Cartas al Director

La belleza ofende.

Boris Saavedra Pérez

4 de abril de 2023


En relación a la polémica acontecida en Florida, EEUU, donde una directora de escuela fue forzada a renunciar por mostrar a sus estudiantes una fotografía del David de Miguel Ángel, que algunos padres tildaron de “pornográfica” e “inapropiada”, me parece un síntoma propio de la alicaída concepción acerca de lo bello que evidenciamos hoy.

Este hecho no es novedad, ya que diversos autores, con el correr del tiempo, han venido denunciando cómo nuestra sensibilidad estética ha sido profanada. En efecto, estamos, lamentablemente, frente a una sociedad que juzga el arte desde una visión simplista, lo que da cuenta de una anestesiada percepción estética, que prefiere reducir el arte a un mero “entretenimiento”.

A propósito de esto, es interesante que el filósofo británico Roger Scruton señalaba que la belleza puede encantarnos, pero también ofendernos, pues nos afecta, inevitablemente, por medio de un sinfín de formas distintas, ya que el arte tiene un lenguaje propio con el cual se expresa, lo que resulta ininteligible para algunos, porque se requiere de una disposición contemplativa depurada de prejuicios.

Además, el arte es valioso en sí mismo, lo que permite que se presente en cualquier escenario, desde un museo hasta un aula de clases, sin sufrir ninguna alteración. Sin embargo, en el último tiempo el arte, y particularmente la belleza, ofende porque nos recuerda la carencia espiritual que experimentamos, asemejándose a un grito que repercute en una cueva oscura. Escuchamos el eco de la belleza, pero no deseamos prestar atención a su llamado, porque ha sido reemplazada por la “mercantilización”, que se ha extendido a tal extremo de normalizarse.

De ahí que, incluso, sea atribuible al propio arte, lo que en definitiva enceguece el espíritu humano, privándolo de la redención proporcionada por la manifestación de lo bello. Por lo tanto, no tenemos que olvidar que, en un mundo atiborrado de acontecimientos degradantes, la belleza seguirá ofendiendo para salvarnos.

Boris Saavedra Pérez

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