Eliminar a paciente de la lista de espera para una cirugía que se le había prometido, y mantenerla con un tratamiento farmacológico que no ha mejorado su salud, es arbitrario.
El hospital recurrido señaló que la cirugía no era recomendada, por cuanto no garantizaba una mejoría en la salud de la paciente y no podía realizarse mientras esta última estuviera con trastornos emocionales.