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Escriben «Sistema de perros de asistencia judicial. Hacia una humanización del Proceso Penal y de Familia. Experiencia comparada. El caso de Chile».

El sistema de perros de asistencia judicial consiste en la utilización de perros profesionalmente entrenados, en los juzgados penales y de familia para proporcionar apoyo emocional.

14 de mayo de 2018

En un artículo publicado recientemente, Paulina Martínez, abogada, analiza el sistema de perros de asistencia judicial, especialmente el caso chileno.

El artículo señala, en primer lugar, que el sistema de perros de asistencia judicial consiste en la utilización de perros profesionalmente entrenados, en los juzgados penales y de familia, para proporcionar apoyo emocional a todas las personas que participan o acuden al sistema judicial, especialmente a menores víctimas de delitos sexuales, o violencia intrafamililar, y personas vulnerables.

La autora luego expone los antecedentes del sistema. Así, indica que el uso de los perros de asistencia judicial, fue desarrollado en Estados Unidos por la entonces fiscal Ellen ONeill-Stephens, de la división criminal de Seattle, en 2003. En su caso, un niño bloqueado se negaba a hablar con el fiscal sobre los abusos que había sufrido por parte de su madre, a la vez que dos gemelas de siete años aguardaban aterrorizadas ante la idea de testificar contra su padre frente a un juez en un caso de abuso sexual. Por los pasillos de las oficinas de la fiscalía del Condado de King (Seattle) correteaba Jeeter, un labrador rubio y sociable que era el perro de asistencia del hijo mayor de la fiscal, quien sufría de parálisis cerebral. Entonces, la fiscal probó presentar al perro a los traumatizados pequeños y dejarles pasar un tiempo con él. Así, los menores jugaron con Jeeter media hora en una sala. El experimento surtió efecto, disminuyendo el estrés, a la vez que junto al animal las víctimas pudieron abrirse, hablar y proporcionar a la fiscal suficiente información para presentar cargos contra los acusados. Como resultado de esta experiencia, en 2008 la ex fiscal de Seattle se asoció con la veterinaria Celeste Walsen y juntas crearon Courthouse Dogs Foundation. Desde entonces, esta organización sin ánimo de lucro capacita a todo tipo de profesionales inmersos en el sistema legal acerca de cómo los perros de asistencia judicial (courthouse dogs) pueden ayudarles en la investigación y enjuiciamiento de delitos u otros procesos legales, acompañando a los menores durante el complejo trance de testificar ante un juez. Pronto la idea se extendió a los sistemas judiciales de Canadá, España y Chile. En España, los pioneros en probar el programa de estas características fueron los profesionales de la empresa Dogtor Animal, quienes tras entrar en contacto con la estadounidense Ellen ONeill–Stephens, decidieron poner en marcha una iniciativa piloto limitada a varios juzgados de la capital, firmando en el verano de 2014 un convenio de colaboración con la Comunidad de Madrid para trabajar con perros y menores en dos Juzgados de Familia de Madrid. En el caso puntual del Primer Juzgado de Familia de Santiago de Chile, a cargo de la Dra. Alejandra Valencia, se implementó el proyecto, con una perra labradora llamada Peseta, y su hija (Rayén), su sucesora.

Más adelante, el artículo expone la experiencia de Ellen ONeill–Stephens, la ex fiscal de Seattle, y de las juezas que han participado en el proyecto, así como también los informes técnicos que avalan la implementación del sistema de perros de asistencia judicial.

Finalmente, la abogada revisa jurisprudencia y legislación en los Estados Unidos que da cuenta de la implementación del sistema de perros de asistencia judicial en ese país.

 

 

Vea texto íntegro de la publicación.

 

 

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