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Sobre la digitalización en el negocio legal.

La mayoría de despachos no han conseguido abarcar y conducir el cambio digital. Siguen acudiendo a los clientes con su viejo modelo en lugar de plantear cómo ofrecer mejores servicios más efectivos.

18 de septiembre de 2017

La digitalización es mucho más que la transición del papel a la comunicación electrónica. Es un proceso de continua mejora, es optimizar la entrega de bienes y servicios, la creación de nuevos modelos de negocio y afianzar las estructuras que soportan las nuevas formas de gestión.
Digitalización es la interacción de las herramientas, las tareas, los flujos diseñados para servir mejor a los clientes y ofrecer conectividad y constante entre el proveedor y el cliente.
Actualmente, los despachos de abogados están inmersos en un mercado donde los conocimientos jurídicos, la tecnología y el proceso son el verdadero producto.
Las firmas de abogados, por lo general, han ido supliendo con la “fuerza bruta” de la mano de obra constante la adaptación a modelos más ágiles basados en la tecnología, lo cual ha desembocado en un costo mayor que, finalmente, acaba repercutiendo en el cliente.
Esto, lógicamente, ha generado insatisfacción en el cliente final y ha abierto las puertas a otros players del sector que sí están digitalizados.
Estos nuevos participantes han identificado ciertas labores (contratos, documentación, jurisprudencia, etc.) que pueden ser abordadas de una forma muy diferente a la tradicional: la “fuerza bruta” puede ser sustituida por experiencia, tecnología y procesos ágiles. ¿El resultado? Tiempo, ahorro y previsibilidad de costes, eficiencia y disminución del riesgo. La primera fase de la digitalización convenció a los clientes que no todas las funciones legales debían ser realizadas por los despachos de abogados.
Eso generó nuevos modelos, nuevos proveedores, gestión de conocimiento, enfoques disruptivos para retos empresariales que involucran cuestiones legales, nuevas habilidades necesarias de los proveedores legales y una gran apertura al cambio.
Las firmas de abogados de todo el mundo han cedido miles de millones de trabajo legal a los nuevos proveedores que sí se están digitalizando. La mayoría de despachos no han conseguido abarcar (y mucho menos conducir) el cambio digital.
Siguen acudiendo a los clientes con su viejo modelo en lugar de plantear cómo ofrecer mejores servicios más efectivos. En esa situación permanecen sordos a las quejas de los clientes (costos, ineficiencia, mala experiencia…) y, en definitiva, un fracaso para entender su negocio.
Los proveedores legales digitalizados, sin embargo, están definiéndose correctamente: se centran en el cliente, son compatibles con las nuevas tecnologías, tienen procesos ágiles y concisos, ofrecen respuestas en tiempo real, son escalables y hacen foco total sobre su cliente. El negocio legal está evolucionando rápidamente, y el ADN de los nuevos proveedores (así como de aquellos despachos que ya han sido reestructurados) está replicando su composición en todo el sector. La digitalización también está llegando al sector más minorista de la industria legal.
Actualmente hay proveedores de bases de datos y software de acceso sencillo y de usabilidad máxima. Incluso están apareciendo herramientas que automatizan absolutamente todo el proceso de trabajo: inteligencia artificial aplicada al sistema legal. Esta tecnología permite investigar, revisar documentos, jurisprudencia y realizar muchas más funciones con impresionante velocidad, precisión y rentabilidad.
El negocio legal es enorme. Los despachos de abogados y proveedores están haciendo bien poco para reestructurar sus modelos productivos y se ven obstaculizados por su obsoleta estructura económica.
Esto genera una frustración cada vez mayor en sus clientes, que buscan solución a sus problemas en otro lugar. La situación se convierte en un regalo para los proveedores de servicios, especialmente a las Big Four en mundo de la consultoría y a otros gigantes internacionales que se frotan las manos mientras se meten de lleno el mundo legal. Sin duda, esto es más que un debate. Pero, al margen de elucubraciones, hay una cosa cierta: la ley se está digitalizando, y esto implica que una nueva dinámica de oferta y demanda reemplazará al sector legal. Fuente: noticias.juridicas.com

 

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