Fernanda Arancibia Muñoz, Universidad de Chile.

El Señor de las Moscas relata la historia de un grupo de niños de distintas edades que se ven atrapados en una isla luego de que el avión en que iban se estrellase en ésta, encontrándose aislados del resto de la sociedad como consecuencia de esto, viéndose obligados a buscar formas de mantenerse con vida mientras esperan que los recaten, debiendo para ello instaurar un nuevo orden social.

Este nuevo orden social se instaura rápidamente en la isla, asumiendo naturalmente cada individuo un rol distinto dentro de la pequeña sociedad que han creado, existiendo un líder, cazadores, seguidores, entre otros. Pero los problemas surgen cuando aparecen los celos y la envidia, causando que un grupo de niños decidan que este “nuevo orden” no parece el correcto, llevándolos a separarse del grupo y creando su propio orden social, el cual cuenta con elementos más violentos que el orden anterior, volviéndolos una amenaza para sus pares. Mientras que a su vez, la amenaza de un monstruo que habita en la isla, instaura el terror entre los jóvenes. Esto despierta la parte más primitiva en algunos de ellos, quienes proceden a dar rienda suelta a sus instintos, mientras que otros intentan mantener la idea de orden social bajo la cuál han crecido.

La lucha por la supervivencia se transforma, ya no solo viéndose enfrentados a un enemigo que no conocen, al cual denominan el “monstruo”, sino que también viéndose enfrentados entre sí, haciéndoles cuestionar su propia naturaleza, así como moralidad, viéndose empujados a la pregunta de “¿Qué estarían dispuestos a hacer por sobrevivir?”

Esta obra ganadora del nobel de literatura en 1983, nos invita a examinar la célebre frase de Thomas Hobbes “Homo homini lupus”, traducible del latin a “el hombre es el lobo del hombre” desde el punto de vistas de las personas consideradas como las más puras dentro de una sociedad: los niños. Dicha frase incluso puede resumir la premisa principal de la obra de Golding: Cuando las reglas, autoridades y sanciones desaparecen, y el ser humano vuelve a su estado natural, se instaura una lucha constante entre los individuos, los cuales son capaces de todo con tal de sobreponerse a sus pares, pudiendo despertar aspectos que el individuo no conoce sobre sí mismo, todo con la intención de sobrevivir.

Este libro admite una gran variedad de interpretaciones, invitando al lector a reflexionar sobre lo que está leyendo desde su propia posición en el mundo, lo que permite que no existan interpretaciones “correctas” o “incorrectas”, esto basado en que la existencia humana es un ejercicio particular dentro de un contexto colectivo, lo que permite que cada persona pueda rescatar un aspecto particular de la obra y concebirla en base de sus vivencias, sin la necesidad de enfrentar esta interpretación a un juicio de valor para determinar su veracidad.

William Golding (1911-1993), fue un reconocido autor del género posguerra, quien vio su escritura influenciada por su servicio militar, y su rol como marino durante la Segunda Guerra Mundial, pudiendo verse estas vivencias reflejadas en las discusiones que se presentan en sus obras, tales como la violencia inherente al ser humano, la barbarie, la libertad y la renuncia a ésta, el orden social, la guerra, entre otras, siempre buscando destacar el cómo la civilización se encuentra sostenida sobre elementos ambiguos y frágiles, a los cuales las personas se someten, pero que muchas veces no entienden o comparten.

Se dedicó a cultivar un estilo de ficción alegórica, haciendo referencias a simbolismos de la religión, la mitología, y la literatura clásica, explotando a través de este estilo distintos dilemas morales, vinculados al cuestionamiento de la propia naturaleza humana, cuestionando si las personas son seres racionales, el cómo todas las personas tienen una crueldad innata, y esta crueldad sale a la luz en situaciones extremas.