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Publican «`Cibergigolós`: Los nuevos depredadores de Internet».

El documento analiza el perfil psicológico de los «estafadores del amor» con ayuda de la Directora de Clínicas Origen.

22 de mayo de 2018

En una reciente publicación del medio español Confilegal se analiza a  estafadores que enamoran a sus víctimas a través de las páginas de contactos en Internet, con el objetivo de obtener de ellas un beneficio económico. Se mueven con identidades falsas y manejan con maestría el discurso del afecto y el amor a través del texto, pero también de la imagen.
El texto señala que entran y salen de los juzgados, acumulan denuncias e incluso alguno ha llegado a probar la prisión preventiva. Los más conocidos son Albert Cavallé, con 17 denuncias en su haber y Francisco Gómez Manzanares, con 66.
Este nuevo perfil delictivo corresponde, según la psicóloga Pilar Conde a “personas con una elevada capacidad de la comprensión emocional y cognitiva de sus víctimas, pero que tiene la capacidad de que dichas emociones y pensamientos no le afecten, por lo que la manipulación es una herramienta para conseguir lo que quiere, sin presentar culpa o remordimientos”.
El documento los describe como manipuladores, inteligentes y exhibicionistas, con un grado alto de confianza en sus posibilidades, son profesionales de la estafa, que van perfeccionando sus técnicas y habilidades, a pesar de que pueda existir cierto riesgo de ser descubiertos.
Es este, según la experta, un patrón delictivo conocido. La manera de aproximarse a sus víctimas es a través de la imagen, por lo que las páginas de contacto y algunas redes sociales resultan ideales para sus propósitos. Utilizan el aspecto físico para influir en la persona.
Después, viene el mensaje de la aproximación amorosa, debidamente elaborado según la personalidad de la destinataria.
El documento explica que en esta primera fase de contacto, suele ser todo adulación, para ganarse la confianza de la posible presa. Todo son palabras que llevan a la persona a sentirse que se encuentran seguras con esa pareja.
Después, continúa, tras el proceso de enamoramiento al que ha sido sometida la mujer, el estafador “les hace responsables de solucionar lo que le está pasando, les hace sentir que tienen la culpa de lo que le sucede y que tienen la “obligación” de ayudarles”.
Es decir el discurso va salpicándose con críticas y comentarios negativos, que se van integrando de manera progresiva, con el objetivo de que la víctima se sienta responsable y culpable. Mientras, continúan los comentarios de adulación.
De esta manera, agrega, las personas que tiendan a responsabilizarse de manera más habitual de las necesidades de los demás, serían más vulnerables.
Así, el “ciberestafador” suele narrar su problema, normalmente de tipo económico. Pide dinero esperando a que la víctima sea la que se ofrezca a ayudar, sin realizar él una petición directa. Si esto falla, probará a solicitarlo de manera directa. La clave está en hacer creer a la víctima que él no ha pedido nada, sino que ha sido ella quien se ha ofrecido de manera voluntaria.

 

Consejos para protegernos emocionalmente en la red

Tal como explica la directora técnica de Clínicas Origen, la red resulta ideal para este tipo de engaños, puesto que no deja percibir al sujeto de la estafa la conducta no verbal del estafador. Por este motivo, es preciso que incrementemos nuestro grado de protección emocional, para lo que nos deja los siguientes consejos:

1.- Mantener nuestras cuentas privadas en redes y plataformas y solo aceptar a aquellas personas que conozcamos, o que tengamos referencias de nuestros amigos. Nuestras redes sociales tienen mucha información sobre nosotros y puede ser utilizada por personas que tienen intereses de aprovecharse.

2.- Bloquear a quien me haya agredido y tiene poco contactos, poco tiempo de pertenencia a una red y/ o pocas fotos. Es mejor desconfiar, siempre que no sepamos de donde procede ese contacto.

3.- Sospechar de quien no quiera hablar y quien no quiera presentarnos a su entorno personal.

4.- Si al poco tiempo nos cuentan problemas y nos sentimos responsables de ofrecerles nuestra ayuda, frenar y parar a pensar desde cuándo conocemos a esa persona y cuánto de lo que nos ha contado esa personas lo hemos podido comprobar en persona.

En cuanto a las posibles víctimas, la psicóloga recuerda la merma en la autoestima personal que suponen este tipo de experiencias, ya que, además de haber sido engañadas en cuestiones relativas a las emociones, se les ha hecho sentir culpables. Es muy posible que estos hechos afecten, añade, a sus relaciones futuras.

 

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