Cartas al Director

Ideología y actualidad.

Oscar Muñoz Moya

9 de junio de 2022


Desde un punto de vista clásico, las ideologías se han descrito como dos enfrentamientos de ideas, las cuales muchas veces nos permiten una interpretación holística de los procesos sociales, ahora, desde la mirada de Marx, este la definió como “Un conjunto de ideas destinadas a convencer universalmente acerca de una verdad que obedece a una dominante”, por otra parte, Paul Ricoeur, la define como ”Función de integración de un fenómeno ineludible de la vida en sociedad”, estas dos definiciones tan dispares, nos acercan a una significación en común, la ideología como base de la sociedad desde donde nos organizamos y pensamos la –polis– política.

De la descripción anterior se desprenden concepciones generales que nos pueden llevar a pensar las ideologías desde distintos frentes, por un lado, creo que es pertinente hablar de ideologías como ideas y por otro lado, hacer mención a la clase política, quienes obtienen el rédito de ellas y finalmente son los conductores de las masas, y quienes además sacan partido de la movilización de la ideología como tal, desde un beneficio económico personal, a un deficiente trasfondo de materialización de las ideas, este último concepto es el más relevante en la contemporaneidad de nuestros días, la -institucionalidad-.

A modo de ejemplo, de la política nacional, es ineludible hacer un análisis de cómo cada vez es menor el apego de la sociedad a los partidos políticos que representan una ideología, pues parece ser, que las personas quieren desligarse de ello y actúan por su propia cuenta, casi por sentido común, las ideologías agonizan lentamente, y como sociedad no tenemos solución o manera de encausar ese conflicto, ¿de qué manera se organiza la sociedad sin partidos políticos?. En este sentido, si analizamos los datos publicados por la facultad de Gobierno de la UDD, podemos decir que, respecto a la Confianza Interpersonal, la cual mide la confianza que tienen las personas en sus instituciones, por ejemplo, Gobierno, Congreso, Sistema Judicial, entre otros, Chile es uno de los países con el promedio más bajo (6,0) en una medición de 0 a 100, en comparación con los países de la OCDE que van a la vanguardia, tal es el caso de Dinamarca y Noruega con niveles por encima del (70,0), asimismo, respecto a la Confianza de Gobiernos, Chile tiene índices muy bajos que demuestran la decadencia de la confianza en la clase política, pero, no es un caso aislado, pues se evidencian índices bajos en la mayoría de los países de la OCDE, a excepción de Suiza y Turquía, finalmente, de estos datos se obtiene un indicador relevante, la confianza sistémica, la cual dice relación con la confianza abstracta y profunda de la ciudadanía, la cual si bien es compleja de medir, está ligada a nuevas garantías y soluciones, tal como fue el proceso constituyente, desencadenado a partir de una grave crisis social-política.

En esta misma línea, es pertinente hablar del proceso constituyente, una movilización sin líderes, pero como una masa pensante, a su vez, con tópicos claros, más derechos, garantías de cambios y el concepto más relevante -DIGNIDAD-, la masa unida para hacerse escuchar frente a un momento caótico, ese mismo año, noviembre del 2019, la mayoría de los partidos políticos se unen como lo han hecho históricamente para darle conducción a las demandas, el gran acuerdo de una nueva constitución, la que desde un principio sería conformada por ciudadanos independientes a través de elecciones políticas, es finalmente conformada por un 50% de calle (ciudadanos desconocidos que vienen de distintos gremios y asociaciones) frente a un 50% de la misma clase política que representa lo mismo de siempre, en ese proceso constituyente, más allá de las discusiones de forma y fondo en sala y en las más de 100 sesiones que se ejecutaron durante los meses de discusión, hoy tenemos dos opciones, Apruebo y Rechazo, lo que finalmente podríamos catalogar como dos pensamientos ideológicos, por un lado, millones de personas se agrupan en la opción Rechazo, es decir, no quieren ningún cambio, quizás por miedo, quizás por intereses en juego o quizás por un sentimiento ideológico que no les permite ver con claridad los cambios que se pudieran ejecutar, en fin, sin duda una mirada más conservadora, en la otra vereda están quienes optan por el Apruebo, una parte de la izquierda chilena, así como una parte de independientes que lograron atiborrar las calles durante el 2019, que hoy más allá de izquierdas y derechas corren el cerco para avanzar a una sociedad más justa, que no tenga limitantes.

Algo a tener en consideración es el rol de las Redes Sociales, las ideologías hoy están determinadas por la inmediatez de la información, cada vez menos personas se inscriben en partidos políticos que estén familiarizados con sus intereses, hoy la sociedad se configura en torno a las nuevas tecnologías, como lo definió en su momento Byung-Chul Han, la sociedad de la transparencia, nos lleva a consumir información a impulsos cortos, es decir, nadie quiere entender el problema de fondo y ver más allá de lo que tenemos, imaginamos la realidad y el futuro a partir de un tuit de 140 caracteres, que muchas veces es información mal intencionada que lo único que busca es difundir noticias falsas para boicotear el proceso constituyente en Chile u otros procesos políticos, de aquí se desprende también el 42,6% que según Pulso Ciudadano declara no haber leído el borrador de la nueva constitución, muchos sobrepasados por la información, y muchas veces por información falsa que proviene de distintos medios no oficiales.

Por último, me parece pertinente analizar brevemente el rol del Presidente Gabriel Boric, quien ha sido de las pocas personas que ha logrado interpretar el sentimiento de la gente, cada vez que puede deja en claro que más allá de su gestión, y de lo que puedan hacer como gobierno “necesitamos trabajar juntos” en las problemáticas sociales, aludiendo directamente a la población, traspasando el límite de lo ideológico, tónica que difícilmente se puede ver en autoridades antecesoras, muchas de ellas envueltas y custodiadas por su sesgo-ideológico, pensando que el presidente solo debía velar por la ciudadanía que permitió su elección; de esta forma se involucra a toda la ciudadanía en un gobierno que pretende como dije anteriormente ir más allá de lo ideológico

A modo de conclusión, las ideologías hoy son parte del problema, agonizan para una parte de la población, donde es recriminada constantemente, es desplazada por demandas claras que no tienen líder ni tampoco un partido politico por delante, de aquí nacen premisas como: querer menos corrupción, querer que se garanticen derechos, querer más justicia, querer mejor educación y querer vivir sin delincuencia, entre otras, finalmente, querer una vida DIGNA, lo que no se trata de ideologías, es más bien, una cuestión de sentido común, que nos debe conducir como seres humanos deliberativos e inteligentes; mientras por otro lado se ve a través de la -ideología- la clase política, que disfruta de sus privilegios y una vez vendida la concepción de una idea nueva y exitosa, esta se desvanece para seguir siendo más de lo mismo, cuestión de nunca acabar.

 

Oscar Muñoz Moya

Administrador Público, Lic. en Administración Pública y Cs. Políticas

Universidad Austral de Chile

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