Ante los escándalos corporativos o faltas a la probidad pública, es común ver a expertos rasgar vestiduras en una reacción casi performática. Cabe preguntarse si estas reacciones (a veces razonables) responden a una genuina altura moral o a un \»exhibicionismo\» que busca más el aplauso que la solución (más allá de los lugares comunes) .
La condena ruidosa simplifica la raíz del problema y opaca la necesidad de un análisis sereno sobre sus causas profundas. La verdadera autoridad moral no necesita de muchas luces y ruido, esta reside en la reflexión constructiva que busca respuestas concretas o casos específicos.
Sebastián Vicuña
Abogado | LL.M | M.A.