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A propósito de la educación inclusiva: «Mundos diversos en los diversos mundos de las escuelas».

Un proyecto educativo hoy no puede pensarse sin una mirada cooperativa y colaborativa con otras organizaciones sociales y comunitarias.

8 de agosto de 2018

En días recientes, la académica Silvia Baeza publicó una columna de opinión sobre la educación inclusiva, proponiendo reflexionar sobre qué aspectos de la vida social -en este caso el familiar- resultan destacados o soslayados en las escuelas, especialmente en las argentinas.

Al respecto, la autora señala que hoy la palabra diversidad cubre una tan amplia gama de conceptos que suele quedar algo vacía (o por lo menos confusa) de contenido. Agrega, que la vinculación entre escuelas y los ámbitos domésticos muestra, sobre todo para los docentes, angustias y expectativas, indicaciones y prescripciones que enmarcan su hacer.

Así, sostiene que se aborda la diversidad familiar silenciosamente, de maneras ambiguas en general, lo cual no permite que esta sea visibilizada, nombrada, y todavía estigmatizada, impactando en la construcción de conocimientos adecuados y, consecuentemente produce un aprendizaje con sesgos limitantes. 

De ese modo, destaca la autora que las nuevas configuraciones familiares casi invisibilizadas en las leyes educativas, documentos curriculares y manuales escolares se acompañan en general de una connotación sobre la diversidad familiar que todavía es leída y transmitida como desviación de un modelo esperado “ideal” (occidental, por cierto).

En consecuencia, precisa que, lo legitimado por la ley, y lejos de agotar la enorme varianza posible, todavía no ha encontrado espacio claro y legítimo en la vida cotidiana escolar, no ha impregnado las representaciones sociales en general y menos aún, las vigentes en ámbitos educativos de cualquier nivel. 

En ese sentido, plantea el artículo que una actitud atenta y respetuosa permitirá descubrir y deconstruir supuestos, incorporando estas perspectivas tanto en las aulas como en otros ámbitos de la educación no formal, donde también los jóvenes y niños se reúnen e intercambian hábitos y maneras de relacionarse y que es también, donde reciben información o comparten los efectos de la desinformación. Por tanto, es insoslayable la tarea de flexibilizar los muros de la escuela para que el ENTRE ámbitos sea más permeable y se generen contactos y articulaciones entre sí. 

Finalmente, la autora concluye manifestando que un proyecto educativo hoy no puede pensarse sin una mirada cooperativa y colaborativa con otras organizaciones sociales y comunitarias que son territorios donde jóvenes y adolescentes desarrollan sus vidas, aprenden, comparten y se integran al mundo.

 

 

Vea texto íntegro de la publicación.

 

 

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