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11 de marzo.

Acerca de la ceremonia de cambio de mando y el juramento ante del Congreso Pleno.

«La investidura parece que debe recibirla aquí (en el Congreso), porque la Nación es la que le ha dado la autoridad, i de ella o de sus representantes debe recibir las insignias».

2 de febrero de 2018

A propósito de la ceremonia que se celebrará el domingo 11 de marzo, el Senado recuerda la historia que existe detrás de esta tradición.

Justo cuando se cumplen 200 años de la Declaración y Juramento de Independencia de Chile, se realizan los preparativos para la séptima ceremonia de cambio de mando presidencial desde el retorno de la democracia en 1990.

Cabe señalar que entre 1876 y 1973, casi todas las ceremonias de Transmisión del Mando tuvieron lugar en Salón de Honor, del edificio histórico del ex Congreso ubicado en calle Catedral, entre las calles Morandé y Bandera.

Solo hubo algunas interrupciones a esta tradición, como cuando un incendio ocurrido en 1895 o el terremoto de 1906 inhabilitaron las dependencias del Congreso y las ceremonias se tuvieron que trasladar.

Pero el origen de este protocolo republicano se remonta a 1826, cuando se modificó el cargo de “Director Supremo”, ligado al liderazgo militar que ostentaron los próceres de los primeros años de las Guerras de Independencia, por el “Presidente de la República”.

El primero en asumir dicho cargo fue Manuel Blanco Encalada, el militar y patriota apresado tras el desastre de Rancagua y luego enviado al destierro a la isla Juan Fernández, desde donde fue rescatado en 1817. En 1818 había sido nombrado Comandante General de Marina y se le encargó la misión de organizar la Escuadra Nacional.

El Congreso Constituyente de 1826, en pleno ensayo de régimen federalista, hizo un alto en las deliberaciones de modo de elegir al sucesor del renunciado Director Ramón Freire. La necesidad de consolidar la noción de patria, nación y estado llevó a definir estos protocolos que dan sustento a la identidad del siglo XIX.

El asumido Presidente, prestaría juramento ante el Congreso y luego recibiría las insignias de mando en la sede de gobierno ubicada en el Palacio de la Real Audiencia. Ante la idea planteada por el ministro, intervino el integrante del Congreso, Francisco Vicuña, firme promotor del proceso emancipador y recalcó:

“La investidura parece que debe recibirla aquí (en el Congreso), porque la Nación es la que le ha dado la autoridad, i de ella o de sus representantes debe recibir las insignias. Para este fin creo que debería venir el Presidente acompañado del Director”.

Este “detalle” en el protocolo -que fue respaldado por la unanimidad de la Sala- definió en gran medida, la ceremonia de investidura tal como la conocemos hoy.

Fue una sobria y significativa ceremonia en el antiguo Tribunal del Consulado, sede del Congreso, llegó pasado el mediodía del 9 de julio tal como se había acordado, el Director Ramón Freire acompañado del presidente entrante Manuel Blanco Encalada.

El Director le impuso entonces la banda tricolor distintiva de la suprema autoridad y que fue usada por el primer Director Bernardo O’Higgins.

Manuel Blanco Encalada solo ejerció el poder por dos meses y luego el país se sumió en un largo periodo de inestabilidad política y ensayos constitucionales, aun así: una tradición había surgido.

De acuerdo a los antecedentes recopilados por diversos historiadores, como Bernardino Bravo Lira "los retratos del prócer realizado por el Mulato Gil de Castro hacia 1820 muestran a Bernardo O'Higgins con la banda y la piocha, pero en realidad, son insignas de la Legión al Mérito que luce en su calidad de fundador y gran oficial, no son símbolos de poder supremo". En ese sentido, la banda de O'Higgins no llevó la piocha prendida en un extremo.

Sin embargo, esta medalla de origen militar, habría sido un obsequio del propio O’Higgins al miembro de la Primera Junta de Gobierno, don José Gregorio de Argomedo.

Su significado místico cobró fuerza cuando el malogrado Presidente José Manuel Balmaceda al ser investido sufrió un inconveniente y la piocha fue a dar al suelo. Esa situación se vinculó con su difícil gobierno y la cruenta Guerra Civil de 1891 que provocó miles de muertos.

Algo similar le ocurrió al Presidente Arturo Alessandri, al asumir su cargo en 1920, por lo que el titular del Senado, Luis Claro Solar, la recogió y se la ciñió de nuevo. "Mal agüero me acompaña, don Luis, la insignia de mando se me quiere escapar", le dijo Alessandri. Sea coincidencia o no, el Jefe de Estado enfrentó el pronunciamiento militar en 1924 y debió dejar el poder.

Pero, aparentemente el sortilegio de la insignia también se podría revertir puesto que el mismo Alessandri al terminar su accidentado primer mandato en 1925 tomó un pequeño trozo papel, escribió sobre él, lo fechó y lo guardó dentro de una de las cavidades de la piocha.

Cuando salió electo Presidente de la República, por un segundo período en 1932, al recibir la banda presidencial, y luego que se le hiciera entrega de la piocha, procedió a sacar el papel que había escondido en su interior, y la exhibió al Congreso Pleno y decía: "Volveré".

Otros historiadores, como Felipe Vicencio, sostienen que el origen de la piocha sería otro y se remonta al retrato de don Manuel Bulnes del pintor Raymond Monvoisin (que estuvo en Chile entre 1843 y 1845 y entre 1848 y 1857). Allí aparece retratado con una medalla muy similar. Esto lleva a la posibilidad que: "en el marco de la Guerra contra la Confederación Perú Boliviana, el general Bulnes, héroe de Yungay se habría entrevistado con O'Higgins en Perú y éste le habría obsequiado la medalla de la Legión al Mérito".

Sea como sea, la actual piocha de O'Higgins, una estrella de cinco puntas, es una réplica, pues la anterior que se usó en ceremonias de cambio de mando durante gran parte del siglo XIX y XX se habría perdido durante el bombardeo a La Moneda de 1973 y su misterio continúa…

 

 

 

 

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