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William Wallace, historia de una leyenda escocesa edulcorada por el cine.

El guerrero escocés se rebeló ante la invasión de eduardo i de inglaterra a finales del siglo XIII.

18 de junio de 2019

En una reciente publicación del medio español Confilegal se da a conocer el artículo “William Wallace, historia de una leyenda escocesa edulcorada por el cine”.
Se sostiene que de William Wallace sabemos lo que nos ha contado la historia. Un soldado escocés que luchó por la independencia de su país ante la invasión de los ingleses.
Pero, se arguye, esta es una interpretación moderna de la historia, porque la idea que tenemos hoy de lo que es nación y de nacionalismo es una concepción moderna.
Se explica que en la Edad Media la noción de ciudadanía tampoco existía. Los habitantes se consideraban a sí mismos siervos de un señor que, a su vez, debía fidelidad al rey que hubiera en el momento.
Si el monarca tomaba la decisión para entrar en guerra para ampliar su territorio, los señores feudales que le debían vasallaje acudían a apoyarlo, y con él los habitantes de su territorio, reconvertidos en soldados temporales.
Se luchaba por fidelidad a un señor, al que habían jurado lealtad, y no por una bandera o un país. Un señor que a su vez luchaba por tierras que le dieran más rentas. Porque todo, al final, es economía.
Volviendo a William Wallace, se asegura, su historia pasó prácticamente desapercibida hasta dos siglos después, gracias a un poema del entonces desconocido Harry «El ciego», en el que se narraban las hazañas de este escocés.

MEL GIBSON Y SU «BRAVEHEART»

El texto comenta que en nuestra época, gracias a la película «Braveheart», la exitosa película interpretada y producida por Mel Gibson en 1995, lo convirtió en un mito, aunque sin ser totalmente veraz al relato histórico de Wallace (jamás se pintó la cara de azul).
Tanto es así, que se convirtió en un referente para el movimiento nacionalista escocés.
Dos años después del estreno de la cinta, en 1995, el Partido Nacional Escocés dobló el número de escaños de las anteriores elecciones (1992), pasando de 3 a 6.
Lo que quizá algunos no saben es que Wallace no era ningún campesino, como se cuenta en la película de Mel Gibson, sino que procedía de la aristocracia escocesa y tenía una educación sólida, que adquirió en la Abadía de Dunipace, como alumno de su tío paterno, donde aprendió a hablar francés, latín, gaélico e inglés.
No dejes que la realidad te fastidie una buena historia, seguro que se dijo el cineasta.
Wallace nació alrededor de 1270 en Elderslie, en Escocia (según la mayoría de las creencias), y fue el tercer hijo de Malcolm Wallace, un terrateniente con propiedades y rentas en Elderslie y Auchinbothie.?
Su hermano mayor, el primogénito –y heredero de las propiedades de todo– se llamaba igual que su padre, Malcolm Wallace.
La familia descendía de Richard Wallace, Richard el Galés, que llegó a Escocia en el año 1130.
El futuro de William Wallace, que medía casi dos metros de alto, visto lo visto, y como era la norma, fue orientada hacia el clero. De ahí su formación en la mencionada Abadía.
Pero las circunstancias políticas del momento lo cambiaron todo.

LA SUCESIÓN AL TRONO DE ESCOCIA, LA CHISPA DEL CONFLICTO

Luego, se añade, que la muerte del último rey escocés, Alejandro III, en 1286, tras un próspero y pacífico reinado de 37 años, dejó al país en un futuro incierto.
La persona que debía ungirse la corona de escocía era una niña de 3 años de edad, conocida como Margarita, la dama de Noruega, conocida así porque la joven princesa había nacido y vivía en aquel país.
En un giro inesperado de la historia, la pequeña, tras llegar a Escocia en barco, falleció, a consecuencia de su frágil salud. Lo que provocó un problema de sucesión.
Los diferentes clanes escoceses comenzaron a disputarse la corona. Se produjeron fuertes tensiones entre las familias nobles escocesas, los Bailleul y los Bruce.
En esas circunstancias, el rey Eduardo I de Inglaterra dio orden de invadir Escocia en 1296.
Como se suele decir, a río revuelto ganancia de pescadores.
En la villa de Ayr, y aunque no se menciona que hubiera salido del país ni que tuviera alguna experiencia militar antes de 1297, William Wallace, junto a un grupo de hombres, atacó en aquel mismo año el destacamento inglés destinado en el condado, liderando las fuerzas de las que disponían los escoceses.
Una consecuencia fue la muerte del sheriff de Lanark. Un acto de violencia por el que Wallace fue declarado como proscrito por los ingleses.
Sin embargo, lejos de esconderse, siguió hostigándoles.
El 11 de septiembre de ese año, Wallace obtuvo junto a sus compañeros de armas una victoria de gran calado en el Puente de Stirling, Escocia, hecho que encumbró al guerrero escocés.
“No estamos aquí para hacer la paz, sino para luchar y liberar nuestro reino”, cuentan que dijo Wallace antes de la batalla.
Lo memorable del enfrentamiento se centro en la diferencia entre los ejércitos.
Inglaterra disponía de unos 3.000 caballeros y unas 10.000 unidades de infantería, pero no fueron capaces de doblegar a los 5.000 escoceses.
Tras varias batallas, consideraron el trabajo hecho y regresaron a Escocia, donde nombrarían a Wallace Caballero, y también guardián de Escocia, una especie de primer ministro.
Después, envalentonado, Wallace se lanzó a la toma de York, ciudad del norte de Inglaterra, que saquearon.
La lógica de la superioridad militar inglesa, tocados por las derrotas en el campo de batalla, se impuso, finalmente.
Wallace y su ejército fueron derrotados en Falkirk.
Los arqueros galeses del ejército inglés diezmaron a los escoceses antes de llegar al cuerpo a cuerpo. Tampoco hubo irlandeses que cambiaran de bando, como cuenta la película de Gibson.
Tras esta dolorosísima derrota, William Wallace perdió el título de guardián de Escocia, huyó y se mantuvo escondido durante un tiempo.

EL PEOR DE LOS FINALES

Por último, el texto relata que el 5 de agosto de 1305, William Wallace fue capturado cerca de Glasgow, tras ser traicionado por uno de sus compañeros de armas, John de Menteith.
Y fue entregado a los ingleses, que hicieron caer sobre él todo el peso de la ley.
Wallace fue encadenado y enviado a Londres, donde fue acusado de alta traición al Rey Eduardo I y por el asesinato del sheriff de Lanark.
La sentencia fue brutal: Debía morir ejecutado y desmembrado.
A Wallace lo desnudaron y lo arrastraron por Londres, atado de los talones a un caballo desde el Palacio de Westminster hasta Smithfield, a seis kilómetros.
Su «ajusticiamiento» fue mucho más allá de todo el horror imaginable: Fue ahorcado, emasculado, eviscerado, decapitado, y posteriormente desmembrado.

LEYENDA EN ESCOCIA

Su historia hubiera pasado al olvido si no hubiera sido por los poemas que el citado Harry «el ciego» escribió en el siglo XV, que dieron pie a otros escritos, y, en especial, por la película «Braveheart».
Hoy, se asevera, gracias al cine, Wallace se ha convertido en el héroe del independentismo escocés: patriota y mártir.
Por último, se da cuenta que en Stirling, donde mandó sus tropas a la victoria en la batalla del Puente de esa localidad, le han levantado un monumento. El Monumento Nacional de Escocia a William Wallace.
Una imponente torre construida en 1869 como recuerdo de la batalla del puente de Stirling, donde además se conserva la espada de 163 centímetros del guerrero.

 

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