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Publican “Quique el Chicle, asesino confeso de Diana Quer: ¿Un psicópata desalmado?”

Este tipo de personas repiten una fantasía que han elaborado previamente en su cabeza, como una película, en la que ellos son los directores, guionistas y actores principales del drama que, en esencia, no es más que una cacería humana.

4 de enero de 2018

En una reciente publicación española se da a conocer el artículo “Quique el Chicle, asesino confeso de Diana Quer: ¿Un psicópata desalmado?”
El autor sostiene que cuando su buen amigo Salvador Ortega Mallén y un servidor escribieron su libro “Psicópatas criminales: Los más importantes asesinos en serie españoles” (2003, La Esfera de los Libros), le dedicaron varios capítulos a explicar la literatura científica del momento, cuya producción venía principalmente de Estados Unidos.
En aquel momento, recuerda, se pensaba -sí, era así- que el fenómeno era peculiar y propio del país de las barras y las estrellas. En España no había sujetos como esos.
Su libro, señala, demostró lo contrario y tres cosas muy claras: “que era un fenómeno global y que estos lobos con piel de cordero habitan entre nosotros no están enfermos sino que son así. Son malos. Y, lo peor de todo: no tienen remedio”.
A continuación, el autor plantea que la confesión de José Enrique Abuín Gey -alias Quique ‘el Chicle’- primero, y la identificación del lugar donde se encontraban los restos de Diana Quer desde hace 494 días -en un pozo de una nave abandonada, a 200 metros de la casa de sus padres, un lugar que conocía muy bien-,  induce a pensar que es un psicópata desalmado que obligatoriamente se pasará los próximos 25 años de vida tras las rejas, vía condena, y Dios mediante.
Es posible, agrega, que el abogado que le toque defenderle trate de impugnar el procedimiento, aduciendo alguna ilegalidad en la extracción de la confesión, y que después alegue que padece algún tipo de trastorno mental que podría contribuir a una reducción de la pena.
Enseguida hace recordar que Abuín Gey fue detenido a raíz de una denuncia de una joven a la que, al parecer, había tratado de secuestrar con el mismo modus operandi, incluido el robo del móvil.
El detenido tiene, explica, lo que los investigadores definen, como “conciencia forense”: Sabía que el teléfono móvil permite establecer el lugar de una persona, de ahí que quisiera eliminar el principal elemento de prueba.
Además, añade, de operar bajo lo que el agente del FBI, Roy Hazelwood, definió como el “síndrome del chaleco a prueba de balas”; es decir, la creencia de que las autoridades jamás le iban a atrapar.
Porque este tipo de personas, dice, repiten una fantasía que han elaborado previamente en su cabeza, como una película, en la que ellos son los directores, guionistas y actores principales del drama que, en esencia, no es más que una cacería humana.
A continuación, el autor afirma que a los investigadores de la Guardia Civil les corresponde ahora determinar si el asesinato de Diana Quer es el primero, de confirmarse las hipótesis, que ha llevado a cabo o si ha habido otros antes.
“Porque nos podríamos llevar sorpresas. ¿Es Abuín Gey un asesino en serie?”, se pregunta.
De acuerdo con Robert Ressler, agrega, el agente del FBI que formaba parte de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI sobre el que Tom Harris se inspiró para su celebérrima novela y película “El silencio de los corderos”, un asesino en serie es alguien que comete tres o más asesinatos durante un extenso periodo de tiempo con un lapso de enfriamiento entre cada uno de ellos.
Es lícito, cree, que nos hagamos esta pregunta a estas alturas. Y a los investigadores de la Guardia Civil el responderla. En este caso son dos, uno llevado a cabo -el de Diana Quer- y otro frustrado.
Los estudios psiquiátricos que le realizarán próximamente, arguye, casi con toda seguridad determinarán que sufre un trastorno antisocial de la personalidad, que es como la Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos define clínicamente en su Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) a lo que popularmente se conoce como “psicópatas”.
Explica que son personalidades explosivamente agresivas, egocéntricas, carentes de remordimientos o sentido de culpa por los actos realizados, desprovistas de empatía alguna, mentirosas y manipuladoras, superficiales y, sobre todo, capaces de distinguir entre el bien y el mal para su propio disfrute.
Personas de todo punto imputables desde el punto de vista. Porque saben distinguir entre el bien y el mal.
Finalmente dice que 494 días sin abrir la boca sobre el paradero de una joven desaparecida, a la que ha confesado haber quitado la vida, dicen mucho de Abuin Gey en esa dirección. www.confilegal.com

 

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