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Escriben: “Derechos sociales o revolución”.

Jorge Rendón Vásquez, académico peruano, analiza la relación histórica entre derechos sociales y la revolución socialista.

13 de noviembre de 2017

En un artículo publicado recientemente, Jorge Rendón Vásquez, académico peruano, analiza la relación histórica entre derechos sociales y la revolución socialista.

En primer lugar, el autor analiza la noción de derechos sociales y las ideas de Carlos Marx sobre el capital, el trabajo, la plusvalía y la revolución, para luego denotar la oposición que se generó entre el marxismo y la doctrina de los derechos sociales, cuya defensa fue asumida por quienes defendían una vía reformista que suponía la participación de los socialistas en la dirección del Estado mediante las elecciones. Así se generaron dos líneas marcadas en el socialismo: una vía revolucionaria, defendida por el Partido Bolchevique; y una vía de conciliación con el capitalismo, asumida por la socialdemocracia, especialmente el Partido Socialdemócrata Alemán. Esta división se hizo patente en la segunda mitad del siglo XX, al expandirse la revolución socialista en países como China y Cuba, versus un nuevo pacto social establecido en países europeos, en los cuales la socialdemocracia contribuyó a la formación de la Economía Social de Mercado o Estado de Bienestar. Luego, estudia como el neoliberalismo consiguió imponerse hacia finales del siglo XX, y como de la mano de este se retrocedió en los avances que habían experimentado los derechos sociales, paradójicamente en algunos casos bajo gobiernos socialistas que abandonaron la vía reformista.

El artículo concluye exponiendo que, a pesar de este retroceso, las mayorías sociales, y entre ellas la mayor parte de trabajadores de los países con economía capitalista, no estiman que haya de acudirse a una revolución social. Con la desaparición de los gobiernos socialistas del Este europeo, a fines de la década del ochenta y comienzos de la del noventa, ha perecido la predilección por ese modelo económico y social en la mayoría de trabajadores e intelectuales que creían en él. Sin embargo, algunos simpatizantes del marxismo se resisten a abandonar su permanencia conceptual en la sociedad rusa y sus conflictos como fueron hace cien años, dominados por placenteros hábitos emocionales, su adoración de ideas que germinaron para esa realidad o por pereza intelectual. La faz trágica de su anclaje en el pasado es la inútil inmolación de los más obsesionados por tales ideas, y de sus víctimas. Con revolución o sin ella, las sociedades no podrían prescindir ahora de los derechos sociales y otros derechos humanos. Son elementos constitutivos de la estructura económica aportados por la evolución económica, social y política. Pero el advenimiento de una sociedad socialista, compatible con el estado de desarrollo material y cultural de nuestro tiempo y ajena a las deficiencias y abusos de las experiencias fallidas de los regímenes socialistas extinguidos, está aún por definirse. La posibilidad de llegar a ella no se sustenta sólo en las condiciones materiales, sino también en la acción de las clases trabajadoras que, como parte de la estructura económica capitalista, conforman uno de los términos en la contradicción dialéctica fundamental de esta sociedad. Esa acción podría desencadenarse a partir de la percepción nítida por los trabajadores de que los empresarios al infringir radicalmente el pacto social con su política de desregulación y precarización de la situación económica, social y cultural de aquellos, los desobligan de atenerse a él. Así, la generalización de la necesidad de un cambio cualitativo de la sociedad en la conciencia de los trabajadores y los intelectuales, que son también en su mayor parte trabajadores, será una expresión de los cambios cuantitativos en la sociedad. El cambio cualitativo podría sobrevenir luego por una vía u otra.

 

Vea texto íntegro de la publicación.

 

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