Si testigos difieren en el tiempo en que habrían transcurrido los hechos y se aprecia una incompatibilidad de sus dichos, se vulnera el principio de razón suficiente.
No se trata simplemente de un control horario de precisión o de una medición de minutos sino que de algo mucho más elemental: una cuestión básica de temporalidad, de un “antes”, de un “durante” o de un “después”.