Cartas al Director

“Una oposición decente, moderada y con santos fines”.

Francisco Bartolucci Johnston

21 de octubre de 2024


La frase que rotula esta columna es de don Diego Portales y forma parte de su “ideario”, manifestado en los momentos en que, después de la independencia, Chile buscaba organizarse como República. No eran momentos fáciles: Chile venía saliendo de una confrontación fratricida – resuelta en la Batalla de Lircay (17 de abril de 1830) –, de una larga seguidilla de ensayos constitucionales fracasados y de una caótica situación política interna. Bajo estas circunstancias, Portales reclama la formación de “un gobierno fuerte y una autoridad impersonal, que tenga como contrapartida un sistema de oposición que no sea tumultuario, indecente, anárquico, injurioso, degradante al país y al gobierno”.

En el momento que escribo esta columna, el Presidente de la República y el Gobierno entero se encuentran sumidos en la más dificultosa crisis que hayan atravesado, la cual amenaza incluso su propia subsistencia. Por su parte, la oposición se encona en un verdadero alud de recriminaciones y apresta sus más filosas armas para, ojalá, proporcionar una estocada final al Presidente y su Gobierno.

Observando con mirada, que pretende ser de largo alcance, me pregunto si las partes encontradas entenderán que la crisis que nos ahoga afecta a la democracia misma y probablemente a su propia estabilidad, y si tendrán la inteligencia de entender la responsabilidad que les cabe en la hora presente.

Mi humilde opinión es que hoy se necesita – y se pone a aprueba- la verdadera vocación republicana de nuestra dirigencia política, que en conjunto deben ser capaces de superar el difícil momento que aqueja, entiéndase a bien, al país como conjunto.

Chile merece, en la hora presente, la mejor lección de civilismo por parte de sus dirigentes, sea de gobierno o de oposición.  El Gobierno debe reconocer ante el país los errores que le son imputables en el episodio que ha desatado la crisis y estar dispuesto a asumir los costos con dignidad y honestidad. Por su parte, la oposición tiene el derecho de exigir las responsabilidades de las autoridades que corresponda, lo que no significa ver en ello la oportunidad de destronar a un presidente constitucionalmente elegido por mayoría ciudadana, y su gobierno.

Si bien, de ambas partes se requiere de una actitud prudente y desprendida, estimo que el principal esfuerzo en la superación de esta grave crisis radica en la oposición que no debe dejarse llevar por cálculos políticos ni electorales, sino por los grandes principios que conforman su ideario: la libertad y el orden democrático republicano, el que en toda circunstancia y momento se debe afianzar y jamás arriesgar impulsando riesgosos caminos, siempre de incierta predicción en su desenlace y consecuencias.

Por lo demás, unos y otros deben entender que los ciudadanos los están observando atentamente para juzgar su comportamiento en un momento crítico para todos: ¿sabrá el Presidente y su Gobierno enfrentar la espinosa hora presente con humildad y sentido de país y la oposición estar a la altura de una “oposición decente, moderada y con santos fines”? Lo veremos.

 

Francisco Bartolucci Johnston

Abogado y profesor universitario

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  1. Absolutamente de acuerdo con lo expresado, creo que la situación requiere de prudencia y moderación por ambas partes. Hacer justicia no implica hacer leña del árbol caído, por una parte, ni desenterrar otras querellas para empatar. Es comprensible el festín televisivo pero no hay que alimentarlo con declaraciones y actuaciones irreflexivas.