Recientemente, la abogada de origen francés, Denise Schalet, publicó un estudio comparado, acerca de los sistemas políticos de Francia y Rusia.
Sobre el particular, la autora expone que, si bien, a primera vista estos Estados pueden generar ideas de oposición y contrariedad, del análisis de sus respectivos antecedentes histórico-políticos y en particular, del análisis normativo constitucional, con especial interés en la organización interna de los poderes ejecutivo y legislativo, y de la dinámica de reparto de poder entre el gobierno federal central y el gobierno local, el resultado que se obtiene atenta contra las definiciones exclusivas y con la necesidad de enmarcar a los sistemas políticos en categorías rígidas.
En ese sentido, señala en su artículo que, del examen normativo sobre las estructuras políticas del Estado francés y de la Federación Rusa, se observa que, si bien constitucionalmente a priori poseen formas de Estado opuestas: por un lado, Francia se presenta como un Estado unitario y por el otro, la Federación Rusa aparece en el mapa como un Estado federal, es más fácil trazar semejanzas que diferencias.
En el caso de Francia, indica que, el unitarismo fue desarrollado especialmente con la idea de legitimar, en un determinado territorio, únicamente la actividad que emane del Estado central. Añade que, Francia como país se encuentra dividida en dos áreas, una metropolitana y otra de ultramar, territorios los cuales, se encuentran subdivididos en regiones, departamentos, cantones y comunas. Sin embargo, precisa, ninguno de ellos cuenta con autonomía legislativa ni impositiva, sino que, más bien, estos cumplen un rol netamente administrativo, aunque con algunas peculiaridades particularmente en las áreas de ultramar y en algunas ciudades metropolitanas.
Por su parte, la autora refiere que la Federación Rusa, tal como la conocemos hoy y de conformidad con el artículo primero de su Constitución vigente, es una república federal democrática semi-presidencialista.
Ahora bien, sostiene que, la historia política rusa demuestra que no siempre hubo separación de poderes; cuyo origen zarista y marcada por la revolución soviética, Rusia se esforzó por cuidar que la conducción del país fuera el resultado de una política central.
Luego, hace presente que no obstante a que el absolutismo estuvo presente en los orígenes del Estado francés; por su parte, el sistema de gobierno federal ruso también provino de un Estado de tipo unitario y de tendencia centralista.
Por consiguiente, la autora manifiesta que, como repúblicas, ambas naciones demuestran que su sistema de gobierno en nada se parece un sistema parlamentario. Todo lo contrario, en tanto los dos Estados permiten al jefe de Estado o presidente nacional disolver su correspondiente Cámara de diputados, atribución que ambos niegan al Jefe de Gobierno o primer ministro y que en el marco de las definiciones que atraviesan a todo sistema parlamentario les correspondería.
Finalmente, el artículo arguye que si bien la Federación Rusa es normativamente de corte federal, garante de las autonomías de los gobiernos locales; llama la atención el lugar que le otorga Rusia al presidente de Estado, separado del poder ejecutivo de gobierno, con una inmunidad y un poder de control superiores incluso a los que caracterizan al presidente de Estado francés, aun siendo este último -según su organización política interna- un país de corte unitaria, con una larga historia de decisiones e intereses marcados por lograr la concentración del poder en cabeza de uno.
Vea texto íntegro de la publicación.
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