Contrapuntos

Estado Nacional vs Estado Plurinacional.

Tras el Estallido Social de O-2019 y 200 años de conflicto entre el Estado de Chile y los Pueblos Originarios, la Convención Constitucional abrió las puertas de un debate histórico sobre la forma del estado, que tiene posiciones radicalmente opuestas, emergiendo, entonces, la urgente necesidad de abrir el debate en la opinión pública del país. Al respecto, conversamos con Jorge Aillapán, abogado de la Universidad de Concepción, diplomado en Propiedad Intelectual de la Universidad de Chile, doctor en Derecho por la PUCV e investigador del centro de Estudios Mapuche Rümtun, y, además, conversamos con Francisco Bartolucci, abogado y académico de la PUCV, político del Partido Unión Demócrata Independiente. Diputado por el Distrito N° 13, Región de Valparaíso, periodos 1990-1994; 1994-1998; y 1998-2002. Alcalde de Valparaíso, entre 1978 a 1987.

Por Jaime Rivas, U. Chile

1. ¿Naciones originarias preexistentes al Estado de Chile o etnias de Chile?

Al iniciarse la gesta emancipadora, que dará lugar al Estado Independiente de Chile, ya existe formada una raza homogénea que dará lugar a la Nación Chilena. Esta raza es el mestizaje (que en la zona central se desarrolla a gran escala a partir del siglo XVII) y se ha formado con la confluencia de razas indígenas y española. Las tribus y pueblos ubicados en la zona sur del país se irán también integrando a la Nación Chilena a partir de la Independencia (siglo XIX) como resultado de la natural expansión del ya formado Estado de Chile. La raza chilena, posteriormente a la independencia, se enriquecerá con la llegada de diversas colectividades que se integrarán plenamente a la Nación Chilena.

2. ¿Cuál es su crítica con la posición contraria?

La idea de nación surgió mucho después de la existencia de estos pueblos originarios, en un contexto cultural muy diverso, por lo que me parece carente de seriedad académica atribuir a ellos esa noción, que tiene connotaciones diversas a la historia de los pueblos originarios. Me parece que es más correcto hablar de etnias de Chile. Algunas de ellas son originarias. Otras, como los araucanos (mapuches), son «importadas» y fueron, por una parte, los autores de la «disminución» numérica de algunas de ellas -por ser elegante en la expresión- y, por otra, como se mantuvieron separados de los españoles, no se encuentran en el origen de la Nación Chilena, que es una raza mestiza, pero con otras etnias.

3. ¿Estado Nacional o Estado Plurinacional e intercultural? ¿Por qué?

Estimo que en la nueva Constitución que se redacta debe mantenerse la expresión República por ser una definición que indica nuestra naturaleza política de una manera inequívoca y recoge los elementos más definitorios de una democracia. Por lo demás la expresión República se encuentra contenida en nuestros textos constitucionales a partir de la Constitución de 1928, hasta la actual del año 2005. Nada justifica el reemplazo de esta expresión por otras como Estado Nacional o Estado Plurinacional. No se requiere, ni tiene sentido. Lo intercultural tiene otra dimensión.

Propongo se mantengan las expresiones contenidas en el artículo cuarto de nuestra actual Constitución: “Chile es una república democrática”. ¿Hay alguna definición conceptualmente más clara y que mejor refleje el sentir de todos nosotros? Afirmo que no.

4. ¿Cuál es su crítica con el otro tipo de organización estatal?

La expresión Estado Nacional es absurda, pensemos (y nos damos cuenta de inmediato) que la Constitución se iniciara así: “Chile es un Estado Nacional…” ¿Qué sentido tiene una afirmación como esa? Simplemente no se entiende. Lo que corresponde es iniciar “Chile es una República…”. Esto si tiene sentido.

Respecto del Estado Plurinacional, para el caso de nuestro país es una afirmación errónea. Chile no es un país plurinacional. Chile es una sola Nación, conformada por una sola raza, es decir un solo pueblo (ver respuesta N° 1). La existencia de algunas etnias de menor significación numérica y prácticamente ninguna relevancia cultural en el contexto de la Nación Chilena no rompe el carácter unitario de la raza chilena y su cultura formada desde el momento mismo de la llegada de los inmigrantes españoles a estas tierras del sur del continente americano. Por lo demás estas etnias hoy se han integrado plenamente a la Nación chilena, sin perjuicio que algunos de sus miembros puedan vivir en comunidades donde mantienen algunas prácticas de su cultura ancestral. También creo justo y conveniente otorgar a los pueblos prehispánicos un reconocimiento constitucional, siempre que el efecto no sea separarlos del Estado de Chile o fraccionar el territorio.

5. ¿A su juicio es compatible el concepto de República con el de Estado Plurinacional?

Ambos conceptos encierran ideas diferentes, de modo que resulta difícil comparar o contraponer. La “República” es una forma de concebir la organización política de un Estado (se suele contraponer a la Monarquía), la expresión “Estado Plurinacional”, en cambio, alude a la coexistencia de varias naciones en un mismo territorio y bajo una misma forma de gobierno. Así, perfectamente pudiera darse una “República (forma de gobierno) Plurinacional (integrada por varias naciones)”; pero para ello debieran existir varias naciones que se organizan en un Estado que toma la forma de República. No es el caso chileno.

6. ¿En su análisis jurídico el Estado Plurinacional disminuye o fortalece la igualdad ante la ley de los ciudadanos?

Reitero que puesto en la situación que señala la pregunta, prefiero hablar de “Republica Plurinacional”. En este caso, se reconoce un Estado unitario que organizado bajo la forma de una República reconoce la existencia de diferentes naciones en su interior. Por ser un Estado unitario, al que todos pertenecen, las leyes nacionales son aplicables a todos por igual (igualdad ante la ley). Lo anterior no obsta que haya estatutos jurídicos especiales aplicables a cada una de las naciones que se reconocen (interesante es el caso de las “autonomías” o “estatutos autonómicos” en España) siempre que ello no rompa la unidad territorial o que las normas autonómicas sean de tal envergadura que en la práctica haya tantos Estados como naciones se reconocen. Por otra parte, las leyes autonómicas se aplican por igual a todos los ciudadanos que forman parte de esa autonomía, por lo cual se mantiene el principio de igualdad ante la ley.

7. ¿Considera que las experiencias de Estado Plurinacional han sido un éxito o un fracaso? ¿Cuáles y por qué?

Como señalo en mi respuesta anterior, la experiencia española es muy interesante y me permito agregar exitosa, pero hay que considerar que en ese país estaban las condiciones raciales, históricas, geográficas y culturales necesarias para instalar un régimen de autonomías dentro de un Estado unitario. Piense Ud. las diferencias entre Galicia y Cataluña o entre Asturias y Sevilla. Suiza ofrece también un interesante ejemplo exitoso de federalismo a través del sistema de “cantones”, pero vaya que hay historia para ello.

Nada parecido se da en nuestro país donde la unidad nacional se manifiesta cohesionada en su raza, geografía, historia y sentimiento nacional. ¿Qué tienen en común un atacameño y un chilote?, pues, ser chilenos.

Entre los fracasos me voy a permitir citar el “ideal bolivariano”. Sin perjuicio de los caudillos que con sus ansias de poder dividieron, América nunca fue una sola ¿y por qué?, simplemente porque no lo era. En otro plano, la situación de Bolivia en nuestro continente es una “majamama” que nadie entiende.

8. ¿Cómo imagina Chile bajo un Estado Regional, Plurinacional e Intercultural en el año 2032?

No me lo imagino, y espero que en la futura Constitución que se redacte nada de ello se consagre.

Chile no debe ser estructurado como un Estado Federal (le llaman Regional) por no tener historia, cultura y recursos para ello; ni ser concebido como un Estado Plurinacional (por qué no lo es, como arriba se ha fundamentado) y seguir siendo, dentro de la unidad nacional, un país multicultural (lo que lo hace maravilloso).

 

1. ¿Naciones originarias preexistentes al Estado de Chile o etnias de Chile?

En el contexto de los derechos humanos y, más concretamente, de la legislación y jurisprudencia internacional sobre personas indígenas, la nomenclatura correcta es “pueblos” o “naciones”. Sin ir más lejos, la Declaración ONU (2007) sobre Pueblos Indígenas indica en su preámbulo: “afirmando que los pueblos indígenas son iguales a todos los demás pueblos (…)”. Por lo demás, una nueva relación y convivencia entre los diversos pueblos y naciones, que cohabitan este territorio, debe erradicar el afán dominical y posesivo que el Estado y la nación chilena ejerce sobre los indígenas.

En términos sencillos, es incorrecto hablar de “nuestros” pueblos originarios, o “las etnias de Chile”. La chilena es otra nación más, evidentemente principal y predominante, pero diferente de las naciones indígenas que la preexistieron en estos territorios.

2. ¿Cuál es su crítica con la posición contraria?

El giro “etnia” resulta anacrónico, por diversas razones. Primeramente, retrotrae a una consideración netamente antropológica y evocadora de disputas raciales. Luego, y en el plano político, hablar de “etnias” -propiedad de tal cual o Estado- perpetúa el rol asimilacionista con que se comenzó a forjar la legislación internacional indígena, de principios del siglo XX. Por ello que, por ejemplo, el Convenio Nº 169 OIT señala en su preámbulo: “Considerando que la evolución del derecho internacional desde 1957 y los cambios sobrevenidos en la situación de los pueblos indígenas y tribales en todas las regiones del mundo hacen aconsejable adoptar nuevas normas internacionales en la materia, a fin de eliminar la orientación hacia la asimilación de las normas anteriores”. Se trata éste de un Tratado internacional acordado en otro contexto político, pero incluso así releva la preocupación internacional que existía por la autodeterminación política indígena. Por ello que las nomenclaturas “indio”, “etnia” u otras similares resulten anacrónicas, dando paso a términos más respetuosos políticamente como son “pueblo” y “nación”.

Actualmente el rol desempeñado por los representantes indígenas, en la Convención Constitucional, dan cuenta de estas reivindicaciones nacionalitarias, en ejercicio de su derecho a la autodeterminación y autonomía política.

3. ¿Estado Nacional o Estado Plurinacional e intercultural? ¿Por qué?

Estado Plurinacional e Intercultural. Eso sí, convenga prevenir que la “plurinacionalidad” e “interculturalidad” responden a categorías distintas que, aunque complementarias, no van unidas obligatoriamente. En la Convención se construyó una estrategia sui generis, la “vía chilena a la Plurinacionalidad”, y allí es posible identificar una amalgama de elementos provenientes del multiculturalismo liberal, de la interculturalidad crítica latinoamericana, del regionalismo español, de los estudios decoloniales, entre otros. Es insoslayable tener en cuenta esto pues la Plurinacionalidad y la Interculturalidad no son exigencias exclusivamente indígenas, sino que dan cuenta de la confluencia de aquellos sectores de la población chilena que se consideraban excluidos de las decisiones políticas.

En el sentido indicado, la constatación plurinacional realizada por la Convención es un hito político sin precedentes que si bien reconfigura el escenario estatal, se trata de una reconfiguración mínima y necesaria. Lo más importante, quizás, es que responde a la urgencia de dotar de viabilidad a un proyecto político común que abandone el trato paternalista, el agenciamiento, los intermediarios y, en su reemplazo, reconozca, vele y asegure el ejercicio del derecho a la autodeterminación política indígena.

4. ¿Cuál es su crítica con el otro tipo de organización estatal?

La concepción nacional unitaria, monista, nunca se pactó, sino que se intentó unilateralmente por la vía legal y, cuando no se pudo, se impuso a sangre y fuego. Así ocurrió, por ejemplo, con las “campañas de chilenización” en el norte, o la “pacificación” de la Araucanía. Pese a ello, es sumamente interesante constatar que dicha asimilación u homogenización nunca se logró, perviviendo lo que yo denomino “conciencia soberana”. La antropología ha demostrado la conservación de la cultura indígena -“aculturación antagónica”-, más la conciencia soberana da cuenta de un conflicto político y nacionalitario sin solución hasta hoy. En efecto, es cuestión de revisar instrumentos públicos firmados por personas mapuche -incluso a fines del siglo XIX y principios del XX- en donde la nacionalidad que se inscribía no era la chilena, sino precisamente una “indígena”.

A propósito, tampoco debemos olvidar que el Estado chileno no ha conseguido justificar ni fundamentar jurídicamente, todavía, la invasión de territorios mapuche. Ni siquiera acudiendo al derecho de ocupación bélica. Esto resulta trascendente pues se trata de una herida viva y abierta que, en gran medida, la nueva Constitución podría remediar, reconociendo derechos políticos y territoriales a los pueblos y naciones preexistentes.

5. ¿A su juicio es compatible el concepto de República con el de Estado Plurinacional?

Apelando al esquema tradicional, el Estado chileno -aun declarándose Plurinacional e Intercultural- mantendrá su forma republicana. Eso nunca ha estado en discusión. Incluso la regionalización da cuenta de una estructura estatal tradicional, republicana y probada. Allí están los casos de España e Italia.

Los cuestionamientos a un Estado Plurinacional solo responden a ignorancia y racismo, ambas posturas funestas para una sana convivencia en Chile y la impostergable reconfiguración político-administrativa del territorio. Esas críticas desconocen que, actualmente en el mundo, existen las más diversas formas repúblicas comenzando por los Estados unitarios, federales, regionales y otras como los Estados libre asociados, los territorios dependientes y -tratándose de pueblos indígenas- las reservaciones y las autonomías territoriales. En ninguno de estos casos, la forma republicana se ha visto mermada. Muy por el contrario, al desconcentrar el poder facilitan la convivencia y la administración local de los diferentes territorios.

El principal problema del Estado unitario chileno es su excesivo centralismo, y donde la desconcentración administrativa termina favoreciendo aun más dicho centralismo. Si a ello le sumamos el racismo y la negación de la autonomía política de los pueblos indígenas, se genera el caldo de cultivo que desencadenó la crisis política de octubre de 2019. Por ello resulte menester atender y estudiar los antecedentes previos, al menos los más inmediatos como el proceso constituyente del año 2016 y, antes, las resultas de la Comisión de Descentralización del año 2014. En el informe de esta última, podemos constatar que ya, hace una década, las aspiraciones indígenas lograron confluir con las exigencias regionalistas, tanto de izquierda como derecha. Por ello no resulte extraño lo que esté ocurriendo hoy en la Convención Constitucional.

6. ¿En su análisis jurídico el Estado Plurinacional disminuye o fortalece la igualdad ante la ley de los ciudadanos?

Al abordar la igualdad ante la ley, tratándose de pueblos indígenas, siempre hay que remitirse al hito del año 1819, cuando el gobierno de O’Higgins decretó la igualdad entre los habitantes de estos territorios. La razón es sencilla: nunca consultó ni convino con las naciones preexistentes acaso querían formar parte del nuevo proyecto nacional chileno, de ahí que se sostenga que dicha legislación nunca afectó la soberanía que las naciones preexistentes ejercían sobre sus territorios, y así dan lo demostrarían los Parlamentos o Tratados firmados con el Estado chileno.

Sin perjuicio de lo anterior, este nuevo pacto social plurinacional brinda la oportunidad de fortalecer y corregir la histórica negación y exclusión de los pueblos indígenas. El discurso de los “grupos privilegiados” o la disminución de la igualdad ante la ley, por su parte, solo da cuenta de una disputa artificial y malintencionada. En efecto, bajo la actual Constitución, la normativa chilena y las políticas públicas de fomento reconocen y entregan a los pueblos indígenas subsidios, becas, bonificaciones, etcétera, mas no hay reclamos o campañas en contra de éstas. ¿Por qué?, porque existe un acuerdo mundial y transversal en orden a que los pueblos indígenas deben ser incluidos dentro de los “grupos humanos vulnerables” y, en consecuencia, ser beneficiarios de discriminación positiva, acciones afirmativas, o justicia transicional, según sea el modelo o la justificación teórica que se dé a aquel trato diferenciado. En consecuencia, el supuesto socavamiento del principio de la igualdad ante la ley, no es más que la alarma racista surgida con ocasión del avance de las propuestas de normas indígenas. En la próxima Constitución Plurinacional todas y todos seguiremos siendo chilenos. No habrá ni territorios separados, ni secesión, ni diferencias arbitrarias e injustificadas. La nacionalidad seguirá siendo una sola -la chilena-, sin perjuicio de la consideración de la nacionalidad y ciudadanía indígena, al interior del territorio chileno y en algunas actividades transfronterizas tradicionales.

7. ¿Considera que las experiencias de Estado Plurinacional han sido un éxito o un fracaso? ¿Cuáles y por qué?

Aun cuando no se reconozca constitucionalmente, Estados Unidos, Canadá o España son Estados Plurinacionales. A priori, entonces, yo podría afirmar que la Plurinacionalidad transformará a Chile en un país del primer mundo. No obstante, habría que convenir antes cómo o en qué aspectos mediremos el éxito o fracaso de un Estado Plurinacional: ¿aumento del producto interno bruto?; ¿aumento del ingreso per cápita?; ¿disminución de la deuda externa?; ¿éxitos deportivos en competencias internacionales?; ¿disminución de la huella de carbono?; ¿paz entre naciones o colectivos al interior de un Estado?; ¿inclusión o exclusión de pueblos indígenas en la estructura estatal?; etcétera.

Muchos son los factores que podríamos considerar para abrazar o rechazar la Plurinacionalidad. Recién citaba ejemplos plurinacionales del primer orden, más no han estado exentos de dificultades y enconadas disputas nacionalitarias, y así ocurrió en España con la nación Vasca, o actualmente con Cataluña. Tratándose de pueblos indígenas, el racismo y el avance de las industrias extractivas y contaminantes han resultado decisivas para complotar contra una convivencia plurinacional, y así ha ocurrido incluso, en Estados Unidos o Canadá. Para el caso chileno, tragicómica resulta la experiencia sufrida por la experta maorí Marama Muru-Lanning que -estando en Chile para avalar el modelo neozelandés- fuera víctima de racismo. Tras ello, sentenció que nuestro país no podría avanzar, en materias indígenas, si no erradicaba el racismo.

En el ámbito latinoamericano, los proyectos plurinacionales de Ecuador y Bolivia fueron vistos como la panacea en dicho ámbito, sin embargo, el mejoramiento de la vida de estos pueblos y el ejercicio de su derecho a la autodeterminación se han visto truncados, básicamente porque las élites de dichos Estados se han mostrado reacias a ceder poder a las naciones indígenas y -cuanto peor- renunciar a los modelos capitalistas de corte neoliberal. Entonces, no es la configuración plurinacional la exitosa o defectuosa, sino la resistencia de las clases privilegiadas a compartir el poder político y abandonar el capitalismo salvaje.

8. ¿Cómo imagina Chile bajo un Estado Regional, Plurinacional e Intercultural en el año 2032?

No hay nada que temer, si asumimos que el Chile multicultural es una realidad hace varios años ya. Claramente la inmigración se hizo de forma desprolija, hay muchos problemas de convivencia, pero el Estado está respondiendo de forma correcta, asumiendo el cambio de paradigma. La inmigración no es solo mano de obra barata y los frutos pueden verse en las diversas áreas como el deporte o el arte, y próximamente en los profesionales que se irán graduando. Algo similar espero del presente proceso constituyente. En una década más debieran comenzar a verse los primeros frutos: que la multiculturalidad de paso a la interculturalidad; que las regiones y los diversos territorios gocen de autonomía política; que el enfoque plurinacional prime en la convivencia, de igual manera que lo hace hoy el enfoque de género. Imagino un Estado mucho más armonioso en la distribución político-administrativa como, también, en la generación y reparto de las riquezas que se generan en los territorios. Imagino que los pueblos indígenas podrán pensar, decidir y actuar por sí mismos, sin necesidad de ser agenciados por intermediarios ni partidos políticos chilenos. Los imagino en sus territorios ancestrales y en paz con el Estado chileno.

 

 

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  1. Independientemente de ciertas interpretaciones manifiestamente conservadoras que plantea el Sr. Bartolucci, válidas desde lo que implica el debate de ideas en una sociedad, urge salir de la zona de confort intelectual y hacer un estudio más actualizado de ciertas materias para llevar a cabo una discusión medianamente seria. Sólo por mencionar alguna y dada la recurrencia en su argumentación, el concepto de «raza» y las ideas detrás de ella llevan, por lo menos, más de cuatro décadas de refutación. Cualquier argumento que apele a ella se cae por sí solo. Si vamos a discutir sobre el Chile futuro, que sea, mínimo, en conocimiento de las ideas, reflexiones y avances intelectuales de este siglo.

  2. Veo que uno de uno de los entrevistados es abogado y el otro humorista del stand up progre que nos azota, quien expone ideas absolutamente impracticables y anacrónicas del chamanismo cavernario. En fin, no es de extrañar que varios «letrados» piensen de esta forma