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Amnistía Internacional declara que una joven yemení condenada a muerte sufre la furia de la «guerra psicológica» de los Huzíes contra sus oponentes.

El organismo señala que desde que el grupo armado de los huzíes y sus aliados tomaron el control de grandes zonas de Yemen a finales de 2014, miles de personas han sido víctimas de detención arbitraria, desaparición forzada y tortura por su presunta afiliación política o creencias religiosas.

17 de abril de 2018

Rawya Rageh, Senior Crisis Adviser de Amnistía Internacional, relata que Asmaa al Omeissy, de 22 años y madre de dos niños de corta edad, salió del sur de Yemen en busca de seguridad para reunirse con su padre en la capital del país, Saná. Pero lejos de conseguirlo, fue sometida a una horrible experiencia que la ha convertido en la primera mujer yemení que se sabe que ha sido condenada a muerte por cargos relacionados con la “seguridad del Estado”.
Un amigo de la familia se había ofrecido a llevarla en automóvil desde Al Mukalla a la capital, Saná, controlada por los huzíes, para que se reuniera con su padre. En el automóvil viajaba otro pasajero. El 7 de octubre de 2016, las fuerzas de seguridad huzíes dieron el alto al vehículo en un puesto de control de la capital y se llevaron a sus ocupantes para interrogarlos. Después, el padre de Asmaa al Omeissy también fue citado y detenido.
A juicio de la investigadora, estas detenciones fueron el comienzo de una terrible experiencia de desaparición forzada, tortura y otros malos tratos, y condenas a muerte tras un juicio manifiestamente injusto.
Agrega que según afirman los grupos de derechos humanos, desde que el grupo armado de los huzíes y sus aliados tomaron el control de grandes zonas de Yemen a finales de 2014, miles de personas han sido víctimas de detención arbitraria, desaparición forzada y tortura por su presunta afiliación política o creencias religiosas.
Amnistía Internacional y otros grupos locales e internacionales de derechos humanos han documentado estos casos y han instado a los huzíes a respetar sus obligaciones de derecho internacional.
Pero, sostiene la investigadora, lejos de atender estos llamamientos, los huzíes han ampliado su campaña de represión contra oponentes y críticos, incluidos periodistas y defensores y defensoras de los derechos humanos. Entre los detenidos hay personas a las que consideran simpatizantes de sus adversarios —el Gobierno de Yemen reconocido por la ONU, radicado en el sur— y de la coalición dirigida por Arabia Saudí, que los apoya. Además, los huzíes han ido utilizando cada vez más el sistema judicial para ajustar cuentas políticas, con varios juicios manifiestamente injustos que han acabado en condenas a muerte.
Estos juicios, explica, y el proceso que condujo a ellos demuestran un completo desprecio por las leyes yemeníes y el derecho internacional. Asmaa al Omeissy y los otros tres coacusados en su caso, por ejemplo, no pudieron ponerse en contacto con el mundo exterior durante meses mientras los trasladaban de un centro a otro, incluida una unidad “secreta” del Departamento de investigaciones Criminales. A Asmaa no le permitieron saber nada de sus dos hijos, fruto de un anterior matrimonio, que ahora tienen cuatro y siete años y viven con familiares en el sur.
La investigadora, continúa comentando que Asmaa fue golpeada delante de su padre, Matir al Omeissy, de 50 años, que según le dijo, presenció cómo una agente de policía le daba puñetazos y varazos.
“Además, la joven fue obligada a presenciar cómo torturaban a otros dos detenidos en el caso colgándolos del techo por las muñecas mientras les propinaban patadas y puñetazos por todo el cuerpo. La interrogaron sobre su presunta relación con Al Qaeda y la acusaron injustamente de cometer un “acto sexual ilegítimo” con sus compañeros de viaje. “Fue una guerra psicológica”, le dijo el padre de Asmaa al Omeissy”, comenta la investigadora.
“¿Pueden imaginar lo que supone para una mujer estar sola en una sala [de interrogatorio] y que la acusen de tales cosas siendo inocente?”, decía, mientras explicaba cómo sus interrogadores trataban de que su hija se viniera abajo atacando su “honor”. En Yemen, las relaciones fuera del matrimonio son ilegales y tabú.
De acuerdo a Amnistía, hasta mayo de 2017 no se presentaron por fin cargos contra Asmaa al Omeissy y los otros dos detenidos y su caso se trasladó al famoso Tribunal Penal Especializado de Saná, que se ocupa de casos de “terrorismo” y “seguridad del Estado”. Entre otros cargos, fue acusada de “ayudar a un país extranjero en estado de guerra con Yemen”, en referencia a Emiratos Árabes Unidos, parte de la coalición. Ninguno de los acusados tuvo representación letrada durante el juicio.
La investigadora detalla que mientras que los tres hombres quedaron en libertad bajo fianza —dos de ellos por razones médicas— meses antes de que el tribunal dictara sentencia, Asmaa al Omeissy fue la única acusada que permaneció bajo custodia, no se sabe exactamente por qué. También fue la única que estaba en la sala el 30 de enero —los otros tres hombres habían huido a zonas de Yemen fuera del control de los huzíes— cuando el juez la condenó a muerte, al igual que a otros dos de los acusados. Además, por el falso cargo de “acto indecente” fue condenada a recibir 100 azotes, y su padre a 15 años de cárcel.
Luego agrega que quienes han hablado con Asmaa al Omeissy en la Prisión Central de Saná le han dicho que está muy baja de ánimo. Sus condiciones penitenciarias siguen siendo absolutamente deplorables. Tiene que pagar por la comida, no tiene acceso a ropa ni productos de higiene y sus familiares no la visitan por temor a que los detengan.
El padre de Asmaa al Omeissy le dijo que quiere que el mundo conozca el caso de su hija y sepa que es inocente. Un abogado ha recurrido la sentencia, pero le está costando conseguir el sumario.
Por último pide a las autoridades huzíes que dejen de hacer burla de la justicia: es preciso que anulen de inmediato estas sentencias condenatorias y penas de muerte dictadas de forma poco adecuada y pongan fin al uso de este castigo intrínsecamente cruel. “Cada día que Asmaa al Omeissy pasa entre rejas en espera de ejecución agrava esta injusticia, la pone en peligro de sufrir nuevas violaciones y le roba tiempo de estar con sus hijos”, manifiesta.

 

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