Entrevista

Nicole Romo Flores, candidata independiente por el Distrito 9.
Niñez, adolescencia, discapacidad, participación, pobreza, exclusión social y derechos sociales.

Nicole Romo Flores, candidata independiente por el Distrito 9: «Aspiro que el proceso mismo sea una reparación de las confianzas tan dañadas en nuestro país, que nos permita construir un camino de diálogo permanente, para abordar nuestras crisis y decisiones, hoy y en el futuro».

La trabajadora social afirma que hay que focalizarse en aquellos colectivos de especial protección: niños, niñas y adolescentes; personas en situación de discapacidad y personas mayores. Asimismo, pone especial énfasis en que la nueva Constitución debe estar permeada en cada artículo por un enfoque de género.

26 de abril de 2021

Por Elke von Loebenstein M., periodista Diario Constitucional.

En una reciente entrevista realizada a Nicole Romo Flores, trabajadora social, Máster en Gestión de Organizaciones sin Fines de Lucro, Universidad de San Francisco, EEUU, candidata independiente por el Distrito 9 (Recoleta, Independencia, Conchalí, Huechuraba, Renca, Lo Prado, Cerro Navia y Quinta Normal), destaca la importancia que tiene la democracia participativa y que sólo asegurando participación ciudadana durante la Convención estaremos apuntando a su legitimidad, confianza e involucramiento de las personas. A su vez, explica lo relevante que es declarar en la nueva Constitución que nuestro Estado es Plurinacional, no solo como un acto de reparación, sino que de reivindicación, visibilización y revitalización.

 

1. ¿Cuál es una de sus principales visiones con respecto al proceso Constituyente?

El proceso Constituyente es un proceso histórico, inédito en nuestro país. Surge como una demanda política y social desde la ciudadanía, cansada de cómo ha funcionado nuestro país hasta ahora en una evidente contradicción: por un lado, hemos generado riquezas y avances para situarnos en el tránsito hacia un país desarrollado; pero por otro lado, esas mismas riquezas y desarrollo no se han distribuido de manera equitativa y solidaria en nuestra sociedad.

En este contexto, mi visión para el proceso constituyente es que será un proceso vital. No sólo determinará una nueva estructura y mandatos para nuestro país en materias de: derechos, distribución del poder, participación ciudadana y eliminación de todo tipo de discriminación. También aspiro que el proceso mismo sea una reparación de las confianzas tan dañadas en nuestro país, que nos permita construir un camino de diálogo permanente, para abordar nuestras crisis y decisiones, hoy y en el futuro. No sólo tenemos que definir el “Qué” queremos, también tenemos que definir “Cómo” lo queremos hacer, porque allí se juega nuestro Ser como sociedad. La esencia que tendrá nuestro país.

 

2. ¿Qué tan efectivo es que la redacción de una nueva Constitución será “desde cero”?

Creo que más que analizar su efectividad, debemos analizarlo desde la necesidad que sea desde cero. Nuestra actual Constitución, no sólo ha instalado un modelo casi totalmente al servicio del mercado y no de las personas, sino que además fue redactada bajo una dictadura que violó de manera sistemática los derechos humanos de sus ciudadanos, y donde además su redacción fue a puerta cerrada sin ningún tipo de deliberación ni posibilidad de oposición alguna dado el contexto político. Por tanto, comenzar desde cero, es darnos una oportunidad real y concreta de construir colectivamente nuestra carta magna y eso implica esfuerzos articulados para hacerlo dentro de los plazos establecidos. También es importante señalar, que comenzar desde cero no es literal, porque Chile ha ratificado un número importante de tratados internacionales de derechos humanos y ellos serán el marco de inicio de esta importante conversación y definición de nuestra Nueva Constitución.

 

3. Dada su experiencia en en los temas de niñez y adolescencia, discapacidad, participación, pobreza y exclusión social y derechos sociales ¿Qué específicamente en estos ámbitos incluiría en la nueva Constitución?

Creo que una de las aspiraciones que está en el corazón de las demandas ciudadanas es la garantía de nuestros derechos sociales: Educación, Salud, Vivienda, Trabajo y Seguridad Social, todos ellos fuente de las profundas inequidades en nuestro país. Estos derechos deben estar garantizados en nuestra nueva Constitución con una mirada integral, reconociendo su ejercicio y goce a lo largo de la vida.

Sin embargo, esto no será suficiente si no reconocemos nuevos titulares de derechos en la Constitución. Con foco en aquellos colectivos de especial protección: niños, niñas y adolescentes; personas en situación de discapacidad y personas mayores. Los derechos de estos colectivos deben quedar explícitamente reconocidos en nuestra Constitución con el fin de asegurar su inclusión, calidad de vida y ejercicio de sus derechos. Y en el caso de niños, niñas y adolescentes, además, se debe incluir en los principios de la nueva Constitución el “bien superior de niños/as y adolescentes” para así impregnar cada tema abordado de este principio y así lograr una sociedad que ponga al centro a la niñez.

Todo lo anterior, debe estar en un nuevo marco. Una democracia participativa, esto y sólo esto garantizará que los nuevos mandatos, asumidos como sociedad, logren su materialización en nuevas normativas, incluyendo la participación de la ciudadanía como garante de la legitimidad de los nuevos procesos políticos que viviremos.

 

4. ¿Cómo se puede asegurar que la ciudadanía se mantenga conectada con el proceso constituyente y de qué manera concibe el rol de la sociedad en este proceso?

Un elemento clave en este proceso será el “Reglamento” que rija a la Convención Constitucional, puesto que esta herramienta podrá establecer y asegurar mecanismos de participación ciudadana durante el proceso.

Necesitamos asegurar la participación ciudadana, pero además, acercar la convención a los territorios a través de sesiones en los mismos territorios, con audiencias públicas; disponer de diversos mecanismos de información: orientada a la ciudadanía y con alcance real.

También mecanismos que permitan que la Convención reciba: insumos, propuestas y opiniones desde la misma ciudadanía. La Sociedad Civil, de la que me siento parte, ya está trabajando en ello.

Sólo asegurando participación ciudadana durante la Convención estaremos apuntando a su legitimidad, confianza e involucramiento de las personas.

 

5. ¿Cuáles son las principales reivindicaciones feministas que debieran verse reflejadas en la nueva Constitución?

Esta respuesta es importante abrirla con un pequeño diagnóstico. En términos muy generales: la gran mayoría de los cargos de poder, económico, político, social, académico, militar, etc. están ocupados por hombres, y no sólo eso, en su mayoría, hombres con una mirada muy patriarcal de nuestra sociedad. Mientras, por otro lado, las labores de cuidado, en su gran mayoría, recaen sobre las mujeres. Sólo quiero hacer esta dicotomía para graficar donde estamos.

Estamos en una sociedad donde aún la brecha es enorme, donde aún tienes más posibilidades de morir por ser mujer que por Covid, donde te pagan menos por el simple hecho de ser mujer. Y así podríamos continuar…

Entonces ¿qué debemos reivindicar? Todo. La nueva Constitución debe estar permeada en cada artículo por un enfoque de género. Considerando la paridad de acá en adelante, la mirada de las mujeres no puede ser excluida ni reducida nunca más, los derechos sexuales y reproductivos deben estar garantizados. No podemos permitir discriminación de ningún tipo y erradicar todo tipo de violencia de la que pueden ser víctimas mujeres o minorías.

 

6. ¿Cómo debería organizarse el Estado en la nueva Constitución? ¿Bajo qué régimen?

Sin duda que dada la crisis política y social desencadenada a partir del estallido social, en donde vivimos un período de ingobernabilidad,  agudizando la propia crisis en donde además se ha sumado una pandemia mundial, ha dejado en evidencia que bajo ninguna circunstancia y especialmente en momentos complejos da lo mismo el régimen de gobierno que nuestro Estado tenga. Las crisis que estamos viviendo, se han transformado en un argumento sólido para cuestionar la organización actual de nuestro Estado, dando señales claras que no nos hace bien política ni socialmente tener un sistema hiper-presidencialismo, puesto que toda decisión relevante termina dependiendo de una sola persona (o grupo muy reducido) sin ninguna herramienta de contrapeso que permita salir de manera eficaz y con el menor daño posible de situaciones complejas.

Es por esto, que creo que debemos avanzar sin vacilaciones a un sistema que permita una redistribución del poder entre el Congreso Nacional y la figura del presidente de la república, en donde se permita una fiscalización entre ambos y participación más equilibrada en el proceso de gobernar el país. Introducir al actual sistema presidencialista instituciones que permitan que la tarea de gobernar sea compartida por el Presidente de la República y el Congreso Nacional, mediante la incorporación de instituciones propias del régimen parlamentario, reduciendo el poder del Presidente de la República en favor del fortalecimiento de la función de gobernar. Entre los mecanismos con los cuales se puede materializar el objetivo de equilibrar los poderes del Ejecutivo y el Legislativo, se cuenta: la limitación al mínimo del control del trámite legislativo por parte del Ejecutivo, por ejemplo reduciendo la iniciativa exclusiva del Presidente; la interpelación efectiva (no como ocurre en el actual diseño de la Constitución) y la censura constructiva, esto es la facultad del Congreso para hacer efectiva la responsabilidad del Presidente; o la facultad de este último para disolver la Cámara de Diputados por una sola vez para llamar a elecciones anticipadas.

 

7. ¿Debemos declararnos Estado Plurinacional?

Llevamos casi un siglo en una lucha intercultural con el Pueblo Mapuche, con enseñanzas que hablan de los pueblos originarios de todo el país desde un punto de vista más bien folclórico y muy en el pasado, es como si la historia “seria” de nuestro país hubiera comenzado a partir de la llegada de los españoles a Latinoamérica y por ende a Chile. Esta comprensión de la historia nos mantuvo por años mirando a los pueblos originarios, primeros habitantes de nuestro territorio, con poco respeto, reconocimiento y una errónea comprensión de nuestra propia historia.

Debemos reconocer que Chile es un país diverso, donde habitan diversas naciones con cosmovisión propia. Declarar en la nueva Constitución que nuestro Estado es Plurinacional, no solo como un acto de reparación, sino que de reivindicación, visibilización y revitalización. Reconocer sus derechos colectivos y que se reconozca su autonomía en áreas tan importantes como su historia, política y cultura. Nuestra riqueza está en nuestra diversidad, en nuestra memoria histórica y en el respeto profundo de aquellos pueblos fundantes de nuestro continente y país.

 

 

 

 

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  1. La mirada feminista siempre se estructura sobre la base de enunciados sin cifras fidedignas del problema que determinadas personas sufren en el país. La brecha salarial ya ha sido descalificada como tal por destacadas economistas «mujeres», no por patriarcales economistas «hombres».
    Segundo, la historia de Chile, empieza cuando llegan los españoles. Como toda ocupación y guerra, que siempre es injusta, se producen aberraciones por parte del invasor. ¿Pero eso significa que los chilenos del siglo XXI somos culpables de lo que hicieron tipos hace 500 años? No.
    Si a la candidata le parece que los 500 mil mapuches que viven en Santiago (si, 500 mil viviendo en el centro neurálgico del Estado represor, trabajando e integrados en su sociedad patricarcal, sin reclamo por reivindicaciones étnicas) debieran ser restituidos en su identidad histórica y cultural, como la tierra es el fundamento de su cosmovisión, entonces, para hacer honor a sus ideas, debiera donar la casa donde vive a un mapuche que lo exija, porque la idea de ella es que, más allá del reconocimiento histórico, ¿desea que le entreguemos nuestras tierras a ellos? Las va a expropiar? Va a expropiar las tierras de las personas que viven en Recoleta, Independencia, Conchalí, Huechuraba, Renca, Lo Prado, Cerro Navia y Quinta Normal para entregarlas a los mapuches? Porque Santiago entero era de los mapuches, según da cuenta la historia. Es fácil hablar de la reivindicación mapuche, cuando se tiene en vista los bienes de los que viven en regiones, pero cuando debe empezar por Santiago, mutis por el foro.