Salir a caminar por el barrio se ha vuelto una tarea compleja debido al comportamiento de algunos dueños de perros que los pasean sin correa, permitiendo que se acerquen o incluso se lancen hacia los transeúntes, generando situaciones de tensión o miedo.
Esto se vuelve especialmente grave en las plazas, donde los perros circulan libremente, muchas veces desplazando a niños y niñas, en especial a quienes han tenido malas experiencias previas. Si se intenta conversar con los dueños, muchos ignoran el reclamo o atan a sus mascotas solo por unos minutos, para luego soltarlas nuevamente. A ello se suman los problemas derivados de la falta de limpieza: fecas sin recoger, bolsas abandonadas y malos olores por orina, incluso en áreas de juegos infantiles.
Desde la municipalidad reconocen sus limitaciones en cuanto a fiscalización, lo que se comprende dadas las múltiples funciones que hoy enfrentan sus equipos.
Aun así, esta situación genera frustración y resignación en quienes terminan por restarse del uso de espacios públicos. Por ello, sería deseable avanzar en campañas educativas sobre tenencia responsable, zonas o franjas horarias específicas para mascotas, mayor fiscalización y, por sobre todo, una actitud más respetuosa hacia los demás.
Daniel Burgos Bravo