El Parlamento de Inglaterra y Gales ha lanzado formalmente un proyecto de ley para legalizar la muerte asistida en adultos con enfermedades terminales. La iniciativa, liderada por la diputada laborista Kim Leadbeater, se debatirá por primera vez el 29 de noviembre, momento en el que los diputados votarán según su conciencia individual. Este proyecto ha suscitado un intenso debate público, dividiendo opiniones entre quienes defienden el derecho a morir con dignidad y quienes temen que la ley ponga en peligro a personas vulnerables.
El proyecto de ley permitiría a los adultos con enfermedades terminales, mentalmente competentes y con una expectativa de vida de seis meses o menos, optar por una muerte asistida bajo ciertas salvaguardias. Mientras algunos defensores, como la organización «Dignity in Dying», ven la propuesta como un avance necesario, opositores como el Dr. Gordon Macdonald, de «Care Not Killing», advierten que podría enviar un mensaje de desvalorización de la vida de personas vulnerables, incluidas aquellas con discapacidades o bajos ingresos.
Por otro lado, Kim Leadbeater ha subrayado que su propuesta se ha basado en la observación de otras jurisdicciones, como Oregón y ciertos estados de Australia, donde este tipo de leyes ya están en vigor con criterios estrictos y claros. Sin embargo, figuras prominentes, como el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, han expresado su preocupación de que la legalización de la muerte asistida podría llevar a un efecto «pendiente resbaladiza», donde se amplíe su aplicación a personas fuera del criterio inicial.
Si el proyecto de ley avanza en las siguientes fases, se someterá a más debates y votaciones antes de llegar a la Cámara de los Lores. La decisión final no se tomará hasta el próximo año, pero encuestas recientes revelan que más de dos tercios del público británico apoyan la legalización de la muerte asistida, lo que podría influir en el curso de la votación parlamentaria.