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Imagen: Confilegal
Tom Hanks en el papel de Paul Edgecomb, jefe del corredor de la muerte de Alabama, "La milla verde", junto a Michael Clarke Duncan, que interpretó a John Coffey, en esta película.
Opinión.

«La cárcel desde la mirada del Cine», por Javier Nistal Burón.

«El género de cine, explica, que podemos calificar de “carcelario”, está compuesto por un buen número de películas que versan sobre la temática de las prisiones, porque siendo, como es, la cárcel una de las consecuencias de la actividad criminal, dada la importancia de esta temática en el argumentarlo de la ficción cinematográfica, es normal, que desde la detención del delincuente, pasando por su enjuiciamiento, hasta la ejecución de la sentencia, salga a relucir el tema de la cárcel en algún momento del guion de la película», afirma el jurista Javier Nistal Burón.

27 de febrero de 2022

En una reciente publicación del medio español Confilegal se da a conocer el artículo «La cárcel desde la mirada del Cine», por Javier Nistal Burón, Jurista del Cuerpo Superior de Instituciones Penitenciarias. Ha sido director general de Ejecución Penal y Reinserción Social de Instituciones Penitenciarias.

Afirma que pocas situaciones de la realidad social se han escapado a la mirada del cine, tampoco lo ha hecho la cárcel, con todos y cada uno de sus tópicos y arquetipos.

El género de cine, explica, que podemos calificar de “carcelario”, está compuesto por un buen número de películas que versan sobre la temática de las prisiones, porque siendo, como es, la cárcel una de las consecuencias de la actividad criminal, dada la importancia de esta temática en el argumentarlo de la ficción cinematográfica, es normal, que desde la detención del delincuente, pasando por su enjuiciamiento, hasta la ejecución de la sentencia, salga a relucir el tema de la cárcel en algún momento del guion de la película.

DIFERENTES TEMÁTICAS

Sin embargo, para hacer una correcta conceptuación del que podemos calificar, como género “cinematográfico carcelario” es preciso distinguir entre aquellas películas que, teniendo una temática específica, normalmente de tipo criminal, han utilizado la cárcel, puntualmente, como un “mero decorado” en determinadas secuencias, por ejemplo:

Sobre la temática del error judicial: la película “En el nombre del Padre” (Jim Sheridan, 1993).

Sobre la temática de la pena de muerte: las películas la “Milla Verde” (Frank Darabont, 1999); “Pena de muerte” (Tim Robbins, 1995), y la española “El Verdugo” (Luis García Berlanga, 1963).

Sobre la temática de los malos tratos: la española “El Crimen de Cuenca” (Pilar Miró, 1979).

Sobre la temática de los barrios difíciles, el valor del grupo, las conductas de riesgo, la delincuencia juvenil, las familias desestructuradas y los malos tratos institucionales, la película: “Sleepers” (Barry Levinson, 1966).

Partiendo de la premisa de conceptuar como género propiamente de “cine carcelario” solamente aquellas películas que reflejan la vida en el entorno carcelario, podemos decir que este género ha mostrado la cárcel en todo tipo de situaciones y estilos: cárceles exóticas como la Guayana francesa, que aparece en la película “Papillón” (Franklim J. Shaffner,1973); o la que se refleja en la película “El expreso de Medianoche” (Alan Parker,1978), sobre una prisión Turca; o también la película “Los sueños rotos” (Jonathan Kaplan, 1999) de una prisión Tailandesa.

Otras películas reflejan prisiones modernas y seguras, como en la que está encarcelado Hannibal (Anthony Hopkins) en el “Silencio de los Corderos” (Jonathan Demme, 1991); o la de “Nueve Vidas” (Rodrigo García, 2005); incluso algunas fantasiosas y futuristas como la reflejada en la película “Peligrosamente unidos” (Lewis Teague, 1991), una prisión muy particular, sin barrotes ni guardianes, en la cual los presos llevan en el cuello un collar muy especial, que explota automáticamente si se alejan una determinada distancia del compañero “desconocido” que le han adjudicado, por no hablar ya de las cárceles espaciales en películas como: “Men in Black 3” (Barry Sonnenfeld, 2012); “MS1 Máxima seguridad” (James Mather, Stephen St. Leger, 2012) y Alien 3 (David Fincher, 1992).

Como en todo tipo de géneros cinematográficos, también en este denominado género carcelario “la palma” se la lleva Hollywood, con títulos tan sugerentes como “El presidio” (George Hill, 1930); “Soy un fugitivo” (Mervyn Leroy, 1932); “Veinte mil años en Sing” (Michael Curtiz, 1933); “Prisionero del odio” (John Ford, 1937); las dos versiones de “San Quentin” (Lloyd Bacon, 1937 y Gordon Douglas, 1946); o más tarde “Llamad a cualquier puerta” (Nicholas Ray, 1948); y “Sin remisión” (John Cromwell, 1950).

Desde sus primeros años a hoy día, el cine estadounidense no ha dejado de cultivar el filón de este género, a veces logrando verdaderas obras de arte, caso “El hombre de Alcatraz” (John Frankenheimer, 1962); “La fuga de Alcatraz” (Don Siegel, 1979); “La leyenda del indomable” (Stuart Rosenberg, 1967); “Papillon” (Franklin J. Shaffner, 1973); “El expreso de medianoche” (Alan Parker, 1978); “La cárcel de cristal” (Tom Gries, 1972); “Fuerza bruta” (Jules Dassin, 1947); o “Brubaker” (Stuart Rosenberg, 1980); hasta llegar a “Cadena perpetua” (Frank Darabont, 1994).

Ahora bien, aun destacando esta supremacía del cine americano en este tipo de género, como en todos, no podemos obviar producciones muy buenas de “cine carcelario” procedentes de otros muchos países, como han sido:

Las argentinas, “Leonera” (Pablo Trapero, 2008) y “La fuga” (Eduardo Mignogna, 2001).

La rumana “Si quiero silbar, silbo” (Florin Serban, 2009).

La alemana “El Experimento” (Oliver Hirschbiegel, 2001).

La danesa, “En tus manos” (Annette K. Olesen, 2004).

La iraní “Dame Sobh” (Hamid Rahmanian, 2005).

La griega, “Eduart” (Angeliki Antoniou, 2006).

La sueca, “Fuga en escena” (Daniel Lind Lagerlöf, 1999).

Las inglesas, “El criminal” (Joseph Losey, 1960); “La naranja mecánica” (Stanley Kubrick, 1971) y “MacVikar el enemigo público número 1” (Tom Clegg, 1980).

Las francesas, “La Evasión” (Jacques Becker, 1960) y “Un profeta” (Jacques Audiard, 2009);

Las italianas, “Detenido en espera de juicio” (Nanny Loy, 1971), “El Aire Salado” (Alessandro Angelini, 2006) y “La cárcel de los líos” (Giorgio Bianchi, 1955).

Las turcas, “Yol” (Yilmaz Güney, 1982) y “El Muro” (Yilmaz Güney, 1983).

Las brasileñas, “Carandiru” (Héctor Babenco, 2003) y “El beso de la mujer araña” (Héctor Babenco, 1985).

Y, otras muchas, más que, sin duda se quedarán “en el tintero”.

También en España, se han producido muy buenas películas sobre cárceles siendo su contribución a este género como más destacadas, alguno de los siguientes títulos: “La canción del penal” (Juan Lladó, Jean Sacha, 1954); “Truhanes “(Miguel Hermoso, 1986); “Todos a la cárcel” (Berlanga, 1993); “Azul oscuro casi negro” (Daniel Sánchez Arévalo, 2006; “Entre rojas” (Azucena Rodríguez, 1995); “Horas de luz” (Manolo Matji, 2004); “El patio de mi cárcel” (Belén Macías, 2008); “Carne Apaleada” (Javier Aguirre, 1978); “La fuga de Segovia” (Imanol Uribe, 1981) y “Celda 211” (Daniel Monzón, 2009), la última, hasta la fecha.

LA MEJOR PELICULA DEL “GÉNERO CINEMATOGRÁFICO CARCELARIO”

La mayor parte de la filmografía carcelaria pretende ser realista y crítica, por ello este tipo de cine suele tener un tinte dramático, cuando no trágico, siendo excepcional la comedia carcelaria, aunque haya algunas muy recomendables en este sentido, como la americana “Toma el dinero y corre” (Woody Allen, 1969), la española “Todos a la cárcel” (Luis García Berlanga, 1993), y la inglesa “Extraña prisión de Huntleigh” (Robert Day, 1960), pero sin duda, de todas las películas que abordan la temática carcelaria es preciso destacar una de ellas, la titulada en España “Cadena perpetua”, como la que mejor narra la vida en prisión; a la que podemos calificar como película paradigmática del cine carcelario, en el sentido de que reúne casi los tópicos de este género y, que si bien, no obtuvo ninguna estatuilla en su día, fue nominada, nada menos, que para siete de estos importantes premios.

Esta película estadounidense del 1994, dirigida por el realizador Frank Darabont, en sólo 142 minutos nos relata todos los estereotipos de la vida carcelaria con una gran sencillez, sobre un guion propio basado en la novela “The Shawshank Redemption”, escrita por Stephen King.

El filme, a través de un sencillo argumento en el que el protagonista Andy Dufresne (Tim Robbins), un joven banquero, es enviado a la prisión de Shawshank para ser encerrado de por vida, acusado del doble asesinato de su esposa y su amante, que no ha cometido, narra con voz en off, desde la perspectiva de uno de los personajes protagonistas, “Redd” (Morgan Freeman), todos y cada uno de los valores de la subcultura carcelaria y sus tópicos, desde el enfoque de una relación de amistad entre un veterano prisionero Redd con el protagonista Andy Dufresne (Tim Robbins).

La película, refleja en imágenes el submundo carcelario, como un mundo violento, represivo, inhóspito, inseguro y tremendamente anárquico, donde los principios básicos como son la vida, la integridad física, la integridad moral, la seguridad, la intimidad y la propiedad, entre otros muchos, son abiertamente amenazados, violados y excluidos, por delincuentes que se encuentran arropados entre sí, compartiendo valores, creencias y patrones de actuación similares, todo lo cual provoca un ambiente donde el delito es justificable, aceptable y legítimo, eliminando de este modo cualquier sentimiento de culpa “aquí todos somos inocentes”.

Todo ello se ve favorecido por la sumisión a través de la inquebrantable “ley del silencio” que gobierna la vida en la cárcel, en donde el más fuerte tiende, inevitablemente, a abusar del más débil.

Todos estos antivalores están interconectados con la idea de la supervivencia en la prisión, que dentro de las rejas crea héroes y fuera de ellas los destroza.

No obstante, aunque este filme “Cadena perpetua” es considerado, por la gran mayoría de los críticos cinematográficos especializados, como una de las mejores realizaciones del cine carcelario, para la mayor parte de los historiadores cinematográficos la “piedra angular” del cine de cárceles fue una producción dirigida por George W. Hill, con el título “El presidio” (George W. Hill, 1930).

Esta película sentó las bases del género carcelario e introdujo el tipo de secuencias y de personajes imprescindibles en este tipo de cine. Esta película, abrió las puertas a un estilo de cine muy concreto, al que enseguida se sumarían otros proyectos similares, tipo “Código penal” (Howard Hawks, 1931); “Soy un fugitivo” (Mervyin LeRoy, 1932); “Veinte mil años en Sing Sin” (Michael Curtiz, 1932); “Prisionero del odio” (John Ford, 1936) y “Muero cada amanecer” (William Keighley, 1939). T

ambién, marcó un antes y un después en el cine carcelario el filme “El hombre de Alcatraz” (John Frankenheimer, 1962), puesto que dio una imagen de la cárcel desde otro punto de vista diferente del hasta entonces, como un escenario propicio para una historia agradable.

VALORACIÓN GLOBAL

El género de cine carcelario ha tenido y seguirá teniendo mucho “tirón taquillero”, porque nos abre los ojos a los aspectos más sórdidos de la condición humana, sus bajezas y miserias, de las que nadie se debería sentir orgulloso, pero que tienen cierto atractivo; buena prueba de ello lo tenemos en lo exitosas que son aquellas series o reportajes que abordan el tema carcelario, tanto desde la realidad, como desde la ficción, por citar algunos ejemplos: la serie titulada “Encarcelados” (2013) un reportaje sobre la realidad de las cárceles de algunos países sudamericanos y las series de ficción “Prison Break” (2005-2009) o la de “Orange is the New Black”. Y es que el cine carcelario es un cine crítico que aboga por combatir la crueldad de las penas y lograr el trato humanitario de los reclusos, lo cual no sólo es un ideal que pretende la ficción cinematográfica, sino que es también una exigencia real de la historia penitenciaria de los modernos Estados de derecho, que es algo por lo que se ha luchado en la sociedad desde el nacimiento de la pena privativa de libertad como castigo autónomo, allá por finales del siglo XVIII.

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