Entrevista

Imagen: revistasantiago.cl
Convención Constituyente.

Agustín Squella Narducci, constituyente, abogado, profesor, periodista, escritor, Premio Nacional de Humanidades: “Creo que la propuesta final tendrá más pro que contras”.

Squella afirma que para evaluar el contenido que será sometido a plebiscito de salida debe esperarse al texto definitivo, que será presentado el próximo 4 de julio tras las modificaciones pertinentes por parte de la Comisión de Armonización, de la cual es parte. Aunque es crítico de la labor realizada por la Convención y del actual Borrador, se muestra optimista respecto de la oportunidad que presenta, pues la discusión constitucional se extenderá sin importar el resultado del plebiscito.

15 de junio de 2022

Por Paula Francisca Alonso Reyes, Universidad de Chile

En el contexto de la última etapa del proceso constituyente a que dio paso el Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución, la ciudadanía está a la espera del texto definitivo a presentarse el 4 de julio para su posterior decisión mediante plebiscito. Frente a ello, el convencional por el Distrito 7 y profesor de Derecho refiere en esta entrevista a la labor que ha desempeñado en distintas comisiones y a la valoración de la Convención en esta etapa crucial.

1. La labor desarrollada los constituyentes se ha insertado en un proceso social, político y cultural sin precedentes, ¿cuáles han sido las mayores dificultades para la Convención?

Las que todos conocemos, algunas lamentándolas y otras ruborizándonos por ellas. Al parecer no era posible tener un proceso constituyente en sordina y carente de ripios, desafinamientos e incluso episodios bochornosos si venimos de una grave crisis política y social. Sigo siendo crítico, y  también autocrítico, porque formo parte de ella, de muchos episodios de la Convención, pero estoy convencido de que la propuesta definitiva que haremos a la ciudadanía, tenga aprobación o rechazo, estará a la altura de lo que se nos pidió.

2. En términos generales, ¿cómo evalúa lo elaborado por la Comisión n°2 de Principios Constitucionales, de la que participó?

Bueno, yo habría sido partidario de un texto mucho más directo, breve y conciso, y, por lo mismo, creo que en ese primer capítulo como también en otros, se nos fue un poco la mano en términos de escritura. De hecho, presenté en esa comisión una propuesta completa de capítulo 1 que no tenía más de 12 o 14 disposiciones, pero no fue aceptada. Creo que escribiendo más de la cuenta tuvimos a veces la errónea sensación que de esa manera nos mostrábamos más comprometidos con ciertos valores y principios constitucionales.

3. Actualmente se desempeña en la Comisión de Armonización, ¿cuál es el principal desafío que presenta tal labor?

Se trata sobre todo de una oportunidad para colaborar al mejor orden, coherencia y presentación final de la propuesta constitucional. Se me pasó por la cabeza la idea de no apuntarme a dicha Comisión e instalarme en mi distrito a hacer un trabajo de difusión que habría resultado mucho más cómodo para mí y seguramente también algo más descansado. Pero resistí la tentación y ahí estoy, armonizando, e integrando para ello una comisión que ha trabajado muy bien.

4. El trabajo de la Convención ha estado constantemente bajo el escrutinio público, y ello se acentúa conforme proliferan especulaciones respecto del contenido definitivo del texto y su eventual resultado en el plebiscito ¿por qué pasa aquello? ¿por qué se desconfía tanto de un proceso legítimamente apoyado por la ciudadanía?

Hace ya rato que en Chile estamos funcionando desde la desconfianza. Desconfianza hacia los demás –por ejemplo, en el actual Congreso Nacional- y nunca hacia nosotros mismos (por ejemplo, en la Convención de que formamos parte). Mala cosa algo así. Noto también mucha desmesura, de lado y lado del espectro político, y no pocos egos desatados a veces hasta niveles del narcisismo. No restemos en esto importancia a la incidencia que puede tener la pandemia y sus todavía no muy claros efectos neurológicos en las personas y grupos de que formamos parte.

5. Si bien un análisis del contenido del Borrador y su comparación con lo planteado por la actual Constitución deberá esperar hasta la entrega del texto definitivo, ¿qué oportunidades presentan las normas y temáticas que se aprobaron?

Lo que yo sugiero para formarse un parecer responsable sobre la propuesta constitucional es esperar a tener a la vista el texto definitivo, debidamente armonizado y con sus normas transitorias a la vista. Hasta ahora tenemos solo un borrador que, por definición, es siempre un texto insuficientemente ordenado, provisorio, defectuoso, y, por tanto, susceptible de  ser mejorado. ¿Por qué entonces se dio a la publicidad un borrador? Por transparencia, digo yo, algo que le ha faltado mucho a la política nacional en el último tiempo.

6. Hoy en día se discute desde algunos sectores políticos la alternativa de “rechazar para reformar”, a su respecto ¿lo considera una opción coherente con el proceso de discusión constitucional que se ha desarrollado hasta hoy? ¿Es acaso una buena forma de evitar los riesgos que se acusan podría generar la aprobación de la Nueva Constitución?

Es una alternativa válida, aunque cuesta creer que sectores que desde 1989 han resistido hasta última hora los cambios a la Constitución de 1980, se muestren hoy tan abiertamente partidarios del cambio constitucional si se rechazara la propuesta de la Convención. Sé que incurro en lo que acabo de criticar –la desconfianza-, pero ¿cómo creerle a sectores conservadores que hasta hace muy poco defendían la Constitución del 80 como el gran legado del Capitán General? ¿Cómo creerle al sector político que recién en 2005 dio sus votos para terminar con los senadores vitalicios y designados solo porque la institución empezó a jugarle en contra y no porque se hubiera dado cuenta, súbitamente, que se trataba de una institución escandalosamente antidemocrática?

 7. ¿Qué recomendaría a la ciudadanía en general para afrontar conjuntamente esta última etapa del proceso constituyente?

Calma, mesura, responsabilidad, no pintarse la cara de guerra ni por el apruebo ni por el rechazo, y disposición a tomar el 4 de julio la propuesta definitiva y a  examinarla con tranquilidad, ojalá en grupos, por ejemplo, familiares, profesionales, vecinales, de estudiantes, de trabajadores. Sé que puede sonar algo ingenua, pero esa es la expectativa que tengo respecto de un país que decidió darse una nueva Constitución no solo para dejar atrás la actual, sino para tener una que fuera del siglo en que nos encontramos.

8. Finalmente, admitiendo que tanto la Constitución vigente como el Borrador de Nueva Constitución e inclusive el texto definitivo contendrán errores, aspectos que pueden mejorarse y de seguro serán reformados, ¿por qué se decide por aprobar?

Porque creo que la propuesta final tendrá más pro que contras. Es imposible que una Constitución que tendrá cerca de 400 artículos guste o disguste completamente, en todas y cada una de sus normas. Habrá que ponderar entonces, porque la propuesta, que no será perfecta, tampoco será un mamarracho. Y, como toda Constitución, contendrá normas sobre su propia reforma, y esta vez por 4/7 de los actuales y futuros legisladores, lo cual es una garantía de que su texto podrá mejorarse en el futuro.

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  1. Considero acertada la discusión planteada en el punto 6; podemos vislumbrar un escenario político que, más que complejo, se presenta como una fina línea entre la incongruencia de ciertos sectores políticos que apuntan nada más que a la inconsistencia, em contraste con un cambio generacional, que presentan atisbos de participación que apuntan justamente a un camino con respuestas que entreguen -y tal como se ha visto en más de una consigna desde el estallido- la posibilidad de optar por la dignidad.