del Mar y de Valparaíso, porque tienen como autores a civiles y la investigación le corresponde al Ministerio Público. Lo que no obsta a que el Juzgado Naval de la 1ra Zona Naval y el Juzgado Militar de la Segunda División del Ejército persigan la responsabilidad de los centinelas, navales o militares, según corresponda y que las autoridades militares instruyan investigaciones sumarias administrativas para determinar todas las responsabilidades que se deduzcan de la investigación, y digo todas porque incluyen las de los mandos.

El tema principal, lo que llama más la atención, la pregunta inevitable: ¿Cómo es posible que delincuentes comunes roben el armamento de servicio a militares, cuando están de centinelas? La respuesta es simple. Sus mandos militares les imponen muchas restricciones en el uso del armamento, para que no lo usen, desde limitaciones materiales, como no distribuirles munición para que no puedan disparar, a amenazas psicológicas, de castigos de penas disciplinarias de pérdida de su empleo y de su carrera militar, de cárcel, de manchas en sus papeles, que le impedirán trabajar en la vida civil. Frente a estas amenazas el centinela razona, desde antes del asalto. Si defiendo mi fúsil, y le disparo al ladrón, iré preso por violar los derechos humanos de los delincuentes y, además, perderé mi empleo, porque mis superiores no me apoyarán y me dejarán solo, y el hilo se cortará, una vez más, por lo más delgado. La opción del centinela surge clara y cristalina: «mejor no me defiendo, mejor es que me roben el armamento, aunque me echen, pero esta noche duermo en mi casa».

La explicitación de las razones por las cuales surgió esta nueva forma de delinquir y de obtener armas de guerra, para cometer más y mejor otros delitos, de poco sirve, pero las conocen los delincuentes. El centinela tiene una muy importante misión y, por derivación, la consigna de defender el cuartel, y este no se defiende con rifles de plumavit, pintados de negro, ni con balas de salva.

Lo cierto es que el centinela es el primer eslabón de la defensa nacional. Así, la protección del cuartel incluye a los militares y al armamento que guarnece el cuartel. La acción delictiva del asaltante a un cuartel militar no es comparable a la del mechero que roba un shampoo en el súper mercado. El centinela tiene la obligación y la consigna de reprimir el asalto, y debe hacerlo con armas de verdad y con munición de guerra, y para que dispare, si lo estima necesario, está protegido por la eximente de responsabilidad del artículo 10 No 10 del Código Penal, de cumplimiento de un deber. Sus superiores no deben atemorizarlo para que no use su arma, porque también prefieren que le roben el fúsil, a ser ellos acusados de promover las violaciones a los derechos humanos. El centinela está, legalmente, obligado, en conformidad al artículo 301 del Código de Justicia Militar, a disparar al asaltante, antes de que consume su delito, y el Estado, representado por sus superiores militares, está obligado a defenderlo, en conformidad a lo establecido en el artículo 90 del Estatuto Administrativo.

 

Humberto Palamara Iribarne

Ingeniero naval, abogado y cientista político

 

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