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Modifica reglamento.

Se discutirá iniciativa que suprime invocación a Dios en apertura de sesiones de Sala y comisiones.

Corresponde ahora que la iniciativa sea analizada por la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados.

19 de octubre de 2016

La moción de los diputados Aguiló, Boric, Cariola, Girardi, Gutiérrez, Hernando, Jackson, Saffirio, Teillier y Vallejo, expone que la historiografía nacional concuerda que el proceso de separación entre la Iglesia Católica y el Estado de Chile culmina con la entrada en vigencia de la Constitución de 1925.

Observa luego que, a pesar de no haber una declaración explícita en tal sentido, fue la interpretación constitucional que se dio a la garantía de “libertad de conciencia y el ejercicio libre de todos los cultos”, contenida en el artículo 10 Nº2, que fue transcrito casi idéntico en el artículo 19 Nº 6 de la Constitución vigente, agregando que ese derecho fundamental asegura la laicidad del Estado chileno, garantizando a todas las personas la libertad de determinar su propia conciencia, pero además, reconoce la igualdad entre las creencias, pues ninguna tiene un derecho privilegiado frente al Estado.

Sin embargo, los autores de la iniciativa sostienen que en la actualidad cada sesión de la Cámara comienza con la frase solemne: “En el nombre de Dios y de la Patria, se abre la sesión”. Lo anterior, aún consagrado el laicismo aconfesional en Chile hace más de 91 años; y a pesar del artículo 4º de la Constitución que declara a Chile como una República democrática, donde el poder soberano lo ejerce exclusivamente el pueblo y las autoridades reconocidas constitucionalmente que actúen en conformidad a la Constitución [artículo 5].

Exponen enseguida que los estados democráticos modernos no deben reconocer un poder distinto al soberano y que deben asegurar, al menos, la libertad de autodeterminación de todas las personas, porque nos permite comprender la representación democrática como una demostración de nuestra capacidad de darnos las reglas que organizan la vida en sociedad.

Por los antecedentes antes expuestos, y haciendo además presente que el principio de laicidad del Estado está intrínsecamente vinculado a la libertad de autodeterminación de todas las personas y, por tanto, ningún Poder del Estado debe actuar en conformidad a un credo religioso determinado, el proyecto de ley propone modificar los artículos 94 y 255 del Reglamento de la Cámara de Diputados, estableciendo que al momento de que el Presidente de la Cámara abra la sesión pronuncie la siguiente frase: “En representación del pueblo de Chile, se abre la sesión”.

Corresponde ahora que la iniciativa sea analizada por la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados.

REACCIONES AL PROYECTO

Eugenio Yáñez escribió en El Mercurio (17) que el llamado "giro habermasiano" implica que los ciudadanos seculares (como Bellolio o Matamala) deberían abrirse a la verdad que puedan encontrar en los planteamientos religiosos. Se colige de esto que una sana convivencia democrática exige el respetar los ritos y creencias dentro del marco del bien común. Estaremos de acuerdo en que un pesebre, un tedeum ecuménico o invocar a Dios al inicio de las sesiones de la Cámara no lo alteran.

Porque lo que la diputada Vallejo sugiere discutir (que parece banal, pero no lo es) es solo qué reglas habrán de presidir la vida compartida, qué valores son comunes, y si tiene sentido seguir invocando a Dios en medio de una sociedad tan plural que ha convertido las iglesias en tumbas y monumentos fúnebres de Dios. Al extremo que hoy día Él parece sobrevivir solo en el Congreso Nacional, escribió Carlos Peña en El Mercurio (16).

No es de extrañar que la diputada Camila Vallejo quiera eliminar el nombre de Dios de las sesiones del Senado. Los comunistas son tan sectarios y fieles a la ideología marxista, tanto como lo son algunos católicos tradicionalistas a la Iglesia. Marx pensaba que creer en Dios es una alienación y que la religión es "el opio del pueblo", escribió Sylvia Soublette en El Mercurio (16).

La propuesta de la diputada Vallejo  de eliminar la invocación a Dios al inicio de las sesiones de la Cámara  ha alimentado más allá de lo esperado un debate sobre la vigencia del Estado Laico en Chile. Dios no es necesariamente -como afirman algunos- una figura representativa de una religión. Es más, para muchos creyentes sólo representa la causa primera o un ser superior sin adscribir a religión alguna. Aún así, colocar esta figura como el patrono de la sesiones de una instancia tan republicana y ciudadana como el Congreso parece un anacronismo necesario de corregir, escribió Claudio Martínez en La Tercera (16).

La columna de Carlos Peña: “Dios ha muerto”. “No cabe duda que es propio de la condición humana preocuparse por el misterio, asomarse a lo numinoso (la expresión es de Rudolf Otto) e inclinarse ante las nubes de la existencia; pero nada de esto quedará impedido por suprimir la invocación a Dios de las sesiones legislativas”, expone, al referise a la idea planteada por Camila Vallejo, informó The Clinic (16).

El respeto a un estado laico va más allá de lo que diga una u otra religión, y el único trasfondo es el respeto a la totalidad de los habitantes de un país. Una vez electos legislan y gobiernan para todos, no para mayorías o minorías, escribió Eduardo Quiroz en La Tercera (15).

Gabriel Salazar se suma a reemplazar referencia a Dios en la Cámara: “Que sea republicana, laica y se refiera al pueblo de Chile”. El académico y Premio Nacional de Historia sostuvo que “estaría de acuerdo en que la fórmula litúrgica que persigue las reuniones del Congreso Nacional para darle cierto matiz de solemnidad, sea republicana, laica y se refiera al pueblo real de Chile, porque esta referencia a Dios nos remite a un período feudal y una época antigua”, indicó The Clinic (14).

En el Parlamento las invocaciones debiesen ser a aquello que políticamente nos une. El pueblo es un buen candidato. La propuesta de la diputada Vallejo sí tiene sentido, aunque el diputado Andrade aún no sepa cuál es; y no es inconducente, como afirma Carolina Goic. Por el contrario: es eminentemente conducente hacia una tradición republicana laica de la que nuestros diputados, con razones burdas y mezquinas, nos intentan mantener alejados, escribió Daniel Loewe en El Mostrador (14).

Ahora quieren eliminar a Dios de las sesiones del hemiciclo. Puede ser atendible. Pero, ¿habrá una idea sostenible detrás o será solo una muestra anticlerical más con visos de populismo político antirreligioso, ese que hace que hoy se quemen y apedreen las iglesias? También una suerte de secularización social, agresiva y belicosa, que limita toda conversación ponderada sobre el tema, escribió Juan Antonio Muñoz en El Mercurio (13).

Vea texto íntegro de la moción, discusión y análisis.

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