Durante casi 80 años, la Universidad de Harvard creyó tener en su poder una simple copia antigua de la Magna Carta, uno de los documentos fundacionales de la democracia moderna. Sin embargo, un reciente descubrimiento ha cambiado esa percepción por completo.
Un equipo de investigadores británicos de las universidades King’s College de Londres y East Anglia ha confirmado que el documento conservado por la Facultad de Derecho de Harvard es, en realidad, uno de los siete ejemplares originales conocidos de la Magna Carta. Este hallazgo revaloriza enormemente el manuscrito, tanto en términos históricos como simbólicos.
La Magna Carta, firmada en 1215 por el rey Juan sin Tierra de Inglaterra, fue redactada por el arzobispo de Canterbury, Stephen Langton, para poner fin a una crisis con los barones rebeldes. Aunque fue anulada poco después por el papa Inocencio III, sentó las bases para futuras versiones, incluyendo la «Confirmación de las Cartas» en 1300 bajo el reinado del rey Eduardo I, nieto de Juan.
El ejemplar hallado en Harvard fue adquirido por su biblioteca jurídica en 1946 por tan solo 27,50 dólares —aproximadamente 470 dólares actuales—, bajo la creencia de que se trataba de una simple reproducción. Sin embargo, su análisis reciente reveló coincidencias exactas con los seis originales previamente identificados: desde su tamaño, pasando por la caligrafía medieval, hasta la icónica letra «E» de “Edwardus” al inicio del texto.
“Es un descubrimiento fantástico”, afirmó David Carpenter, profesor de historia medieval del King’s College de Londres. “La Magna Carta de Harvard merece ser reconocida no como una copia manchada y descolorida, sino como un original de uno de los documentos más importantes de la historia constitucional mundial, una piedra angular de las libertades pasadas, presentes y aun por conquistar”.
A lo largo de los siglos, la Magna Carta ha inspirado movimientos constitucionales y democráticos en todo el mundo, incluyendo a los líderes de la independencia estadounidense en el siglo XVIII. Su revalorización en Harvard refuerza su vigencia como símbolo universal del derecho frente al poder arbitrario.