Artículos de Opinión

Don Rafael Valenzuela Fuenzalida, precursor de los estudios de Derecho Ambiental en Chile.

Este mes de abril ha dejado su vivienda terrenal el ilustre profesor don Rafael Valenzuela Fuenzalida. Calladamente, como fue su vida, sin grandes aspavientos que demostraran su gran sabiduría se ha ido don Rafael. Fue antes que nada un maestro y uno de los precursores en Chile de los estudios sobre el medio ambiente en […]

Este mes de abril ha dejado su vivienda terrenal el ilustre profesor don Rafael Valenzuela Fuenzalida. Calladamente, como fue su vida, sin grandes aspavientos que demostraran su gran sabiduría se ha ido don Rafael. Fue antes que nada un maestro y uno de los precursores en Chile de los estudios sobre el medio ambiente en su vertiente normativa, desempeñando desde 1975 en la Escuela de Derecho de la Universidad Católica de Valparaíso, la Cátedra de Derecho del Entorno, antecesora de las actuales cátedras de Derecho Ambiental. Prolífero autor de muchas publicaciones sobre el tema, tal vez expuso su pensamiento en forma más orgánica en su libro “El Derecho Ambiental, Presente y Pasado”, editado el año 2010 por la Editorial Jurídica de Chile. También debe destacarse su participación como Director Técnico del “Repertorio de la legislación de relevancia ambiental vigente en Chile” preparado por la Corporación Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) y que sirvió como uno de los fundamentos para la dictación de la ley N° 19.300 que fijó las bases legales del medio ambiente en nuestro país.
La vida de los precursores del derecho ambiental no fue fácil en un momento en que el término era desconocido para la mayoría de los chilenos, los cuales miraban con un poco de sorna esta preocupación que consideraban en un país pobre y subdesarrollado, una “exquisitez” digna de personas “diletantes”. Durante el período que va desde el año 1976, fecha de la dictación del Acta Constitucional N° 3 que introdujo en la Constitución de 1925 como una garantía constitucional el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, hasta la dictación de la Constitución de 1980 que reforzó dicha garantía con el otorgamiento a ella del arbitrio constitucional del recurso de protección, se consideró que lo establecido el año 1976 era meramente programático. No obstante ello, el empuje de don Rafael, unido al de otros pioneros en la materia, permitieron que estas ideas se fueran afincando en la ideología nacional y en los tribunales de justicia, haciendo, poco a poco, un ancho camino para ellas, al punto que hoy día las principales universidades del país, así como los más importantes estudios jurídicos nacionales poseen abogados especializados en medioambiente y cátedras donde se enseña esta disciplina.
Del mismo modo, el señor Valenzuela fue uno de los primeros en llamar la atención respecto de la hoy denominada contaminación ambiental, dando desde su cátedra antecedentes y estudios mediante los cuales instaba a las autoridades a preocuparse del problema. Junto a don Godofredo Stutzin, al doctor Juan Grau, a don Pedro Fernandez Biterllich, a don Rafael Azenjo y otros abnegados difusores de estos principios, el señor Valenzuela conformó la primera línea de los defensores ambientales, dando origen con ello, a la actual rama del Derecho Ambiental. Las actuales generaciones y las venideras deben y deberán estar agradecidas a estos hombres que a despecho de las suspicacias e indiferencias de su tiempo, perseveraron en resaltar los valores ambientales y humanistas que pregonaban y que hoy son universalmente reconocidos. Con ello han permitido que su existencia en nuestra sociedad esté siendo o pueda ser cada vez más digna y propiamente humana.

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  1. Ha partido un gran profesor , de quien tuve la fortuna de ser su alumno en la escuela de derecho de la Universidad Católica de Valparaíso, a principios de los años 90, y luego fue mi profesor tutor en mi Memoria de título: «El Proyecto de explotación astillas Puerto Carmen Chiloé, ante la legislación ambiental y la ley indígena». Recuerdo su vocación docente, siempre aspirando a obtener el mejor rendimiento de todos sus alumnos, sin distinción, preocupado por el buen uso de la lengua y la gramática, profesor riguroso, exigente, pero a la vez de muy buen trato, cordial, respetuoso, siempre te llamaba por tu nombre, un caballero en todo el sentido de la palabra. Sin duda dejó huellas imborrables en varias generaciones de alumnos, que aprendimos de él. Va mi más sentido pésame para su familia, en estos momentos en que los sentimientos están tan a flor de piel. Buen viaje estimado profesor.