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Acerca de «Beccaria, el hombre cuyas sus ideas inspiraron nuestro mundo».

El pensador italiano hizo especial hincapié en la necesidad de limitar el arbitrio judicial, es decir, en atar a los jueces al texto de la ley e impedir que pudieran inventarse delitos o leyes o que los aplicaran según les viniera en gana.

31 de agosto de 2018

En una publicación del medio español Confilegal se da a conocer el artículo “Beccaria, el hombre cuyas sus ideas inspiraron nuestro mundo”.
Se sostiene que si hubiera que crear un panteón de juristas ilustres en la historia de la Humanidad, el italiano Cesare Bonasena, marqués de Beccaría, tendría el suyo por derecho propio.
A continuación, se relata que en 1764 Beccaría sorprendió y escandalizó a la sociedad de su tiempo con un librito muy breve titulado “De los delitos y las penas”. En el mismo ponía en tela de juicio el supuesto efecto disuasorio de la pena de muerte, porque no impedía que se cometieran nuevos crímenes, y abogaba por su abolición.
Sus ideas tuvieron una profunda influencia en los padres fundadores de los Estados Unidos de América.
Nacido en Milán, Italia, el 15 de marzo de 1738, Beccaría se hizo muy amigo de los hermanos Pietro y Alessandro Verri, que formaron un círculo de intelectuales que bautizaron con el nombre de “la Academia de los Puños”, que centraba sus esfuerzos en la reforma del sistema criminal de justicia.
A través de este grupo, Beccaría conoció a los filósofos Thomas Hobbes, inglés, y Claude-Adrien Helvétius, francés, al enciclopedista galo Denis Diderot, al filósofo, economista, sociólogo e historiador escocés David Hume y al francés Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu, el hombre cuyas ideas contribuyeron a dar forma a nuestro sistema político actual, de división de poderes.
Este jurista, criminólogo, literato, filósofo y economista afirmó que la cárcel era mucho peor que la pena de muerte.
Luego el texto afirma que Beccaría partía de la llamada teoría contractualista, por el cual la sociedad se funda sobre un contrato que tiene como objetivo salvaguardar los derechos de los individuos, garantizando el orden.
Los delitos, por lo tanto, tenían que ser considerados como una violación del contrato.
La sociedad, por lo tanto, tiene derecho a defenderse, y debe hacerlo con medidas proporcionales a los delitos cometidos, lo que hoy se conoce como el principio de proporcionalidad de la pena.
De esa forma, una persona por robar una gallina no podía ser condenada a cadena perpetua o un asesino convicto y confeso ser castigado a unos pocos días de cárcel. Que ocurría.
En lo relativo a las penas, detalla el texto, Beccaría mantenía que éstas tenían un carácter preventivo en dos sentidos muy concretos: en sentido general y en sentido especial.
La prevención general está dirigida a la sociedad en su conjunto, es un aviso para navegantes, una forma de decir que si se vulnera la ley de una manera determinada tiene unas consecuencias concretas.
La prevención especial se concentra en el delincuente, que es apartado de la sociedad e internado en prisión para cumplir con el castigo.
Cesare Bonasena fue, sin duda añade el texto, uno de los más importantes inspiradores del movimiento de reforma del antiguo derecho penal europeo, caracterizado por su extrema crueldad, arbitrariedad y falta de racionalidad.
El marqués de Beccaría defendió también la supresión de la tortura, para extraer la confesión o para castigar, y la limitación del arbitrio judicial.
Hasta la revolución francesa, bajo el Antiguo Régimen, la tortura era un procedimiento habitual y normalizado ya fuera para realizar interrogatorios a los sospechosos como para método de castigo. Uno se puede imaginar que en tal tesitura hasta el más inocente se declaraba culpable con tal de acabar con el dolor.
Además se destaca que el pensador italiano hizo especial hincapié, en sus escritos, en la necesidad de limitar el arbitrio judicial, es decir, en atar a los jueces al texto de la ley e impedir que pudieran inventarse delitos o leyes o que los aplicaran según les viniera en gana.
Por último, se indica que las ideas de Beccaría tuvieron una gran influencia en la revolución francesa de 1789, cuyas consecuencias evidentes son los sistemas democráticos, como el nuestro, que hoy disfrutamos como ciudadanos libres.

 

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