Con motivo del reciente anuncio del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025 otorgado al filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han, quisiera expresar públicamente que tal distinción no sólo honra la trayectoria de un pensador actual, sino que también envía un mensaje claro y necesario sobre el lugar que la filosofía aún ocupa (y debe ocupar) en nuestra época.
Byung-Chul Han ha logrado algo que parecía improbable en un tiempo dominado por la tecnología, la fugacidad, el rendimiento y la distracción: hacer de la reflexión filosófica un acto de resistencia cultural y una forma de comunicación profunda. En sus ensayos breves, certeros y cargados de una prosa tan sobria como incisiva, Han no sólo analiza los síntomas de la sociedad contemporánea, sino que interpela nuestra manera de habitar el mundo, de relacionarnos y de pensar. Su diagnóstico centrado en la autoexplotación, el exceso de positividad y la pérdida del otro, no es un ejercicio de mera especulación, sino que también una advertencia lúcida sobre las formas de cómo la vida humana se ve empobrecida por la lógica neoliberal y el tecnocapitalismo.
Así, reivindicar la filosofía no es una nostalgia académica ni un capricho elitista, sino un requerimiento urgente en medio de una época que trivializa el pensamiento, reduce la complejidad y transforma la atención en un recurso escaso.
El trabajo de Han es incómodo para muchos precisamente porque no ofrece soluciones rápidas ni simplificaciones reconfortantes. Y aunque sus críticos a menudo lo acusen de pesimismo o abstracción, sus textos son, en realidad, radiografías precisas de un mundo que se aleja del pensamiento crítico, de la pausa contemplativa y del encuentro con el otro.
Por lo tanto, en tiempos donde lo útil se impone como criterio supremo, Han nos recuerda, con firmeza y claridad, la necesidad de defender lo aparentemente inútil: el pensamiento lento, la experiencia estética, la escucha profunda, la interioridad. Logrando, de esta manera, una forma de resistencia y una apuesta de otra manera de estar en el mundo.
Con esto, no solo se celebra a un autor leído en múltiples lenguas, sino que se reconoce el valor del pensar en un presente que parece haberlo olvidado.
Boris Osvaldo Saavedra Pérez