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Publican “Inhábiles y migrantes: los desafíos del déficit habitacional”.

El informe de LyD plantea que a pesar de la importante disminución del déficit habitacional, se observa que existen nuevos elementos que van en aumento y que podrían frenar la capacidad y velocidad de reducción de éste.

18 de diciembre de 2017

En una reciente publicación se da a conocer el artículo sobre “Inhábiles y migrantes: los desafíos del déficit habitacional”.
Se afirma en el documento que en las últimas décadas, el crecimiento económico del país ha permitido reducir de manera importante el déficit cuantitativo habitacional. Entre 1996 y 2015 el déficit bajó de 563.988 a 391.546 viviendas, equivalente a pasar de 15,6% a 7,3% del parque habitacional.
A continuación, se explica que el déficit cuantitativo, tal como lo define el Ministerio de Desarrollo Social (MDS), corresponde a viviendas cuya materialidad es irreparable o que presenta niveles de allegamiento externo o interno crítico, lo cual se soluciona entregando un subsidio habitacional para adquirir una vivienda nueva. El allegamiento externo corresponde a varios hogares que comparten una misma vivienda, mientras el interno se refiere a varios núcleos familiares viviendo en un hogar.
En este contexto, se detalla que el déficit se encuentra principalmente en las zonas urbanas y enfrenta algunos fenómenos emergentes, como el aumento de la población migrante. Asimismo, las proyecciones demográficas señalan un sostenido envejecimiento de la población. En 1990, por cada 10 niños (menores de 15 años) había 3,3 adultos mayores de 60 años; en el año 2015 esa relación cambió a 8 adultos mayores por cada 10 niños, y según una proyección del INE al año 2050 habría 13 adultos con más de 60 años por cada 10 niños.
Todo lo anterior, continúa, generará mayores demandas en cuanto a accesibilidad y nuevas necesidades para la política habitacional. Además se observa que sigue disminuyendo el tamaño de los hogares. Entre los años 1990 y 2015 se redujo de 4 a 3,2 personas por hogar. El tamaño del hogar condiciona el dimensionamiento de las viviendas, la dotación de bienes y servicios públicos para la ciudad y la política habitacional.

Elementos que debe considerar la política habitacional

En el informe se expone que existen ciertos criterios de la metodología del Gobierno que hacen cuestionable su estimación de déficit habitacional. A modo de ejemplo, si se excluyen los hogares unipersonales, el allegamiento externo sin hacinamiento y las familias que pertenecen al 20% más rico de la población, el déficit cuantitativo se reduciría de 391.546 a 204.648 viviendas.
Asimismo, se especifica que existen además otros elementos que inciden en la estimación del déficit habitacional, lo cual incide en la política habitacional:
a) Migrantes: como lo define el MDS, un jefe de hogar se considera migrante si cuando nació su madre vivía en otro país. Entre los años 2013 y 2015 los hogares con déficit habitacional cuantitativo cuyo jefe de hogar es migrante aumentaron un 41%, de 18.032 a 25.413 viviendas. En tanto, el déficit habitacional cuantitativo de los jefes de hogar no migrante bajó un 17%, de 441.314 a 366.133 viviendas.
b) Inhábiles: los inhábiles son las personas que no cumplen con los requisitos para postular al subsidio habitacional ya sea porque tienen un subsidio vigente o ya son propietarios de una vivienda. En la encuesta CASEN se pregunta si se compró la vivienda con ayuda de algún programa habitacional o subsidio del Estado, lo que busca determinar si el postulante, que es parte del déficit, ya recibió subsidio habitacional. Considerando solo a los hogares principales, el 12,5% (48.728) de los hogares con déficit cuantitativo estarían inhabilitados para postular a un subsidio habitacional ya que recibió un subsidio anteriormente. De ellos, un 93,1% (45.368) corresponde a hogares con allegamiento externo; un 6,8% (3.334) a hogares inhabilitados de núcleos familiares en allegamiento interno y solo un 0,1% (26) a hogares en viviendas con materialidad irrecuperable. Se debieran estudiar con mayor profundidad las razones por las que estas familias estarían inhabilitadas. Por ejemplo, existiría cierto consenso de que se debiera dar otra solución a las familias que adquirieron su vivienda con subsidio habitacional y la vivienda presenta materialidad irrecuperable. Sin embargo, para el allegamiento externo e interno se debiera contar con mayores antecedentes para cada caso, para evitar incentivos no deseados.
c) Focalización: se observa que durante el último tiempo el foco se ha ampliado a la entrega de subsidios habitacionales para la clase media. Resulta cuestionable que la metodología que utiliza el Gobierno para calcular el déficit habitacional considere a los hogares pertenecientes al 20% más rico de la población (con ingreso familiar superior a $ 1.360.248 mensuales).
d) Allegamiento externo con hacinamiento: la metodología para determinar el déficit cuantitativo por allegamiento externo no considera el nivel de hacinamiento que presenta el hogar. Se observa que existe una diferencia muy importante entre los hogares que tienen allegamiento externo con hacinamiento con los que no tienen. Haciendo esta distinción, se observa que los hogares con allegamiento externo con hacinamiento son 31.965 viviendas, mientras que los hogares con allegamiento externo sin hacinamiento corresponden a 151.568 viviendas (82,6%). Si bien estos hogares no tienen un presupuesto común con las familias con las que comparten su vivienda, es cuestionable entregar una vivienda a hogares sin hacinamiento y con buena materialidad.
e) Razones del allegamiento interno: de los 169.109 núcleos familiares que son parte del allegamiento interno del déficit habitacional, el 11% (18.528) corresponde a familias que por distintas razones no estarían dispuestas a cambiarse a otra vivienda. En la encuesta CASEN se pregunta por la principal razón para compartir la vivienda con otro hogar. Entre las respuestas, un 77% de las familias (14.269) señala que no estaría dispuestas a cambiarse a otra vivienda por razones económicas. Esto abre otro aspecto a explorar a la hora de buscar criterios de priorización para reducir el déficit habitacional.
f) Aumento del costo del Programa Habitacional: según información de las Circulares de la División de la Política Habitacional, se observa que el costo de la construcción de viviendas sociales ha crecido de manera importante. Durante la última administración casi se ha duplicado el valor del subsidio habitacional para la población más vulnerable, lo que hace que el costo de la política sea mayor, elevando el respectivo costo fiscal. Aunque es posible justificar esta alza por el aumento del valor del suelo, se debe asegurar que este incremento llegue finalmente a las familias y se traduzca en mejores soluciones y no solo en transferencias a los propietarios de los terrenos.

Así, el informe plantea que a pesar de la importante disminución del déficit habitacional, se observa que existen nuevos elementos que van en aumento y que podrían frenar la capacidad y velocidad de reducción del déficit habitacional. Por una parte está la presencia de hogares que fueron beneficiados en el pasado por subsidios habitacionales, los denominados hogares inhábiles. También se refleja la situación emergente de los hogares con jefe de hogar migrantes.
En cuanto a la metodología, se observa que es cuestionable que el Gobierno considere con igual prioridad casos con mayores carencias y hogares con un solo integrante, familias pertenecientes al 20% más rico de la población y hogares con allegamiento externo sin hacinamiento. A su vez, que contabilice a los núcleos familiares allegados internamente que no estarían dispuestos a cambiarse a una vivienda. Otro elemento a considerar es el importante aumento en el valor de los subsidios habitacionales, lo cual encarece la política habitacional.
Finalmente, se concluye que tanto desde el punto de vista metodológico como de definición de política pública, resulta relevante repensar las soluciones habitacionales a la luz de las nuevas necesidades e incorporar iniciativas que permitan densificar los ejes de transporte y que promuevan los subsidios de arriendo como soluciones inmediatas pero temporales. Asimismo, se observan otros fenómenos, como el envejecimiento de la población, que también deberían ser tomados en cuenta por la política habitacional. Fuente:www.lyd.cl

 

Vea texto íntegro del documento

 

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