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LyD publicó «(Des) iguales: la evidencia del informe del PNUD».

En el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo se observa que la desconexión entre la percepción y las cifras no es un fenómeno único en Chile.

16 de julio de 2017

El Instituto Libertad y Desarrollo (LyD), en su sección Temas Públicos, publicó el documento "(Des)Iguales: La evidencia del informe PNUD".
LyD señala que a través de datos objetivos y encuestas de percepciones, este informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), busca comprender este fenómeno en Chile y cómo afecta la vida diaria de las personas.
De acuerdo al informe, se presentan dos realidades contradictorias o difíciles de conciliar, aunque ello no es exclusivo a Chile: lo que dicen los datos duros versus lo que reflejan las percepciones.
Ello, ya que se han presentado notables avances en los indicadores sociales, explicados en buena parte por los buenos resultados en empleo, educación y políticas sociales focalizadas.
Lo primero que muestra el informe es que independiente de cómo se mida, la dispersión del ingreso, ha ido disminuyendo a través del tiempo.
Asimismo, se observa que el crecimiento económico ha beneficiado con más fuerza a los sectores más postergados.
Sin embargo, arguye LyD, las percepciones no se ven relacionadas con su indicador objetivo.
Ante la pregunta si las variaciones de los ingresos son  grandes, se observa que a pesar de haber disminuido la dispersión del ingreso en Chile entre el año 2000 y el 2016 de 0,55 a 0,48, las personas que responden “muy de acuerdo” han aumentado en 10 puntos, de 42 a 52.
A continuación se sostiene que lo experimentado en Chile respecto a la disociación entre percepción y realidad no es único, puesto que hay países de relativamente baja dispersión de los ingresos, como Portugal (0,34), Eslovenia (0,24) e Italia (0,33), que también presentan una percepción negativa.
Como sugiere el documento la reducción se podría explicar por razones laborales, de educación y por políticas sociales. En relación a lo primero, esto respondería al aumento de trabajadores clasificados y a una mayor participación laboral de las mujeres, que creció 14 puntos entre el 2003 y 2015.
Se observa también que los salarios reales han crecido, especialmente los de los trabajadores de menores recursos. En promedio, los salarios reales crecieron 120% entre 1990-2015, mientras los de los percentiles menores lo hicieron entre 150% y 200%.
También es posible aclarar esta baja en la dispersión del ingreso, añade el documento, por la expansión en la cobertura educacional, positivamente relacionado con el mayor acceso al financiamiento, con becas y créditos. Entre 1990 y 2015 se quintuplicó el número de estudiantes de educación superior, hasta alcanzar 1.156.000.
Asimismo, agrega el informe, la cobertura educacional de la población entre 20 y 24 años aumentó durante esos años: la tasa de egreso a la educación media pasó de 52,5% a 86,2% y el ingreso a la educación superior de 20,3% a 54,9%.
Expone, enseguida, el texto, que un tercer elemento que se relaciona con la disminución de estas variaciones es la política social focalizada. Esta política se materializa a través de transferencias no monetarias como son las de educación (tales como las subvenciones), salud (como las atenciones de salud), vivienda (como subsidios habitacionales).
El informe del PNUD muestra que Chile ha presentado un enorme avance durante los últimos 27 años, ya que los salarios reales, la cobertura educacional y la política social han beneficiado en mayor medida a los más postergados, explicando que es el crecimiento económico el que ha generado mayores oportunidades a toda la población.
Concluye LyD que la evidencia es una y nos revela que en la medida que se promuevan políticas públicas que fomenten la educación, el empleo y la inversión, y se prioricen las políticas focalizadas, seguirá mejorando la calidad de vida de la población.

 

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