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Sabré qué tipo de abogado eres si me dices en qué despacho trabajas y miro cómo estás vestido.

De acuerdo al magistrado español José Ramón Chaves es justo reconocer que la tendencia de los abogados clásicos es “a extinguir” y en cambio los tecnológicos ganan terreno a pasos agigantados.

2 de agosto de 2017

En una columna publicada hoy, el magistrado español José Ramón Chaves señala que existen muchos tipos de abogado, aunque hay una tipología que trasciende más allá del ámbito del Derecho que cada uno ejerza: La diferencia entre los abogados clásicos y los abogados tecnológicos o modernos; trajes sobrios o de línea moderna; boca a boca o redes sociales.
Comenta que le llama especialmente la atención la “brecha digital profesional” que se produce en la profesión de la Abogacía, donde coexisten los despachos clásicos con los despachos postmodernos.
Sin embargo, aclara, entre los dos extremos del abogado clásico y el abogado avanzado se situarían la mayoría de los abogados, tomando préstamos de uno u otro. Pero tendemos, explica, a la simplificación e identificación del negro y el blanco que nos facilita la percepción de los rayados y los claroscuros, mestizaje en que podemos clasificar la inmensa mayoría de la profesión.
Lo cierto es, de acuerdo a Chaves, que la Abogacía es por definición, una profesión de adaptación al cambio normativo y jurisprudencial, y al igual que el abogado ha de vérselas con leyes, jueces y casos muy distintos de los que concebía cuando estudiaba la carrera jurídica, sabe sobrevivir y adaptarse a los cambios tecnológicos.
El Magistrado clasifica los tipos de abogados en:

1. Los abogados clásicos de bufetes clásicos:

Se ubican en zonas céntricas de las ciudades. Normalmente edificios solemnes y antiguos con portales amplios y frecuentemente, con portero.

Cuentan con teléfono fijo y secretario/a en recibidor.

El mobiliario es elegante y noble, mesas de madera maciza de color caoba o cerezo, bibliotecas clásicas con tomos interminables de jurisprudencia y algunas figurillas alegóricas de la justicia.

Suelen escribir a mano (con pluma o bolígrafo caro) o incluso dictan oralmente las demandas y escritos procesales, todo lo cual es mecanografiado o en el mejor de los casos, computerizado por personal auxiliar al que dictan o le pasan el texto manuscrito.

Se organizan el calendario y citas con ayuda de un dietario o agenda de papel con pastas nobles y tirilla marcapáginas.

Cuentan con una cartera de clientes consolidados e incluso asesoran a segundas generaciones. 

Confían en el boca a boca. La publicidad más visible es la placa exterior en el portal, cuanto más brillante y grande mejor.

Su trabajo en el foro lo realizaba personalmente, de principio a fin, aunque en los últimos tiempos se sirve de un pasante como cabeza visible del litigio, aunque los triunfos se los apunta el veterano.

Su trabajo del día a día consiste en atender consultas en el despacho e investigar la jurisprudencia y manuales en formato papel.

No arriesga la estrategia procesal con hipótesis extrañas o conjeturas excesivamente originales. Se mueve bien citando principios y latinajos.

No acude a cursos de formación. Su formación es la que da cada nuevo caso, que estudiará a fondo.

Sus minutas son claras, ajustadas a honorarios colegiales y desde el primer momento requiere provisión de fondos.

Viste de traje clásico. Impecable.

Disfruta con la vida social en contactos episódicos con fiscales y jueces, especialmente. Del despacho directamente a casa con la familia.

Aborda y recibe al cliente desde el despacho y el tuteo es excepcional.

Suelen ser bufetes especializados en disciplinas o especialidades concretas (civil, penal, laboral, contencioso, familia, etc).

El logotipo del bufete suele ser el nombre del abogado o las iniciales de los socios, si fueren varios.

2. Los abogados modernos en bufetes tecnológicamente avanzados

Se ubican en grandes edificios de oficinas funcionales o en la periferia.

Son despachos pequeños y frecuentemente compartidos.

No se tiene secretario/a e incluso se cuenta con un secretario/a virtual que permite al abogado estar en el foro mientras le atienden a distancia su teléfono.

Realiza directamente sus propios escritos procesales en el ordenadorlos corrige y personalmente los imprime e incluso los grapa y coloca en carpetas.

El turno de oficio está ahí, y siempre está abierto a ellos pues les aporta experiencia o fondos.

Lleva un smartphone de última generación, debidamente sincronizado con la tablet y con su cuenta de correo así como sus bases de datos (Google drive o Dropbox, normalmente).

No vive sin su agenda electrónica, incorporada al smartphone, sin la cual está perdido.

Su publicidad se efectúa por las amistades y su mayor embajador son sus resultados.

Cuenta con una página web del despacho o de su condición de abogado, vistosa y atractiva, que expone sus habilidades y foto, junto con teléfonos de contacto.

Su trabajo es altamente personalizado.

Su trabajo se centra en consultar bases de datos y bibliográficas con buscadores tecnológicos.

Acude a cursos y jornadas de formación.

En su trabajo arriesga hipótesis y estrategias, y no vacila en plantear incidentes ni recursos si hay un mínimo asidero.

Sus minutas son flexibles, ajustadas caso a caso, y la provisión de fondos queda diferida al desenlace del litigio.

Trata con el cliente en el despacho, en una cafetería o donde acuerden, con flexibilidad. El tuteo brota naturalmente desde un primer momento.

Viste de sport, incluso con cierto desaliño, aunque en el foro luce elegante.

Su vida social gira en torno a los compañeros y disfruta con una cerveza o vino al término de la jornada, para cambiar impresiones.

El logotipo del bufete suele ser una iconografía de la justicia (balanza, diosa de la justicia, trazos geométricos, etc).

3. Entre lo viejo y lo nuevo, mix de ambos

Chaves asevera que los tipos descritos no son “puros”, además de que no hay un tipo de mayor éxito o calidad que otro, pero ni mejor ni peor, diferentes.

Agrega el magistrado que sencillamente corren tiempos de transición y coexistencia, en los que la corriente tecnológica, la sociedad más abierta y la crisis económica han impuesto nuevas reglas: celeridad, flexibilidad y competitividad.

Aunque justo es reconocer que la tendencia de los abogados clásicos es “a extinguir” y en cambio los “tecnológicos” ganan terreno a pasos agigantados y se consolidarán en breve.

 

Abogados jóvenes y relevo generacional en el ejercicio del Derecho

 

El Magistrado explica que ello es consecuencia lógica de que los nuevos clientes han nacido en la era de la cultura visual y tecnológica, y se sienten cómodos con abogados que las dominan; lo prueba el hecho de que abundan los abogados que no solo cuentan con web profesional, sino que incluso atienden un blog jurídico.

 

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