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Miradas interdisciplinarias desde las familias y las escuelas.

La autora plantea que el reto al que nos enfrentamos es la necesidad de respetar la diversidad, lo particular y lo singular.

9 de agosto de 2018

En días recientes, Silvia Baeza, doctora en Psicología por la Universidad del Salvador (USAL), publicó un artículo que, a partir de la actual de interdisciplinariedad de las materias y contenidos, aborda los sistemas de familia y escuela en ese espacio de intersección en el que se mueven los jóvenes en distintos momentos y circunstancias de la vida, al sistema judicial.

Al respecto, la autora observa que esta última década, en particular, la expansión y el uso generalizado de las tecnologías de la información y la comunicación (TICS) han contribuido a modificar de manera sustancial e irreversible la vida de las personas, nuestras vidas, las actividades intelectuales, económicas, académicas, y las personales se modifican en consonancia con ellas.

Consecuentemente, refiere el artículo, también las familias, las escuelas y otros sistemas intermedios o interfaces (partidos políticos, sindicatos) están igualmente debilitados o en crisis. Todos estos cambios ocurren en escenarios inestables y no libres de muchas contradicciones.

Luego, destaca la publicación que las duras realidades actuales impactan fuertemente el núcleo familiar que están en un porcentaje importante, anclados en el ámbito laboral/económico (desempleo, subocupación, pobreza) y fundamentalmente en la desigualdad social.

En ese sentido, sostiene que todavía muchas familias de nuestro medio viven un silencioso drama de vastas proporciones. Añade, que se observa un aumento de mujeres solas jefas de hogar, renuencia a formar familias, la frecuente ausencia de la figura del padre, las madres precoces adolescentes, el flagelo de la violencia doméstica y social, la incapacidad de muchas familias de proporcionar una infancia protegida, básicamente en salud, educación y justicia -pilares básicos-, los niños en situación de calle, los ancianos desprotegidos, son elocuentes ejemplos de estas realidades.

En consecuencia, el texto precisa que las familias en su misión de transmisión cultural básica, cada vez comparten más de sus funciones con instituciones secundarias; y los medios de comunicación han asumido varias de las funciones que antaño eran casi exclusivamente familiares.

En razón de lo anterior, la autora plantea que el reto al que nos enfrentamos es la necesidad de respetar la diversidad, lo particular y lo singular, donde la racionalidad sea un criterio mínimo que permita explicaciones rigurosas, pero flexibles, cuyas consecuencias den a conocer el significado y sentido de los acontecimientos naturales y sociales.

Finalmente, sostiene que, “se pueden romper, desafiar o modificar las reglas establecidas, cuando es necesario, ayudando así a construir miradas críticas y habilidades de discernimiento, paralelamente con la construcción de vínculos afectivos sanos y continuos con hij@s, alumn@s, pares y consultantes”.

 

 

Vea texto íntegro de la publicación.

 

 

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