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Cervantes aconseja a los jueces cómo administrar justa y recta justicia a través de El Quijote.

Si bien la Justicia del siglo XVI nada tenía que ver con la nuestra, los consejos que Miguel de Cervantes da a Sancho para administrar justicia, a través de don Quijote, se siguen utilizando en la actualidad.

20 de abril de 2021

En una reciente publicación del medio español Confilegal se da a conocer el artículo «Cervantes aconseja a los jueces cómo administrar justa y recta justicia a través de El Quijote», por los periodistas y escritores, Carlos Berbell y Yolanda Rodriguez.

Ambos sostienen que El Quijote, desde tiempo inmemorial, siempre ha sido fuente de inspiración y de referencia en materia de Justicia.

Si bien, señalan los comunicadores, la Justicia del siglo XVI nada tenía que ver con la nuestra, pero los consejos que Miguel de Cervantes da a Sancho para administrar justicia, a través de don Quijote, se siguen utilizando en la actualidad.

Explican que en el siglo XVI quien administraba justicia eran los gobernadores, los corregidores y los alcaldes, y era lógico, porque en el Antiguo Régimen las jurisdicciones siempre se superpusieron hasta su desaparición, a principios del siglo XIX, con la llegada de “la Pepa”, la Constitución de Cádiz. Y resaltan en materia de Justicia los consejos que don Alonso Quijano le da a su fiel escudero Sancho cuando éste es nombrado gobernador de la ínsula Barataria. Son consejos sobre cómo debía administrar justicia de una forma recta y justa.

Don Quijote dice así a Sancho: “Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre.

Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.

Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.

Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.

Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia.

Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos»

Estas eran las características, dicen los comunicadores, que, según Miguel de Cervantes, debían adornar el alma del buen Sancho cuando administrara justicia.

De acuerdo a los comunicadores son consejos que nos llegan desde el túnel del tiempo, después de cuatro siglos, con un espíritu tan vivo, vigente y actual que bien podría haberse escrito en esta época.

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