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Publican «Stephen Hawking, física cuántica y abogacía».

La física cuántica se ha aplicado al mundo jurídico en el llamado Derecho Natural Cuántico, que considera que la conciencia cuántica es la fuerza que originó el comienzo del Universo y, por tanto, la primera ley de la Naturaleza, que condiciona todas las estructuras y comportamientos humanos.

5 de junio de 2018

En una publicación del medio español Confilegal se da a conocer el artículo “Stephen Hawking, física cuántica y abogacía”. Se sostiene que el pasado 14 de marzo de 2018 se dio la noticia al mundo del fallecimiento, a los 76 años en su casa de Cambridge, del físico británico Stephen Hawking, una de las mentes más privilegiadas de las que ha disfrutado la humanidad en el último siglo, además de un ejemplo de superación, al vivir 54 años –a pesar de que le habían dado una esperanza de vida de apenas dos–, padeciendo esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una severa enfermedad degenerativa, sin perder su brillantez científica y su sentido del humor.
A continuación, se recuerda que desde su silla de ruedas fue capaz de explicar trascendentales misterios del universo, con la teoría de la singularidad (junto con su colega Roger Penrose), que implica que el espacio y el tiempo han de tener un principio en el Big Bang y un final dentro de los agujeros negros; así como por unificar las dos grandes teorías de la física del siglo XX, la general de la relatividad, formulada por Albert Einstein, y la de la Mecánica Cuántica, descrita, entre otros, por Werner Heisenberg, Max Born y Erwin Schrödinger.
Luego el texto expone que en 2015 hizo unas polémicas declaraciones sobre la posibilidad de vida inteligente extraterrestre, que para su cerebro matemático era algo “racional”, por lo que mostró su preocupación por enviar señales que pudieran facilitar a los alienígenas nuestra ubicación en el cosmos, por si fueran civilizaciones nómadas cuya intención fuera conquistar y colonizar planetas.
A pesar de su genialidad, se indica, nunca llegó a recibir el premio Nobel, ya que esta distinción solo se concede por descubrimientos demostrados científicamente y no por la formulación de teorías (por ejemplo, a Einstein se le dio en noviembre de 1922 se por su descubrimiento de la ley del efecto fotoeléctrico, y no por la teoría de la relatividad); y tampoco se puede otorgar a alguien tras su fallecimiento.
Ironía del destino, se plantea ya que poco antes de morir, Hawking finalizó un artículo escrito con Thomas Hertog –publicado en la web de la Universidad de Cornell (https://arxiv.org/abs/1707.07702)–, sobre la existencia de multiversos y cómo una sonda espacial podría encontrar la evidencia que lo demostrara, que probablemente le habría hecho, al fin, merecedor del galardón. El coautor del artículo sí podría ganar el Nobel y, de alguna manera, quedaría extensivo para Hawking de cara a la Historia.
Enseguida el documento explica que la física cuántica no es ontológica (estudio del ser) sino epistemológica (estudio del fenómeno, lo único enteramente cognoscible). De esta forma, a diferencia de la física clásica, que es determinista, la física cuántica defiende que todo tiene su origen en el azar, pues los experimentos a escala subatómica (cuántica) muestran que sólo se puede captar parte de la información del electrón pero no conocer su esencia, hasta el punto de que su mera observación provoca una alteración en estas partículas. Esto lleva a la conclusión de que no es posible conocer una realidad absoluta, objetiva y local, pues al conocerla se la condiciona, se la modifica y se la crea.
Así, se destaca en el texto, que la física cuántica se ha aplicado al mundo jurídico en el llamado Derecho Natural Cuántico, que considera que la conciencia cuántica es la fuerza que originó el comienzo del Universo y, por tanto, la primera ley de la Naturaleza, que condiciona todas las estructuras y comportamientos humanos.
Asimismo, se añade, se han formulado teorías basadas en el principio de azar y multirealidad cuánticos para analizar la conducta del ser humano a través de códigos de frecuencia que predigan su comportamiento, con la finalidad de prevenir delitos y dar más garantías a la hora de impartir justicia. En este sentido, se considera que el principio de incertidumbre tiene incidencia en el Derecho Penal para aceptar el desconocimiento causal de los eventos presentes y futuros en el comportamiento humano.
También, se afirma que la ciencia cuántica tiene importantes aplicaciones prácticas en técnicas como el láser en cirugías y telecomunicaciones, transistores de chips, GPS, etc., pero también supondrán un gran impacto a la hora de generar negocio para las empresas y negocios, incluido el sector jurídico, donde la captación de clientes ha evolucionado de forma vertiginosa desde el decimonónico “boca a boca” hasta el uso de las más modernas técnicas de marketing para abogados, mediante nuevas tecnologías, redes sociales, contenidos virales, etc. Pero, a su vez, esta nueva realidad ha generado un cibermundo global e inabarcable que requiere un adecuado tratamiento para optimizar la gestión de la información.
En este sentido, se aclara,  se está investigando la implantación de redes neuronales artificiales de gran tamaño adiestradas por ordenadores cuánticos, que sean capaces de aprender y recopilar información de forma masiva, y que puedan resolver problemas reales de forma más rápida y eficiente que la computación tradicional.
Según el documento, se anunció en diciembre de 2017, que con este objetivo está trabajando IBM Q Network con empresas de diversos sectores, como JP Morgan Chase, Daimler AG, Samsung, JSR Corporation, Barclays, Hitachi Metals, Honda, Nagase, Oak Ridge National Lab y las universidades de Oxford (Reino Unido), Keio (Japón) y Melbourne (Australia).
Por último, se asevera que estos avances también supondrán un trascendente cambio conceptual en el modo de ejercer la abogacía, ya que se está explorando el uso de la computación cuántica y el aprendizaje automático, como parte del proyecto “Watson” (lanzado en 2010), para optimizar y acelerar los algoritmos de aprendizaje automático y las aplicaciones de inteligencia artificial. De hecho, desde 2016, el despacho de abogados norteamericano Baker & Hostetler cuenta con “Ross”, un sistema de inteligencia artificial creado por IBM sobre la base de “Watson”, que trabaja como un “superabogado” capaz de responder consultas jurídicas complejas a tiempo real y que aprende de su propia experiencia y de la información que recopila de bases de datos legales y de jurisprudencia y de la información que consigue del ciberespacio.

 

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