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Cambio social.

Es casi una experiencia religiosa. Los desafiliados religiosos en Chile.

Las cifras de 2018 indican que los desafiliados presentan una desconfianza absoluta hacia las Iglesias y organizaciones religiosas.

28 de diciembre de 2018

En una reciente publicación del Centro de Estudios Públicos (CEP), se da a conocer el informe “Es casi una experiencia religiosa. Los desafiliados religiosos en Chile”, del investigador Ricardo González.
Se sostiene que según los datos de las encuestas CEP, la proporción de desafiliados religiosos en Chile se multiplicó más de tres veces durante las últimas dos décadas, pasando de 7 a 24 por ciento de la población adulta entre 1998 y 2018. Por la magnitud de la variación, se trata de uno de los cambios sociales más importantes de Chile.
Este cambio, pregunta, ¿es una señal del avance de la secularización en nuestro país? Aplicando el análisis de los sociólogos Michael Hout y Claude Fischer realizado con datos de Estados Unidos a Chile, la respuesta, dice, es no. Las razones que expone son dos. La primera es que no se observa una caída de la misma magnitud en la creencia en Dios o en la vida después de la muerte, antes o al mismo tiempo del aumento de los desafiliados religiosos. Más bien, se observa un tímido avance de creencias seculares. La segunda es que tampoco existe evidencia de que las personas sin denominación no tienen fe. Muy por el contrario, tanto en 1998 como en 2018, la mayoría de los desafiliados sostuvo creer en Dios, en la vida después de la muerte y en los milagros religiosos.
Si no se trata de secularización, entonces pregunta ¿qué podría explicar el fenómeno? Una explicación posible, afirma, es el creciente rechazo de este grupo de personas a la religión organizada. Las cifras de 2018 indican que los desafiliados presentan una desconfianza absoluta hacia las Iglesias y organizaciones religiosas, junto con opiniones negativas sobre la responsabilidad que le compete a la religión en los conflictos a nivel global y en su generación de intolerancia entre sus más fervientes seguidores.
A continuación, el investigador asegura también que este rechazo también tiene una contraparte conductual, puesto que cada vez más desafiliados dejan de asistir a las iglesias y de participar en organizaciones religiosas. A pesar de ello, una pequeña parte del grupo de los desafiliados todavía asiste a los servicios y un número creciente de éstos dice rezar con alguna frecuencia.
En suma, concluye, el abandono mayoritario de las Iglesias, la desconfianza en las organizaciones religiosas, las creencias que todavía sostiene la mayoría de los desafiliados y el aumento de la frecuencia de rezo entre los desafiliados pueden indicar un retiro del ejercicio de la fe desde el espacio público al privado, hipótesis que valdría la pena explorar en el futuro.

 

Vea texto íntegro del documento

 

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